Gerhard Georg Mertins, otra línea sobre
el asesinato del periodista Manuel Buendía

Pablo Cabañas Díaz
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A 36 años del asesinato del periodista Manuel Buendía, hay nuevos indicios sobre quien o quienes se pudieron haberse favorecido con ese homicidio. Hasta ahora la hipótesis menos explorada es la que apareció en el año 2014, en que se dieron a conocer nuevos datos relacionados con ese crimen. Esa información proveniente de un documento estadunidense clasificado como de “máximo secreto”, donde se habla de un traficante de armas, y de la llamada Contra nicaragüense.

El traficante en cuestión era el exnazi alemán Gerhard Georg Mertins (1919-1993. Desde 1984 se había considerado al alemán como sospechoso de la muerte de Buendía. En esos años circulaba el rumor de que las avionetas que enviaba Mertins a Centroamérica con armamento regresaban a México, cargadas con cocaína colombiana que luego vendía al Cártel de Guadalajara.

En el año 2011, las autoridades de la República Federal de Alemania tomaron la decisión de investigar el pasado nazi de sus servicios de espionaje. Se estableció una comisión de historiadores, para estudiar los expedientes de los años comprendidos entre 1945 y 1968. La apertura de viejos expedientes vuelve a dirigir la mirada hacia América Latina entre 1945 y 1968, cuando funcionaron los servicios de la llamada Organización Gehlen, así llamada por el nombre de su jefe, el antiguo general de la Wehrmacht Reinhard Gehlen.

Mertins residió en México entre 1979 y 1993. Según fuentes periodísticas, Mertins habría buscado asentarse sin éxito en nuestro país en 1950, 1956 y 1972. Todavía quedan muchas dudas sobre los motivos de su estancia en México. Según la versión del propio Mertins, su residencia en México tenía el objetivo de involucrarse en un nuevo campo comercial; a saber, la minería. Esta era su fachada en realidad estaba involucrado en la distribución de armamento a los grupos contrarrevolucionarios en Nicaragua que en esos años buscaban, con el apoyo de Estados Unidos, desestabilizar al gobierno encabezado por el Frente Sandinista de Liberación Nacional.

La importación del armamento ilegal a México con el fin de abastecer presuntos campos de la contra guerrilla para la guerras que se libraban en Centroamérica; y en el asesinato del periodista Manuel Buendía, el “columnista político más importante en la segunda mitad del siglo pasado en México”.

Una de esas formas de financiamiento que tenía Ronald Reagan para apoyar los grupos de derecha en Nicaragua era la venta ilegal de armas a Irán. La conexión mexicana de la Organización Gehlen tiene como antecedente el libro de Ken Silverstein titulado: Private Warriors (Guerreros privados) publicado por la editorial Verso Books, en el año 2000. En esa obra se menciona la relación  Reinhard Gehlen con su socio y amigo Gehard Mertins, un exoficial nazi que jugó un papel trascendente en el tráfico de armas y de oro en México.

Reinhard Gehlen formó la compañía Merex AG, que vendió armas a países del tercer mundo y tuvo como su empleado más importante a Mertins. Famosos fueron los escándalos de tráfico de armas descubiertos en los años 60 en los que se implicó Merex. A tal punto llegó el poder de Merex que el gobierno suizo le prohibió hacer negocios en su territorio. En 1967 el Congreso de Estados Unidos investigó a la compañía, y estableció que sus actividades empresariales eran legítimas. Y lo eran, ya que contaba con el apoyo del servicio de inteligencia federal alemán y el visto bueno de la CIA.

Silverstein asegura que fue la CIA, por medio de Mertins, quien a precios sobrevalorados adquirió el armamento. Cabe suponer, a nivel de conjetura, que Buendía comenzaba a vislumbrar los verdaderos alcances de la red de comercialización de armas que Mertins había construido desde Durango. Según la conjetura, Mertins habría trabajado como intermediario en México.

