La sana tranquilidad y la política

Sergio Gómez Montero / Isegoría
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El poema sale a la calle
tiene su amor imposible
su pedazo de dicha y un rencor”.
L. R. Nogueras: “La vida de un poema”.

Vivir en un país agitado como el nuestro, no es fácil. Se requiere de mucha ecuanimidad para no dejarse llevar por las pasiones del momento; en particular por las pasiones políticas. Aunque, como dice Maquiavelo, “Puede combinarse perfectamente el ser temido y el no ser odiado”. Es decir, sin autoridad no existe gobierno y tener autoridad tiene un solo significado específico: poner orden con las reglas que yo (o nosotros), gobernante, con base en un plan consideré que eran las mejores. La crítica, pues, al gobernante, para que sea válida, debe centrarse más que en la persona en las acciones que ella emprende con base en su plan de gobierno.

            Pienso en lo anterior, después de la visita que el sábado hizo AMLO a Guadalajara, en donde destacó, una vez más, el cambio radical y repentino del gobernador de ese estado, quien un día antes (viernes) era enemigo radical de López Obrador y al día siguiente (sábado) estaba convertido en un siervo (servil, claro) del presidente, anulando así, en los hechos, todas las críticas que él y nueve gobernadores más del país habían encaminado en contra del titular del Poder Ejecutivo del país precisamente hasta un día antes. Fantoches todos, pues, ilusos. Eso, a su vez, ilustra sobre la debilidad de la crítica que hasta hoy se encamina en contra de AMLO y la 4T, que no se ha podido quitar de encima el peso que representan los 30 millones de personas que en julio del 2018 votaron a favor del tabasqueño en el país y por eso, hasta hoy, sus enemigos no pasan de ser un conjunto de espantapájaros (en calles, pasquines, televisoras y redes) que a nadie espantan, a no ser que sus bravatas se inscriban en el terreno del sabotaje a la vida pública, como más de una vez ha ocurrido. Y ahí se entra a otro dilema…

            Es decir, ¿hasta dónde la autoridad puede callar y ser omisa a la hora de aplicar la ley? Sí, es justo, el respeto a las libertades debe predominar por sobre todas las cosas, pero el respeto al orden es también sustancial y ahí es donde la ley no se presta a dudas, pues si ella no se aplica o no sirve, el pueblo tiene todo el derecho de convocar, de inmediato, al constituyente para poner en práctica un nuevo orden, sustentado en nuevas leyes, que sí sea operativo y armónico (estudiar las caídas de Atenas y Roma nos enseñan mucho al respecto). Por eso, pues, el estudio de la política se convierte así en una materia que el gobernante (y quien quiere serlo) siempre deben tener en mente.

            ¿En dónde, en México, estamos ahora? No es una pregunta gratuita. Porque hay dos interrogantes que son centrales y que, hoy, en este artículo apenas se comenzarán a abordar. La primera de ellas tiene que ver con: ¿El por qué al gobernante actual del país le tiembla la mano a la hora de poner orden y aplicar la ley? La segunda interrogante es: ¿Por qué hasta hoy no se conocen aún cuáles son las propuestas de gobierno de aquellos que dicen “fuera AMLO y la 4T”, si sólo se centran en despojar del poder al tlatoani en turno, si no tienen propuestas que hacer al pueblo (al demos, pues)?

Sería sano avanzar un poco al respecto, ¿no?

 

 

Hacia un capitalismo suave

Sergio Gómez Montero / Isegoría
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Nadie vino
Solo los muertos llegaron temprano
y se sentaron con aspecto confundido
G. Zaqtan: “Nadie vino”.

Difícil, sí, es ver con claridad el futuro incierto de países que, como el nuestro, les cuesta trabajo (mucho) vislumbrar el qué hacer ante realidades brutalmente complejas, escribe la compañera brasileira Andrea Santos Baca en su texto “La contradicción valor –valor de uso como plataforma de una crítica y una superación del capitalismo en el siglo XXI: las contribuciones de Bolívar Echeverría”, en donde allí dice (traduzco libremente): “El panorama social en esta segunda década del siglo XXI se presenta muy poco alentador. Después de tres décadas de capitalismo neoliberal que ha tenido como resultado un escenario de devastación en casi todos los ámbitos de la vida social: guerras, epidemias, pobreza y crisis alimentaria, hambre, genocidios, violencia de Estado, crisis ambiental y económica, expresiones reaccionarias retrógradas y antidemocráticas, entre muchas otras”.

Sí, un panorama caótico, que se presta él, por otro lado, para concretar el deseo que Benjamin expresa en sus Tesis sobre la Historia: “La lucha de clases que tiene siempre ante los ojos el materialista histórico educado en Marx es la lucha por las cosas toscas y materiales, sin las cuales no hay cosas finas y espirituales”. En las dos tesis, pues, de los textos citados hay verdad: por un lado, los panoramas negativos nos llevan a percibir la realidad con una negatividad relativa; en tanto que, a veces también, es precisamente esa negatividad relativa, como escribe Benjamin, la que nos lleva a formular tesis de carácter positivo para superar la negatividad en que se vive.

