Los amigos de Vox

* Panistas, entre las mentadas y el odio
* La hora cero para los líderes priistas

Francisco Gómez Maza / Análisis a fondo
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Los de “X”, los del PAN, asesorados por los amigos de Vox, y los Hijos y las Hijas de la Vela Perpetua, están furiosos con YSQ.

Buscaron con todo su pútrido corazón que no ganara las elecciones de 2018, porque seguía siendo “un peligro” para sus intereses.

Y no lo lograron. Se los llevó con más de 30.000,000 de sufragios.

         Intentaron con todas sus fuerzas alicaídas (PRI, PAN, PRD), y la maña de los intelectualoides, comandados por el Señor X, quitarle la mayoría en el pleno de la Cámara de Diputados, para imponer sus leyes neoliberales, y tampoco pudieron. Sin darse cuenta de que están en la olla, que las mayorías jamás volverán a votar por ellos, siguen desatados, siguen enloquecidos, desaforados, reafirmando su discurso de odio en contra de López Obrador, porque éste se ha atrevido a buscar devolverle a los mexicanos, siguiendo al presidente Adolfo López Mateos, que nacionalizó la industria eléctrica, la plena propiedad de la generación, distribución y comercialización de la electricidad (en manos de las voraces empresas que se dicen españolas), y la del litio, muy importante para las comunicaciones personales.

          A este cambio se oponen totalmente los panistas, mostrando que lo que menos les interesa es la república. Sólo van en defensa de sus intereses de clase. Las cabezas del PAN, no tiene caso nombrarlas en este espacio, son las que llevan la delantera, con la asesoría ejemplar del pensamiento de Santiago Abascal, el líder de las familias más conservadoras, franquistas, millonarias, de la sociedad española, que abarcan a las de “la Nueva España”, o sea la “hispanósferaabascaliana, desde el escritorio del partido Vox, más reaccionario que el propio dictador Francisco Franco Bahamonde.

Pero los panistas ya rebasaron los límites del debate político y ahora utilizan el discurso de la ofensa, del insulto, de la denostación en contra, particularmente, del presidente de la república. Y no oyen. Menos escuchan. Lástima por los amigos que aún conservo entre los panistas y entre los colegas de derecha.

Afortunadamente, el presidente López Obrador mantiene (hoy miércoles 6 de octubre de 2021) el 70 por ciento de popularidad, entre el electorado, porcentaje que puede elevarse lo que sea ante la tozudez de los albicelestes. Pero sus diabólicos enemigos, que de opositores no tienen nada, y menos un discurso analítico, dialéctico (lógico), no las tienen todas consigo. Se enredan en el insulto. Algo grave puede tronarles en los próximos días. Y definitivo. No lo olviden.

A la triada (PAN, PRI, PRD), ya se le están rajando los militantes priistas. El propio gobernador de Oaxaca, Alejandro Murat, igual de priista que Alito Moreno, ya les advirtió, los conminó a jugar derecho, porque, si no lo hacen, van a perder hasta lo perdido, hasta la vergüenza. Y de aliados del PAN no van a ganar nada. Ni pan. Tendrán la misma suerte electoral que los Amigos de Fox; digo, de Vox, de Santiago, el de la “hispanósfera”.

Al final de este desmadre (palabra que parece mala palabra, pero que es cien por ciento castiza; de buena raíz. Para mí significa “fuera de cauce), se impondrá la reforma eléctrica; se rescatará el litio, propiedad del Estado mexicano. Y sanseacabó.

A desfondo: Y continúa la recuperación. La inversión fija bruta, que representa los gastos realizados en construcción y en maquinaria y equipo de origen nacional e importado, registró un aumento en términos reales de 2.1%, durante julio de 2021 respecto al mes inmediato anterior, con cifras desestacionalizadas. Por componentes, los gastos en maquinaria y equipo crecieron 4.5% y en construcción ascendieron 2.1%. En su comparación anual, la inversión fija bruta tuvo un alza de 17% en términos reales en el mes en cuestión. A su interior, los gastos en maquinaria y equipo total se incrementaron 20.2% y en construcción se elevaron 14.6% con relación a los de igual mes de 2020, con series desestacionalizadas… Por otra parte, el indicador mensual del consumo privado en el mercado interior (IMCPMI) registró un aumento en términos reales de 0.1% durante julio frente al mes inmediato anterior. Por componentes, el consumo en bienes y servicios de origen nacional creció 0.1%, mientras que en bienes de origen importado se redujo 1.8%. En su comparación anual, el IMCPMI mostró un avance de 12.8% en el mes de referencia. El gasto en bienes de origen importado ascendió 36.4% y el efectuado en bienes y servicios nacionales tuvo un alza de 10.4% (en los servicios subió 14.5% y en los bienes lo hizo en 6.3%), con relación a los de igual mes de 2020.

