La dirigencia política mexicana no ha
entendido la importancia de la geopolítica

* Los brasileños son los primeros en América Latina en haber tenido un pensamiento geopolítico-estratégico: Leopoldo González Aguayo * Si en los últimos dos siglos, las dirigencias mexicanas no les han dado importancia a los océanos, ¿cómo se puede tener un pensamiento geopolítico-estratégico?

Genaro Rodríguez Navarrete
Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.    @GNavarrete

Leopoldo González Aguayo, coordinador del Seminario Permanente de Geopolítica y Estrategia, en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), estimó que lamentablemente las autoridades mexicanas han ignorado la relevancia que tiene la geopolítica para preservar la soberanía e impulsar el desarrollo del país.

En entrevista exclusiva, llamó la atención sobre la falta de una política exterior que no se encuentra enmarcada en un pensamiento geopolítico-estratégico –“sin ello, la existencia de embajadas y consulados pierden su verdadero sentido y sirven de muy poco” y qué decir de la carencia de una política oceánica sin estos criterios, pese a que México es un país privilegiadamente bioceánico.

Manifestó además su preocupación por los “congelados” niveles de vida de la población, el uso de las fuerzas armadas para combatir el crimen organizado y la pérdida de la política orientada a rescatar el invaluable pasado histórico-cultural de México.

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¿Qué es la geopolítica?

—Es la ciencia, la técnica, el arte, el método de pensamiento que permite a la dirigencia de cualquier sociedad, en cualquier tiempo, conocer con relativa precisión, los recursos con que cuenta y dispone, y por supuesto, de los que carece, con objeto de lograr o alcanzar los objetivos estratégicos propuestos. Ese conocimiento y la implementación de iniciativas para solucionar los desafíos, se tienen que dar de acuerdo a la coyuntura que se viva y en relación con sus vecinos. Situación cuya particularidad pondrá a prueba la habilidad de la dirigencia, a fin de utilizar las circunstancias a su favor y conseguir las mayores ganancias posibles.

La geopolítica según el general brasileño, Carlos de Meira Mattos es la vertiente de la ciencia política que se formó mediante la interacción dinámica de tres ramas del conocimiento: la geografía (el espacio físico), la política (la aplicación del poder al arte de gobernar) y la historia (la experiencia humana).

La geopolítica ha sido utilizada por todas las dirigencias desde el origen de la humanidad, dado que la primera geopolítica fue la de la sobrevivencia. Ahora bien, los humanos tenemos entre 100 y 200 mil años de existencia. Antes de eso, los homínidos de los que vinimos sin duda tuvieron que aplicar algo similar, a fin de subsistir; de otra forma, no estaríamos aquí. Por supuesto, el humano está obligado a realizar su vida en comunidad y estratégicamente a valerse de otros animales, como los perros. Si el humano no hubiera contado con el apoyo de los perros su desarrollo hubiera sido diferente.

Los humanos se desarrollaron en África del sur y del este. Desde donde migraron por los pasos naturales a Europa y Asia. Mucho tiempo después cruzaron caminando hacia América.

Casualmente, las primeras organizaciones urbanas del planeta estuvieron en lo que hoy es el sur de Turquía, hace unos 13 o 14 mil años. Esas sociedades se organizaron alrededor de un templo. Los líderes fueron unos políticos y sacerdotes. Allí desarrollaron el lenguaje escrito, el calendario y el control de las proteínas vegetales y animales para la alimentación.

¿En qué actividades científicas se apoya la geopolítica?

—Obligadamente, no hay forma de que la geopolítica pueda aprovechar y avanzar si no conjuga los conocimientos de disciplinas como la historia, la economía, la política y eventualmente las ciencias militares. Una manera muy inteligente de las dirigencias políticas es saber utilizar a las fuerzas militares para ganar batallas sin disparar un solo tiro. Ese es sin duda el verdadero estratega: el que logra sus objetivos con reducido número de bajas y que sus rivales se sometan a sus designios. El problema de los militares es que saben hacer su trabajo, pero carecen del conocimiento para gobernar. Los gobiernos militares en América Latina fracasan porque olvidan que es un error de fondo militarizar a la sociedad. El general francés André Beaufre textualmente dijo que la estrategia militar tiene que estar sometida a la dirigencia civil porque el estratega maestro que lleva la solución de los problemas es el civil. El civil entiende cómo emplear la fuerza, hasta dónde y cuándo empezar a negociar. Otro francés, Georges Clemenceau señaló nítidamente en 1915, que la guerra es un asunto tan importante que no se podía dejar en manos de los militares. Es decir, la solución de los problemas, incluso durante una guerra, no se logra a través de los militares, porque no perciben dónde detenerse para hacer acuerdos, piensan sólo en acabar al enemigo. Mientras que el político civil, no va tan lejos, requiere del enemigo aun para coexistir. Por su parte, el general Charles de Gaulle afirmó que no se puede derrotar a una nación. Una nación está sostenida por el patriotismo y el nacionalismo. Eventualmente, podemos arrasar con todos los hombres, pero quedarán sus hijos que se la van a cobrar.

