Nicaragua, casi tres lustros de
avances bajo la bandera rojinegra

Francisco G. Navarro / Prensa Latina
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Managua. Rumbo a las elecciones del 7 de noviembre en Nicaragua, el gobierno del Frente Sandinista de Liberación nacional (FSLN) exhibe la obra económica y social construida entre 2007 y 2021 como la mejor carta en la campaña por el voto.

Son casi tres lustros desde que la organización rojinegra liderada por el presidente Daniel Ortega retomó el poder (10 de enero de 2007) en el país más extenso de Centroamérica, luego de perderlo ante una agrupación de partidos de derecha en los comicios generales del 25 de febrero de 1990.

En el terreno económico la segunda época del sandinismo al frente de la administración comenzó con una etapa de despegue macroeconómico y estabilidad que fue interrumpida por el intento golpista de abril-julio de 2018.

En ese período Nicaragua experimentó un crecimiento sostenido del producto interno bruto (PIB) de alrededor del cinco por ciento (4.6), objeto de elogios hasta por organismos financieros internacionales ajenos por completo a los proyectos liderados por la izquierda latinoamericana.

Los actos de violencia y los llamados “tranques de la muerte” que inmovilizaron el transporte terrestre de carga durante tres meses, golpearon a la incipiente industria turística y provocaron tal impacto negativo que se reflejó en una caída del PIB a menos cuatro por ciento.

Las consecuencias del mazazo al andamiaje económico fue tal que 2019 concluyó sin poder revertirlas y el PIB siguió marcado en números rojos (-3.9 por ciento).

Cuando en el arranque de 2020 la economía mostraba signos de revitalización muy alentadores, llegó la pandemia mundial de covid-19 y volvió a postergar el retorno al crecimiento.

A lo anterior se sumó el daño ocasionado por los intensos huracanes Eta e Iota que asolaron el extremo noreste del país y causaron pérdidas económicas valoradas en 742 millones de dolores, equivalentes a 5.93 puntos porcentuales del PIB.

Recientes datos manejados por el Banco Central y el ministro de Hacienda y Crédito Público, Iván Acosta, calzan la previsión de que Nicaragua cerrará el presente año con un crecimiento del PIB que pudiera alcanzar los siete puntos porcentuales.

Obra social y reducción de pobreza

Los gobiernos del FSLN salidos de las elecciones de 2006, 2011 y 2016 pueden vanagloriarse de haber dado un vuelco de 180 grados en dos servicios básicos para la población como son salud y educación, que benefician a las capas más humildes de la sociedad nicaragüense.

La restitución de la gratuidad de la educación pública en los niveles primario, secundario y universitario a partir del mismo 10 de enero de 2007, posibilitó la inmediata reinserción escolar de 100 mil estudiantes.

A través de la historia en Nicaragua existió un divorcio entre la región aledaña a la costa del Pacífico y el centro con la del Caribe, con una baja densidad poblacional, habitada en su mayoría por pueblos originarios o afrodescendientes y muy escasas vías de comunicación.

El funcionamiento en esa área de dos centros de educación superior: la Bluefields Indian and Caribbean University (BICU) y la Universidad de las Regiones Autónomas de la Costa Caribe Nicaragüense, aporta mucho más a una campaña por el voto que cientos de vallas u horas de radio y televisión.

Los programas de secundaria a distancia y la Universidad en el Campo permiten el acceso a la enseñanza a adolescentes y jóvenes de las zonas más intrincadas de la geografía nacional, muchos de ellos necesitados de combinar el estudio con el trabajo para ayudar a la economía familiar.

Recién el presidente Ortega recalcó que estos proyectos educativos mantendrán su plena vigencia y destacó la actual matrícula en la Universidad en el Campo de 5 mil 600 jóvenes, quienes cursan 22 carreras universitarias en 14 de los 15 departamentos y las dos regiones autónomas del país.

De 2007 a la fecha Nicaragua construyó 21 nuevos hospitales, y tiene en construcción otros seis. Incluidos centros y puestos de salud, casas maternas y clínicas especializas la cifra alcanzaba las mil 565 unidades sanitarias estrenadas hasta principios de septiembre.

Para una mejor ilustración del avance registrado en ese sector, basta apuntar que al cierre en 2007 el gobierno del FSLN recibió mil 91 unidades de salud, de las cuales sólo 35 fueron puestas en servicio durante los 16 años de gobiernos neoliberales (1990-2006).

Al triunfar la Revolución popular sandinista el 19 de julio de 1979, la dictadura somocista apenas tenía en funcionamiento 209.

Existe un servicio de salud que puede considerarse insignia del sector, los dos aceleradores lineales para tratamientos oncológicos, al extremo de que el primero inaugurado el 7 de mayo de 2019, fue asimismo el primero de su tipo en Centroamérica.

Una de las banderas principales de la gestión del sandinismo al frente de los destinos del país lo constituye la lucha contra la pobreza y la pobreza extrema, indicadores que encontró en 48.3 y 17.6 por ciento en 2007, y logró reducir a 24.9 y 6.9, respectivamente.

En la consecución de tal resultado inciden de manera muy directa los programas socioeconómicos instrumentados por el Ejecutivo, entre los cuales destacan Usura cero, Plan Techo, Casas maternas, Bono productivo alimentario, Merienda escolar, Casas y calles para el pueblo y Hambre cero, entre otros.

Carreteras, puertos, electrificación

Entre los orgullos nacionales, además de las joyas que les regaló la naturaleza, poetas de talla mundial y sus campeones mundiales de boxeo, muchos nicaragüenses hablan de las carreteras, las mejores de Centroamérica y las terceras a nivel de América Latina, según entendidos.

En esa tarjeta de presentación del país se destaca el tramo de más de 100 kilómetros entre Nueva Guinea y Bluefields, que en abril de 2019 rubricó un hecho histórico al enlazar por primera vez las costas del Pacífico y el Caribe mediante una cinta de asfalto.

Raro es el mes o hasta la semana que el Ministerio de Transporte e Infraestructura no anuncie la inauguración de un nuevo tramo carretero, que además de las posibilidades abiertas al turismo, la agricultura, el comercio y el acceso de la población a los servicios básicos, significa creación de empleos.

En la modernización del puerto de Corinto, principal entrada marítima al país ubicada en el extremo occidental de la costa del Pacífico, el gobierno invierte más de 184 millones de dólares.

Al propio tiempo están adelantados los estudios de factibilidad para la construcción del puerto de aguas profundas de la ciudad de Bluefields (Costa Caribe Sur), una inversión planificada en unos 400 millones de dólares.

Cuando entre en explotación, evitará que Nicaragua acuda a los vecinos atracaderos de Puerto Limón (Costa Rica) y Puerto Cortés (Honduras) para exportar sus mercaderías a través del Caribe.

Tras encontrar en 2007 un país sumido en apagones de hasta más de 12 diarias, otro botón de muestra de la obra de gobierno en casi 15 años tiene que ver con el desarrollo del sector energético.

Nicaragua cerrará 2021 con el 99 por ciento de electrificación de su territorio (sólo alcanzaba poco más de la mitad del país en 2007) y con una matriz de generación apuntalada en el uso de energías renovables en algo más de la mitad.

La proyección es alcanzar el 99.99 por ciento de electrificación dentro de cuatro años.

A muy grandes rasgos, lo anterior es un boceto de la obra de gobierno que el FSLN presenta al electorado como herramienta tangible en la campaña electoral iniciada el pasado 25 de septiembre.

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