El investigador Carlos A. Pérez Ricart señala en su investigación: “Armas entre sombras y tutelas: Gerhard G. Mertins en México (1979-1984)”  de un teletipo citado por Buendía fechado el 25 de marzo de 1983 da cuenta de que en México funcionaban la empresa “Merex SY” y “Merex Corporation”. Según el periodista, en su columna: “Vende armas”, Excélsior 2/III/1983, con sólo acudir a las oficinas de Mertins en el entonces México, Distrito Federal, era posible conseguir “desde algunos rifles automáticos con amplias dotaciones de cartuchos, hasta un avión mediano, granadas, napalm o algunos cañones anti-tanque” Además de exportar sus productos, Mertins buscaba que el gobierno mexicano “se armase en serio” y con ello resistir los “ataques comunistas” provenientes “de la frontera sur y costa oriental”.

Uno de los informantes que tuvo Buendía sobre Mertins fue el geólogo alemán Klaus Matzke, quien trabajó en Durango para la Minera Romer. El trabajo de Matzke duró poco, ambos tuvieron una fuerte discusión ante la negativa del geólogo de hacer “un viaje de negocios a Nicaragua”. Tras ser amenazado de muerte por el empresario por su rechazo a participar en los negocios, el geólogo le comunicó a Buendía que la Minera Romer no representaba ganancia alguna y que el verdadero trabajo de Mertins estaba en la exportación de armamento a Centroamérica.

El periodista gracias a sus contactos en la Dirección Federal de Seguridad se pudo enterar que la mina de Mertins era una simple fachada. A este tema se dedicó en la columna Red Privada del periódico Excélsior. El periodista denunció el 2 de marzo de 1983, que se buscaba fabricar en México tanques y coches blindados para la Secretaría de Defensa Nacional (Sedena). De las negociaciones para ello a principios de los años 80 con los generales Juan Arévalo Gardoqui y Raúl López.

Mertins en Durango tenía un hangar para tres avionetas, pista de aterrizaje, antena de radiocomunicación con frecuencia de 5 mil kilohertz. En esa entidad había construido un centro de operaciones. A las publicaciones de Buendía, Mertins respondió acudiendo personalmente a las oficinas del periodista y, presuntamente, amenazándolo de muerte en caso de continuar con su indagatoria. Después del encuentro con Buendía en su oficina, el gobierno mexicano respondió expulsando a Mertins el 15 de marzo de 1983 por “atentar contra las leyes de migración e inversión mexicanas”.

Buendía continuó escribiendo sobre el alemán y pudo establecer una hipótesis sobre la conexión entre Mertins y los campos de entrenamiento de la Contra en México. Es importante señalar que en  esa época hubo unan negativa del Congreso de Estados Unidos para otorgar recursos a los grupos de derecha en esa región, por eso se establecieron acuerdos con redes de narcotraficantes en México para permitir la exportación de droga a Estados Unidos a cambio de un porcentaje de las ganancias del narcotráfico que se destinaría a la compra de armamento.

Manuel Buendía fue asesinado por la espalda el 30 de mayo de 1984 mientras caminaba en las calles del Distrito Federal. Es importante mencionar que el 15 de marzo de 1983 Mertins viajó en su Cessna de Washington al DF, acompañado de su hijo Jöerg-Thomas. Mertins iba a presentarse en una rueda de prensa en un hotel de la capital para defenderse de las acusaciones de Manuel Buendía. Sin embargo, en la madrugada del 16 de marzo fue despertado en su hotel por funcionarios de la Secretaría de Gobernación. Antes del amanecer le fueron confiscadas sus posesiones y esa misma tarde salió del país.

En las 56 fojas de investigación resguardadas en el Archivo General de la Nación dan cuenta de las amenazas hechas a Buendía por “un grupo de alemanes” en 1984 y de la presencia de uno de ellos al menos una vez en su oficina en el mismo año. Eso llevó a considerar a Mertins como uno de los principales sospechosos del crimen.