¿A quiénes se puede identificar como precursores de la geopolítica?

—A grandes pensadores alemanes como Friedrich Ratzel. Al sueco Rudolf Kjellén, gran teórico que estableció las leyes de la geopolítica. Otro alemán, Karl Haushofer, uno de los ideólogos de Hitler. El almirante de Estados Unidos, Alfred Thayer Mahan. Y el británico Halford John Mackinder. Todos ellos son los que abren y presentan a la geopolítica como un elemento más totalmente diferente, si bien complementario de la geografía y de la ciencia política.

Ahora mismo se empieza a hablar también de geoeconomía.

—La geoeconomía es un brazo esencial de la geopolítica y de la geoestrategia. La geopolítica alemana, por ejemplo, que no es oceánica, sino continental, se desarrolló gracias a la geoeconomía. La dirigencia alemana recurrió a los ferrocarriles, las carreteras y, sobre todo, a las industrias siderúrgica y química, para finalmente establecer una marina oceánica. Se hace de colonias secundarias en África y en el Pacífico por haber llegado al final del reparto del planeta. Esto preocupó naturalmente a Inglaterra, la cual se retrasó con su sistema de producción, ya obsoleto, frente a la nueva tecnología alemana.

            ¿Cómo estamos en estudios de geopolítica en Latinoamérica?

—Los brasileños son los primeros en América Latina en haber tenido un pensamiento geopolítico-estratégico alentado por oficiales de las fuerzas armadas y posteriormente apoyados en especialistas civiles de las universidades. Los argentinos también tienen una tradición importante sobre ello, pero son brasileños los autores más prestigiados, como el citado Carlos de Meira Mattos, uno de los grandes ideólogos que acompañó a Golbery do Couto e Silva en los gobiernos militares del período 1964 a 1985 del Brasil. Ellos cometieron graves errores y abusos al unirse a los criterios de seguridad nacional estadunidenses, pero hicieron una aportación importante respecto a planificar el desarrollo del país. Se apoyaron en sus propios precedentes, entre otros, los oficiales Everardo Backheuser y Mario Travassos, de la segunda y tercera década del siglo XX, quienes a su vez hicieron un trabajo destacado basado en teóricos europeos.

Y México, ¿cómo se encuentra en esta materia?

—Curiosamente, mientras en Sudamérica durante la primera mitad del siglo XX prosperaban los estudios geopolíticos, en nuestro caso, en ningún momento, ni al Estado ni a los centros académicos de esa época, les interesó promover los estudios de geopolítica. Es verdad que el Estado mexicano nunca se opuso, pero tampoco los alentó. Siempre hubo cierta reticencia. Hasta hace relativamente poco tiempo, en los programas destinados a preparar sus cuadros, las fuerzas armadas incluyeron materias de esta naturaleza en sus planes de estudio.

Para el Estado mexicano durante un buen tiempo se trató de materias de estudio en las que no se debía profundizar. En cambio, aceptó e impulsó el estudio del derecho por diversos medios. Pero se debe aclarar que una cosa es el derecho y otro la geopolítica y la estrategia.

Cuando en 1951 se fundó la Escuela Nacional de Ciencias Políticas y Sociales en la UNAM, el primer profesor de Geografía fue el ingeniero Alberto Escalona Ramos, quien como resultado de sus reflexiones y lecciones elaboró el libro Geopolítica y geoeconomíaUna publicación financiada por él mismo. Dicho profesor ha sido el precursor, a nivel mundial, del término geoeconomía. Es una obra muy interesante. Sin embargo, nadie se preocupó por hacer un análisis de la misma, lo que no evitó que se le citara tanto en España como en Sudamérica, y en otros países; pero no en su patria.

