Fin del primer tercio

Jorge Meléndez Preciado
Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.    @jamelendez44

En los toros (saludos y ole, maestro Froylán López Narváez), hay tres tercios. El primero para semblantear al animal, el segundo para hacer la faena y el tercero para liquidarlo, o sea entrar a matar, por eso a los toreros se les llama matadores.  Si concluyen bien vienen las ovaciones y los reconocimientos se obtienen sin remilgos.

En política mexicana pasa algo parecido: dos años para tomar las riendas y hacer los cambios, un par para la consolidación del proyecto y los finales para concluir algunas cuestiones importantes y despedirse, ya sea con honores o abucheos.

Ya finalizó la primera de tres partes de la administración de Andrés Manuel y hubo avances en algunos terrenos, una polarización mayúscula como era de esperarse si se planteaba un cambio de régimen –aunque en algunos casos hubo pleitos  y tensiones innecesarios– y falta llevar a cabo las obras importantes, aunque algunas de las cuales serán imposibles: desaparecer la corrupción en un régimen capitalista, cambiar el modelo económico sin una reforma fiscal profunda, dar posibilidades de salud a todos como en las naciones de primer mundo, etcétera.

Dos medios no favorables a López Obrador, La Silla Rota y Reforma, le dan 61 por ciento de apoyo al Ejecutivo (30 de noviembre y 1 de diciembre, respectivamente), y en el segundo los negativos son de 37 por ciento. En tanto la reprobación máxima para López Obrador está en la seguridad, que es de 60 por ciento (el caso Ovidio como el más grave). En tanto Demotecnia le adjudica 71 por ciento de apoyo y Federico Abundis 67 por ciento.

Nada mal para un gobierno que este año va a decrecer más de 8 por ciento en el PIB, que sufrió una pandemia que dejará más de 115 mil fallecidos en 2020, tuvo dos huracanes que impactaron el sureste, en especial Tabasco, y que se ha enfrentado a los empresarios de muy diversas formas, especialmente cobrándoles impuestos que jamás en su vida habían pagado.

Estas políticas han traído que varias organizaciones se hayan enfrentado frontalmente a la llamada Cuarta Transformación: Frena, Sí por México, los tres partidos que se aglutinaron con Enrique Peña Nieto en el Pacto por México: PRI, PAN y PRD, hoy tratando de coaligarse; Gustavo de Hoyos y Claudio X. González, entre los ricos del país, y varios medios a los que se ha referido el tabasqueño de manera inapropiada y frecuente, más a periodistas que generalmente les hacían caravanas a los poderosos.

Andrés Manuel ha desaparecido una serie de organismos en los cuales, seguramente, había funcionarios abusivos, protegidos de partidos políticos, grupos de poder y hasta corrupción, pero lo ha realizado sin investigar, analizar y medir las consecuencias. Las prisas y la falta de precisión traerán malos resultados.

En ciencia, cultura, clases medias hay molestia, por las medidas tomadas en contra de ellos, siendo que una inmensa mayoría de esos grupos votaron por el cambio tan necesario.

Hay sectores que han visto con agrado el combate a la corrupción, donde Rosario Robles, Ramón Sosamontes y hasta Emilio Lozoya se dicen impolutos de grandes estafas. Aquí la UIF ha jugado un papel central, con Santiago Nieto a la cabeza.

Pero hasta en la Comisión Nacional de los Derechos Humanos existen reclamos, hace poco la muy estimable y honrada. Beatriz Barros Horcasitas, se inconformó por la manera en que la despidieron de esa importante organización (Proceso, 2300).

Por el otro lado, hay apoyos a las personas de la tercera edad (aunque en lugares como Puebla, el trámite es mensual y tortuoso), ayudas a los pequeños empresarios, becas para una gran parte de los estudiantes, estímulos a los agricultores –se les quitaron los millones a los comerciantes de Antorcha Campesina–, créditos a pequeños y medianos empresarios. En total, 10 mil millones de pesos mensuales.

Por otro lado, van adelante las megaobras, algunas cuestionables, como el Tren Maya, el Corredor Transísimico, el aeropuerto de Santa Lucía y la refinaría de Dos Bocas.

Para el portal Sin Embargo (1 de diciembre), en dos años López Obrador ha cumplido 38 de las 100 propuestas que realizó al principio de su régimen, 23 están en proceso y de 29 de ellas no se sabe con precisión cómo van. Una de ellas, por ejemplo, será casi imposible de cumplir: la descentralización de las secretarías gubernamentales y en otras es indispensable avanzar a pasos agigantados, como en la cobertura total en telecomunicaciones, algo fundamental y ahora imprescindible por la pandemia que no se irá a pesar de la vacuna.

El cobro de impuestos ha sido un motor para que los ricos trinen. Lo harán más porque el fiscal de la Federación, Carlos Romero Aranda, ha dicho que la supresión de la subcontratación, llamada outsorcing –¡Vivan los yanquis que nos dieron patria!– evita que se reciban 200 mil millones de pesos al año de impuestos.

Hace días los empresarios anunciaron que harán con el gobierno actual un programa de 29 obras, varias de energía, con una inversión de 228 mil millones de pesos y la creación de 400 mil empleos. Éste es un segundo paquete. Luego del firmado en octubre, el cual no sabemos en qué quedó. Esperamos que ahora si avancen los proyectos público-privados.

¿Qué vendrá en los próximos dos años y el periodo final?

            Nadie lo sabe. Lo único cierto es que las elecciones de 2021 serán importantes para entender cómo podrán hacerse las cosas. Hasta ahora la intención de voto es de 32 por ciento para Morena; PAN, 17 por ciento; PRI, 16 por ciento y cuatro por ciento para PRD y MC, cada uno (El Universal, 30 de noviembre).