Desde los años 80 no había rastros de la actividad de Mertins en México. Toda la información sobre Mertins se centraba en la sucesión de la Mina Villa Parral y la casa de la exhacienda de Ferrería de Piedras Azules, mobiliario de colección y varias propiedades más que había heredado en Durango a sus hijos Gerhard, Jöerg-Thomas y Helmut.

Las noticias sobre Mertins aparecieron de nuevo el 16 de junio de 2005 en los medios de comunicación chilenos. Ese día tuvo lugar un hallazgo de armas en la colonia Dignidad. Hay que tener en cuenta que Mertins falleció en Miami, Florida, el 19 de marzo de 1993. A partir de ese descubrimiento se hizo pública la relación entre Mertins y su socio Carlos Honzik, en el negocio en Chile de la compra 25 aviones Mirage 5 a Bélgica, en 1994 por la suma de 109 millones de dólares.

Mertins fue dirigente de la colonia Dignidad que se ubica en Chile. Esta es una propiedad de 13 mil hectáreas que estuvo al margen de la ley mientras la dirigió el exnazi Paul Schaefer y que fue utilizada en el gobierno de Augusto Pinochet como centro de torturas y desapariciones de personas. Hoy sabemos por el periódico La Nación, de Argentina, del 27 de septiembre de 2012, de la existencia de documentos oficiales que dan fe que en la colonia Dignidad había una fábrica de armas, de acuerdo al testimonio del senador chileno Jaime Naranjo.

Mertins era socio de la colonia y vivió en ella cuando tuvo que huir de México en 1984, luego de que se le vinculara al asesinato del columnista Manuel Buendía. Otro dato que también ha sido revelador del poder de este grupo fue aportado por el senador Naranjo, quien declaró que en la colonia Dignidad “se fabricaba armamento desde 1974”.

El asesinato de Buendía tuvo un impacto en las finanzas de Mertins. Vendió sus acciones de la Compañía Minera Romer. Remató su rancho y más tarde el gobierno de Durango le expropió su hacienda La Ferrería de Flores. Fuera de México, Mertins viajaba por distintas partes del mundo, pero cada cierto tiempo llegaba a su país natal, donde visitaba con frecuencia al obispo luterano Helmuth Frenz, uno de los primeros en denunciar los horrores de la colonia Dignidad y al cual, según un informe de Amnistía Internacional del 10 de octubre de 1997, amenazaba con “consecuencias” si no detenía su “campaña” contra los arios que vivían en Chile”.

Mertins fundó en 1978 el Círculo de Amigos de Colonia Dignidad en Alemania con el apoyo de su amigo Friedrich Schwend, el hombre que manejaba desde Lima los negocios de Merex para América Latina.

Friedrich Schwend en los años 50 y 60 había logrado insertarse bien en la clase alta peruana. Don Federico, como le decían en Lima, era un sujeto que había vivido en Hollywood, que gustaba del lujo y la ostentación, y era el encargado de la Organización Gehlen de lavar el dinero falso o convertirlo en armas, alimentos, ropa, diamantes, lo que fuera. Entre los años 60 y los 80 Mertins viajó por toda América Latina. Fue espectador de cómo el 25 de enero de 1983 Klaus Barbie fue entregado por el gobierno boliviano a las autoridades francesas en la Guyana. Mertins tuvo la sensatez para comprender que el material que incautaron las autoridades bolivianas a Barbie ponía al descubierto la red nazi en América Latina. Reinhard Gehlen murió el 8 de junio de 1979.

Sin el apoyo de Gehlen y las amistades de Barbie en Bolivia y Paraguay, y sin el apoyo de la dictadura de Augusto Pinochet que concluye sus años de terror en 1990, Mertins se encontraba aislado y se refugió en Miami, Florida, en donde fallece el 19 de marzo de 1993.Con la aparición de nuevos archivos sobre el asesinato de Manuel Buendía en los próximos años se podrá saber el grado de involucramiento que tuvo Mertins en el homicidio.

 

 

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