Hasta ahora, no he visto cambios de fondo a este respecto. Oficialmente entiendo que el Centro de Estudios Superiores Navales y el Colegio de la Defensa hacen estudios de geopolítica, si bien con muy poca difusión, son para consumo interno. Y ¿hay debate sobre esto? Sí, hay algún debate. Lo cual es muy reciente.

Lamentablemente nunca se menciona que Friedrich Ratzel estuvo en México a principios de los años 80 del siglo XIX, cuando empezaba el gobierno de Porfirio Díaz. Ratzel, muy joven en ese momento, era corresponsal de un periódico alemán en Estados Unidos. Le impactó la expansión y empuje de la Unión Americana, por lo que decidió visitar México. Iniciativa que le ayudó mucho a efecto de preparar y perfeccionar sus postulados teóricos, entre otros, el referente a las fronteras de los Estados no definitivas sino flexibles, a fin de legitimar la futura estrategia del Imperio Alemán.

Siento mucho que la dirigencia política mexicana nunca haya entendido la importancia de la geopolítica. Se olvidaron, entre otras cosas, que somos vecinos contiguos de los dos océanos donde se decidió el transcurso de la historia mundial durante el último medio milenio. Ser un país bioceánico nos hubiera otorgado colosales posibilidades para el desarrollo. Todo eso lo enterramos. Los gobiernos anteriores fueron demasiado mediocres, pero en la actualidad no se nota un cambio de fondo. No está mal haber evitado meterse en graves asuntos internos de otros países –como en el caso de Venezuela–, o conocer la maraña de problemas de Estados Unidos. Pero eso no basta. Es mejor resolver nuestros rezagos, con recursos propios.

¿Qué opina de la política exterior de México?

         —La falta de un pensamiento geopolítico-estratégico ha tenido serias y graves repercusiones. Durante largos decenios más bien pareciera que no ha existido una política exterior. Si tomamos un ejemplo: aparentemente mantenemos embajadas en la mayor parte de los países del mundo, ya sea en el continente africano, en la mayor parte de los países europeos, en un buen número de los asiáticos, con los países principales de Australasia y, por supuesto, en Sudamérica y el Caribe. Para ser más precisos, la única embajada mexicana es la de Washington, con alrededor de 200 empleados bien pagados. La que le sigue es la embajada de España con unos 50 empleados y la de Francia, con 40 y tantos. La de Inglaterra tiene unos 20. Sin embargo, todo ello nos sirve muy poco, dado que incluso desde hace décadas la Cancillería no coordina las diversas y variadas actividades del país en el exterior. Otro dato: tenemos 69 consulados en el mundo. 50 están en la Unión Americana. Durante siglos amplias regiones del planeta han estado sin representación consular mexicana, incluso en Sudamérica y en el Caribe. Relacionado con la ausencia de un pensamiento geopolítico-estratégico es el referente a asimilar dos conceptos absolutamente distintos y fundirlos en uno sólo. Ello se desprende de una recurrente frase empleada incluso por miembros de nuestra dirigencia política cuando se afirma: “la política exterior de México es el derecho”. De inmediato se piensa: ¿O se trata de la política o se trata del derecho? Si entendemos que “la política es el arte de escoger y de conquistar objetivos”, mientras al derecho lo comprendemos, según la interpretación de la Real Academia de la Lengua Española, como: “el conjunto de principios y normas, expresivos de una idea de justicia y de orden, que regulan las relaciones humanas en toda sociedad y cuya observancia puede ser impuesta de manera coactiva”. De aquí podemos deducir que para la política y sus fines, puede valerse y utilizar al derecho con muy diversos objetivos, incluso que la dirigencia política lo use como camuflaje o un elemento político de diversión o distracción, a efecto de esconder o simular sus verdaderas intenciones, pero no al revés. Es decir, el derecho, teniendo la facultad de legitimar y reglamentar los objetivos y decisiones políticas, difícilmente puede sustituir a ésta. Eso no ha evitado que frecuentemente a las dirigencias mexicanas les haya servido para encubrir no sólo la falta de proyectos y programas políticos, sino esencialmente para distraer la atención respecto de la improvisación política que normalmente nos acompaña.

No menos grave es el hecho de que México careciendo de un marco geopolítico-estratégico, tampoco tenga una política oceánica. Si la tuviéramos con seguridad no habría desempleados. Los mexicanos no tendríamos que emigrar. Más aún, gozando de ese diseño una parte importante de los migrantes extranjeros que cruzan el país, también encontrarían trabajo. Sin embargo, nada de eso ha sido importante.