 

Ansiedad y depresión ante el futuro

* Pueden recuperarse los niveles de empleo, pero no la certidumbre
* Padecimientos que no matan, pero causan grandes sufrimientos

Francisco Gómez Maza / Análisis a fondo
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Veo en los periódicos impresos que los padecimientos del alma, entre la población, son cada vez más intensos. El coronavirus ha estado haciendo su parte para mantenerla en manos de la incertidumbre. Se recupera el empleo, pero no la certeza. Y millones se enfrentan a dolorosos sufrimientos que no matan, pero no permiten vivir con certeza del futuro, con serenidad y esperanza.

La ansiedad y la depresión son los padecimientos más comunes que se han apoderado del espíritu de millones de trabajadores, o que perdieron el empleo, o que el patrón les aumentó la carga de trabajo por el mismo salario, o porque les está exigiendo que trabajen más de ocho horas diarias, según esto para lograr la recuperación del golpe casi mortal de la pandemia del coronavirus.

Antes de la emergencia sanitaria por la covid-19, ya se estimaba que, en México, por ejemplo, las dos terceras partes de la fuerza laboral vivía con problemas emocionales, con estrés, con ansiedad y con depresión La depresión no la deseo a nadie, ni a mi peor enemigo, si lo tuviere. No mata, pero cómo hace sufrir e inclusive llega a incitar al suicidio.

No era para menos. Ansiedad y depresión se aposentaron en el mundo. Se enseñoreaba un desempleo bárbaro, galopante, en un confinamiento total, sin ninguna esperanza de que la enfermedad fuera a ceder en un mes, que eso es lo que esperaba todo el mundo. No. Mejor morían cientos de miles ahogados por una neumonía atípica. O por disfunción de los pulmones. O por cualquier cosa impulsada por el coronavirus.

El presidente López Obrador está confiado, y lo reiteró el lunes pasado, de que los empleos perdidos ya se han recuperado. Sin embargo, el mandatario está calculando en base al registro que lleva, particularmente, más que la Secretaría del Trabajo, el Instituto Mexicano del Seguro Social, en el registro de trabajadores asegurados y patronos empleadores. Pero la economía informal en México es muy amplia. Y ahí estaba el mayor número de desempleados que no tenían un ingreso para alimentar a su familia.

Además, los empleos formales se han tardado en recuperarse. La recuperación del empleo ha sido principalmente en las actividades de los mercados informales, sin pago de impuestos, sin acceso a la seguridad social y salarios no sólo remuneradores, sino de hambre.

En una economía neocapitalista con toda seguridad ninguno verá por equilibrar el capital y el trabajo. No habrá mejoras. Es más, hay deterioro por la inflación. Pero si no se puede resolver el problema económico. Resolvamos el problema afectivo.

Ahora más que nunca, mucho más que antes de que se presentara el coronavirus con su séquito de cepas asesinas, se requiere de crear condiciones de certidumbre en los lugares de trabajo, a fin de lograr la cura del alma de millones de personas, que fueron tocadas por el llamado estrés.

Habrá que darles seguridad en el empleo, aunque mal pagado, y ambientes saludables, como debe de ocurrir en los salones de clases, a donde ya están retornando los escolapios para tomar clases presenciales.

Gobierno y sociedad, empleadores, patronos, sindicatos empresariales, sindicatos de trabajadores, tienen que tomar conciencia de esta situación. Buscar, entre todos, que se creen condiciones de certeza y seguridad en el trabajo.  Porque trabajadores deprimidos y angustiados ante un futuro nada prometedor no contribuirán a la recuperación económica.

Y cuidar la capacidad de compra de los salarios porque me estoy sospechando que, con la inflación que ha crecido por lo menos un 6%, los salarios, a pesar de que AMLO los elevó considerablemente, a pesar de que ya por sí solos son poco capaces de satisfacer las necesidades de las personas, se han deteriorado fuertemente por la carestía.

La pandemia destruyó unos 12 millones de puestos de trabajo, al inicio de la emergencia. El mercado laboral se ha recuperado gradualmente, pero todavía hay miles de personas que no han logrado incorporarse a una actividad productiva y el panorama no es nada halagador, a pesar del tratado con Estados Unidos y Canadá.

 

 

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