Covid-19 y más tiempo de pantalla
para menores, ¿nuevos problemas?

Diony Sanabia / Prensa Latina
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La Habana. La pandemia de covid-19, causada por el coronavirus SARS-Cov-2, cambió muchas rutinas a nivel mundial desde diversos órdenes, y la vida dentro de los hogares, como antídoto contra la letal dolencia, también tuvo sus transformaciones.

El teletrabajo creció de manera exponencial y los niños y adolescentes se convirtieron en testigos de las labores de sus padres, quienes innumerables veces anhelaron poder tener a los hijos en las escuelas, cerradas en medio del necesario aislamiento social.

Como parte de este contexto, los progenitores permitieron una mayor exposición de los descendientes a los videojuegos, la televisión, los dispositivos celulares y las redes sociales.

Según una encuesta realizada a más de 3 mil padres en Estados Unidos, el denominado tiempo de pantalla para sus hijos aumentó 500 por ciento durante el impacto de covid-19, surgida a finales del año pasado en China.

Tal sondeo fue citado por James M. Lang, profesor y director del centro para la excelencia en la enseñanza del Assumption College, Massachusetts, en un artículo que vio la luz a mediados de julio en el sitio web The Conversation, plataforma de trabajos de docentes e investigadores universitarios.

En abril de 2019, la Organización Mundial de la Salud estableció pautas diarias de tiempo de pantalla para los niños, y a juicio de muchos especialistas los límites resultaron precisos.

De esa manera, los menores de un año de edad no deben tener ninguna opción al respecto, y los de uno a cinco años pueden pasar hasta una hora al día mirando los dispositivos.

Aunque la entidad sanitaria internacional no especificó restricciones para los niños mayores, varios estudios afirman que el excesivo tiempo de pantalla puede estar relacionado con problemas suyos de salud mental como la ansiedad y la depresión, expuso Lang.

Recordó que antes de la pandemia, con incidencia actual en casi el mundo entero, los menores estaban teniendo mucho más de dicho tiempo que el recomendado.

Desde finales de la última década del siglo anterior, precisó, los pequeños de tres a cinco años pasaban un promedio de dos horas y media diarias delante de las pantallas.

Lang se preguntó en el referido material si los padres debían preocuparse por esta situación de sus descendientes hasta que puedan estudiar y socializar libremente otra vez.

Inmediatamente, el profesor expuso que la respuesta a esa interrogante es no, siempre que los progenitores no permitan que los hábitos de tiempo de pantalla de sus vástagos durante la pandemia se transformen en permanentes.

A juicio del investigador, tratar de eliminar las distracciones de los estudiantes durante el aprendizaje toma un enfoque equivocado, pues el cerebro humano es naturalmente propenso a ese estado.

El problema con las distracciones en la escuela no son éstas en sí, los niños como los adultos pueden usar las redes sociales o ver pantallas de maneras perfectamente saludables, sostuvo Lang.

Opinó que la dificultad ocurre cuando la atención excesiva a las pantallas desplaza a otros comportamientos de aprendizaje.

Un niño que mira YouTube en su teléfono en el aula o durante el tiempo de estudio no está desarrollando sus habilidades de escritura ni dominando nuevo vocabulario.

Entonces, afirman los expertos, los maestros deben evaluar cómo cultivar una mejor atención a esos comportamientos, en lugar de tratar de suprimir todas las distracciones.

Del mismo modo, los padres no deben considerar a las pantallas como enemigos de sus hijos, incluso si necesitan ser cautelosos con el impacto del período de exposición a los dispositivos en la salud ocular y en el sueño. Pero sí cuando los niños miran pasivamente las pantallas, no hacen ejercicio, no juegan con sus amigos o allegados, ni se acurrucan con sus padres durante la hora del cuento.

Los progenitores, agregó Lang, deben preocuparse de si sus hijos están formando hábitos no saludables y carentes de creatividad que continuarán después del fin de la crisis sanitaria.

Si los niños pueden regresar a los niveles relativamente más beneficiosos de tiempo de pantalla que tenían antes de covid-19, probablemente estarán bien, estimó.

El cerebro humano es notablemente maleable, tiene un potencial extraordinario para reconectarse en caso de accidente o enfermedad y adaptarse a nuevas circunstancias.

Dicha característica, conocida como neuroplasticidad, es una de las razones por las que los médicos y las organizaciones de salud recomiendan límites al tiempo de pantalla de los niños.

Nadie quiere que los cerebros de los pequeños se desarrollen como órganos diseñados principalmente para presenciar maratones de televisión y videojuegos.

En opinión de los especialistas, resulta recomendable que mientras evolucione la situación epidemiológica en los próximos meses, los padres apoyen el desarrollo saludable de sus hijos.

Así, sugirieron, deberán alentar a los menores a que vuelvan a comportamientos adecuados e imaginativos, ya sean delante o de espaldas a las pantallas.

 

 

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