Del mismo modo, debemos advertir que México no tiene flota propia. Los marinos mercantes tienen que contratarse en empresas extranjeras. La flota de Pemex desapareció. No obstante que era excelente.  Si no se les da la importancia a los océanos, y tienes dos colosales, ¿cómo tener pensamiento geopolítico-estratégico? Al gobierno mexicano no le sirven para nada los mares. Alguien quiso informar al presidente Andrés Manuel López Obrador de esto. Sólo se pudo abordar al secretario de Comunicaciones y Transportes, el ingeniero Javier Jiménez Espriu. Pero están muy ocupados en otros asuntos. No hay interés.

Nuestro objetivo no es llegar al desarrollo

A juicio del profesor González Aguayo, “desde hace décadas tenemos los niveles de vida de nuestros trabajadores congelados. Matamos de hambre a nuestros propios ciudadanos. Matar de hambre a los trabajadores mexicanos para que seamos competitivos. Visiblemente nuestro objetivo no es llegar al desarrollo. Si nos lo hubiéramos propuesto algún día, hace tiempo que lo habríamos alcanzado. Este es un país que ha dejado escapar valiosas oportunidades frecuentemente. Dejó escapar la oportunidad de la Segunda Guerra Mundial; Brasil no se hubiera ido solo, habríamos podido competir con ellos fácilmente. Después, todas las guerras en que se enfrascó Estados Unidos, beneficiaron a coreanos, japoneses, europeos; pero no a los mexicanos. Dejamos escapar a 40 millones de mexicanos hacia la Unión Americana. Nadie tuvo la visión de mantenerlos, como los dirigentes israelíes cultivaron a los judíos en el espacio territorial de Estados Unidos. Es el país que desperdicia todas las oportunidades”.

En otros temas también expuso: “Ahora ya construimos la Guardia Nacional, pero no una policía. Todos los países del mundo, y obviamente los más desarrollados, no tienen a sus fuerzas armadas combatiendo al crimen organizado. Tienen una policía especializada. Esa no existe en México. La Guardia Nacional hace las funciones de policía. Es un ejército. Es más, miembros de las fuerzas armadas son los cuadros más importantes de la Guardia Nacional. Los problemas no se terminarán mañana. Quisiéramos ver que ya estamos en el mejor camino”.

Finalmente recordó que “México era el único país de América y de los pocos en el mundo, que tenía una política que durante largas décadas se ocupó en rescatar su espléndido pasado. Sus especialistas en arqueología, antropología e historia alimentaban no solamente prestigiadas instituciones y los museos de la capital. Hace 50 años que la Ciudad de México ya no tiene el monopolio de esta increíble riqueza. En cada estado existen especialistas en historia, antropología, arqueología y museografía. Pero este también ha sido un renglón afectado por los criterios de la nueva austeridad republicana. Si bien, cualquiera hubiera supuesto que no se puede pasar la podadora indiscriminadamente por ahí porque es el prestigio del país”.

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Perfil

Leopoldo Augusto González Aguayo (Veracruz, Veracruz, México, 1939) es licenciado en Ciencias Diplomáticas por la Escuela Nacional (hoy Facultad) de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Cursó diversos estudios de posgrado. Es doctor en Estudios Latinoamericanos por la Universidad de París III.

Profesor titular "C" adscrito al Centro de Relaciones Internacionales de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.

Institución donde también está a cargo del Seminario Permanente de Geopolítica y Estrategia.

Ha impartido cursos en el Instituto Matías Romero de Estudios Diplomáticos, la Facultad de Ingeniería de la UNAM y el Centro de Estudios Superiores Navales de la Secretaría de Marina-Armada de México.

Sus líneas de trabajo comprenden el estudio de la geopolítica, la política internacional y el armamentismo.

Es autor (con Mónica Velasco Molina) de La construcción de un modelo geopolítico mexicano: visiones desde Sudamérica (UNAM, 2015). Ha sido coordinador de los libros Visiones y perspectivas de la geopolítica contemporánea: escuelas geopolíticas, aspectos nacionales y estudios de caso (UNAM, 2011);  Cuaderno de trabajo. Antología. Los principales autores de las escuelas de la geopolítica en el mundo (UNAM-Gernika, 2011) y Geopolítica de las religiones: el cristianismo y la Iglesia católica en México (UNAM-Ediciones del Lirio, 2016).

 

 

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