El resultado de las elecciones marcará lo que vendrá. Pero como dice bien el analista Genaro Lozano –quien adquirió covid-19 y esperamos que tenga una muy pronta recuperación–, el gobierno de López Obrador, por el que votamos millones, requiere: “Menos triunfalismo y más autocrítica” (Reforma, 1 de diciembre).

 

 

La subcontratación: Negocio millonario

Jorge Meléndez Preciado
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La subcontratación, llamada comúnmente como outsorcing (por las generaciones de mexicanos nacidos y educados en el espanglés, parafraseando a Carlos Monsiváis), es un negocio millonario que ha traído ausencia de impuestos altos al gobierno, la falta de inscripción de trabajadores en los servicios de salud, la ausencia de pensiones en millones de personas, el despido y contratación arbitrarias y que empresas de un mismo patrón tengan varias denominaciones, entre otras cuestiones.

El gobierno propuso una ley, en la cual hay sanciones mayúsculas, aunque como era lógico, hasta los empresarios más progresistas se han opuesto al máximo. Por ello, se ha dificultado aprobarla, pero en primera instancia el martes 8 de diciembre se pondría a discusión y votación, aunque después se acordó analizarla en febrero de 2021.

Es necesario hacer notar que los contrarios a la propuesta son los supuestos partidos opositores a la Cuatro T: PRD, PRI, PAN y MC. Y ello no les causa asco, como dice la legisladora panista, Cecilia Romero, quien afirmó que siente nauseas coaligarse con el PRI, aunque todo sea en aras de menguar la fuerza de López Obrador. Se le olvida a dicha señora que tal confluencia de objetivos ha existido, a sotto voce, desde el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, quien dialogaba cotidianamente con Diego Fernández de Cevallos.

Según un estudio de las investigadoras de El Colegio de México: Graciela Bensunsán, Landy Sánchez y María Edith Pacheco, el asunto ha crecido de 2004 a 2014, en casi el doble, ya que antes había nueve de cada 100 trabajadores en subcontratación y hoy existen 17 por ciento.

En el 60 por ciento de las empresas grandes, con altos rendimientos, se han implantado tales formas de emplear a los que se suman al trabajo, ello porque tanto el IMSS, la Secretaría de Hacienda y el Sistema de Administración Tributaria (SAT) han estado ausentes de inspección en los multimillonarios negocios. Lo que muestra el favoritismo para la ganancia y la ausencia de apoyo a los trabajadores.

Cerca de 5 millones de empleados, de más de 22 millones, sufren esta situación que los pone al borde cotidiano del despido, la ausencia de las garantías del artículo 123 (uno de los fundamentales en la Constitución y pionero en Latinoamérica) que posibilita salario digno y justo, reglamento del trabajo y posibilidades de salud, educación, vacaciones y aguinaldo, entre otras cuestiones.

Pero a quien ahora están empleando sin los derechos fundamentales, se encuentran como decía hace muchos años el prócer Valentín Campa de los ferrocarrileros que no tenían contrato: “pelones”, ya que su salario cada siete días resultaba lo único que obtenían.

En el actual régimen capitalista, lejos de aumentar las posibilidades para los que realizan algún trabajo gocen de una vida mejor, la involución ha sido tremenda. Ya que hasta las jornadas de trabajo son más largas y peligrosas.

En esta situación se encuentran el 90 por ciento de los empleados bancarios, incluso de consorcios como Bank of America y Volkswagen Bank, no se diga del principal ganador de utilidades en el país BBVA, el cual obtiene el 35 por ciento de sus utilidades aquí, tres veces más de lo que logra en su matriz, España.

Esto lo ha difundido ampliamente el Centro de Investigación Laboral y Asesoría Sindical (CILAS), cuyo director es Héctor de la Cueva.

La mayoría de los bancos pequeños, incluido uno en quiebra como FAMSA, los cuales obtuvieron concesiones durante el gobierno de Vicente Fox, a través del secretario de Hacienda, Francisco Gil Díaz, han operado como si no existieran leyes laborales.

Otros lugares donde la situación es anómala, el sector salud y de asistencia, en el cual 46 por ciento de las desprotegidas son mujeres. También destaca el caso de la educación, cuyos maestros obtienen salarios ridículos, cargas de trabajo largas por las tareas a calificar y ninguna posibilidad de obtener lo elemental.

La industria automotriz, extranjera toda, es un sitio donde asimismo existe esta también llamada tercerización, ya que las armadoras, en las cuales hay cada vez amplia mano de obra femenina, está en la indigencia.

En la construcción y las actividades agropecuarias, cuando menos el 16 y el 12 por ciento de su plantilla se encuentra en malísimas condiciones. En ambas labores, por cierto, el trabajo infantil es frecuente y los accidentes o fallecimientos de menores van en aumento.

Según la secretaria del Trabajo, Luisa María Alcalde, en ocasiones hay 13 empresas de subcontratación en una sola plantilla, con el objeto de hacer más complicado encontrar y distinguir las irregularidades.

Hay otras muy conocidas que hacen de esta práctica un credo: las de comida rápida, las de hamburguesas y pizzas, de reparto alimenticio y hasta una buena cantidad de oficinas gubernamentales, ya que sus servicios de limpieza, de policía y de honorarios, están fuera de los sindicatos.

Según Carlos Romero Aranda, fiscal de la Federación, el gobierno deja de recibir 200 mil millones de pesos al año por la subcontratación

La nueva iniciativa: ¿Permitiría una nueva simulación con diversas modalidades?  Esperemos que no sea así.

 

 

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