Ese es el dilema en el cual hoy, sin duda, viven los países latinoamericanos (México, Argentina, Chile) a los que les cuesta ver con positividad el futuro inmediato y de allí sus pasos inciertos en el marco de una transición que continuamente se tambalea y, como un juego sin sentido, se mueve abruptamente, de manera continua, entre un capitalismo que se niega a sucumbir y otro régimen social (definitivamente el socialismo) que le va a dar una patada en el trasero a los treinta años de decadencia del neoliberalismo y le va a abrir el paso a una nueva forma de organizarnos socialmente.

            Pero, mientras tanto…

            Mientras tanto, esos gobiernos de transición se encuentran experimentando con lo que se puede denominar un capitalismo suave (cuyo paradigma, vuelvo a escribirlo, es el Estado de bienestar de la segunda posguerra) que permita ir saliendo con pausas y retrocesos en lo social, pues se avanza, me figuro, en una carreta de cuatro ruedas, en donde dos van hacia adelante, pero las otras dos definitivamente sólo se mueven hacia atrás (la protección gubernamental al Grupo México, la posible participación de Black Rock en el Tren Maya, sólo por mencionar un poco), y allí de lo que se trata es, finalmente, quién tiene más fuerza para mover la carreta hacia un solo sentido.

            Nada fácil, pues, el panorama social que Bolívar Echeverría pintaba luego de su regreso de Alemania con José María Pérez Gay, y de allí su insistencia de desarrollar las tesis de Marx y Engels (valor y valor de uso) con un sentido creativo que nada tenía que ver con el capitalismo suave aquí descrito (la carreta sin sentido), y de allí la importancia de que los responsables de conducir la Cuarta Transformación lo examinen con el rigor que se requiere. Más les vale.

 

 

Organizar el debate de ideas

Sergio Gómez Montero / Isegoría
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Guardo la confusión de los iluminados
cuando afrontan una antigua visión
J. E. Tallarico: “Voto de confianza”.

Dada la existencia de sociedades diversas hoy, como parte del país, se torna necesario organizar las diferencias, es cierto, para evitar los trompicones y caídas provocadas porque alguien nos metió el pie o nos dio un empujón de mala fe. Es pues necesario darle cauce pacífico a las diferencias.

Por ejemplo, ¿en una época, como la actual, de guerra sucia tan intensa, es viable dejar que los bandos se destrocen sin que ningún árbitro intervenga? ¿Debe haber límites o no a la expresión dentro y fuera de las redes? Desde luego, las preguntas surgen de la contemporaneidad, pues ellas, formuladas 50 años atrás, no tendrían sentido. Formularlas hoy, conduce a plantearse preguntas en torno a la modernidad de la política, que debe también ajustarse a los requerimientos de una modernidad que no se termina de entender y ante lo cual no siempre se actúa con consecuencia. Es cierto, si bien –se escribía aquí hace días– los aspectos centrales giran en torno a la estrategia, hay cuestiones tácticas que no se deben descuidar, ya que si bien hoy como nunca unas elecciones intermedias, las de 2021, tienen no sólo la dimensión sino la importancia que, considero, nunca antes habían tenido, ello obliga a que la preparación del terreno sea en extremo cuidadosa, si se quieren realmente obtener resultados fructíferos que, para la izquierda en México, se centran en seguir conservando el control del Poder Legislativo y obtener el mayor número de triunfos en gubernaturas y municipios para así fortalecer el papel del Poder Ejecutivo.

Lo anterior nos conduce, pues, a darle respuesta a una pregunta central: ¿Y qué es hoy la izquierda en México? Porque de ello parte el dar la lucha para el 21. ¿Los 30 millones que en el 18 votamos por AMLO, éramos todos de izquierda?  Desde luego que contestar en afirmativo esa pregunta es muy aventurado. Más lo que no es aventurado es afirmar que quienes en el 2018 propiciamos el triunfo de AMLO, tenemos la responsabilidad, desde hoy, de que en el 2021 no se pierda el control del Estado, porque sólo así se podrá seguir avanzando en los cambios sociales que el país requiere. Lo cual, por ejemplo, no está en la perspectiva de partidos políticos como el PT, cuya ideología anarquista hoy enquistada en él –no hay reglas y por lo tanto no hay orden de ninguna naturaleza– está poniendo en riesgo ese control del Estado por parte de la izquierda (gracias a ello, hoy el PAN controla la Junta de Coordinación Política, un órgano central de la Cámara de Diputados, en el afán del anarco Fernández Noroña por presidir la Cámara mencionada). 

La izquierda –ese amplio conglomerado que permitió el cambio en el control del Estado a partir de 2018–, pues, hoy tiene como tarea no perder el control del Estado a través de los mecanismos antes señalados, lo que conlleva la tarea de intensificar las actividades políticas que permitan consolidar la tendencia al cambio social que se dio en 2018 (que hoy encabeza AMLO y la 4T) y avanzar para que ella se consolide y profundice sin romper de manera brusca el tejido social que hoy está conformado en el país.

Al respecto se plantea una interrogante entre otras varias: ¿Podrá el INE –el árbitro estatalmente designado para ordenar los procesos políticos nacionales (registro de partidos y asociaciones, financiamiento, guerras sucias, etcétera)–  hacerse cargo de las tareas tan complejas que se desprenden de la realidad nacional actual?

Pinta interesante el futuro inmediato en torno a la política del país (y no sólo de él: hoy arden, entre otros, Francia, Chile, Argentina, Brasil), sin duda…

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