Estructuras carcelarias y su utilitarismo posterior

Teresa Gil / Libros de ayer y hoy
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Si se analiza bien, el uso de las grandes estructuras que sirvieron de oscuros fines en el pasado, en su acomodo actual tienen más bien un propósito utilitario. Esas edificaciones están tan fuera de contexto, que solo pueden servir para fines que justifiquen un uso, sin analizar a fondo una trayectoria histórica. El usar cárceles antiguas como bibliotecas, escuelas  o centros de recreo es una especie de lavado de rostro, mientras las cárceles modernas siguen sirviendo a los propósitos inhumanos de las antiguas prisiones represivas. En una de esas acaban de morir en Ecuador más de cien presos. Reflejan además esas viejas edificaciones el antiguo propósito de sacar a las cárceles del centro de las ciudades con un fin gazmoño o quizá, de  mostrar el interés del uso real de muchos de esos lugares: la represión política y social. En el caso del fuerte, también llamado fortaleza de San Juan de Ulúa, que se reestructurará a fondo de acuerdo a orden presidencial, será con el fin de  ratificar  su actualidad turística, un poco como esos conventos turísticos que son exhibidos para mostrar las mazmorras donde las monjas eran explotadas laboral y  sexualmente y las zonas donde se encuentran los fetos producto de esa explotación. Son señalizaciones ejemplificantes, pero que como espacios de uso solo tienen un fin demostrativo y utilitario. Esa misma explotación se sigue dando en el mundo.

Cuando estaba yo en la cárcel,
solito me entretenía,
contando los eslabones
que mi cadena tenía.
Que noches tan negras
para la prisión
suenan los candados
late el corazón.

San Juan  de Ulúa de fortaleza portuaria a centro represivo

Creado en 1535 por el tan nombrado invasor Hernán Cortés, tuvo en sus orígenes un propósito defensivo, frente al mar de las costas veracruzanas. Pero después se volvió el más inhumano centro de odio y de venganza. Personajes como Fray Servando Teresa de Mier, Francisco Javier Clavijero, Carlos María de Bustamente y hasta Jesús Arriaga, llamado Chucho el Roto siguieron los pasos de miles de personajes y de seres humildes que fueron hacinados y algunos de los cuales murieron víctimas de las condiciones. Ya en manos de  Porfirio Díaz, se dio vuelo el viejo dictador en desahogar su odio político y unas de las víctimas fueron los hermanos Flores Magón. La lista es larguísima y las historias que se cuentan de ese oscuro penal han sido reseñadas, escritas y filmadas de muchas maneras. Benito Juárez ya lo había querido reorientar en 1853, pero fue hasta 1915 cuando el penal, por órdenes de Venustiano Carranza dejó de funcionar. Desde entonces los recuerdos se repliegan por  los muchos pasillos, bóvedas y recovecos, mientras los turistas van a desahogar su curiosidad.

Escaleras de la cárcel
escalón por escalón
unos suben, otros bajan
a dar su declaración.
Que noches tan negras
para la prisión
suenan los candados,
late el corazón.

El Palacio Negro de Lecumberri, el infierno en el centro de la ciudad

Iniciado en 1871 e inaugurado por Porfirio Díaz en 1900, el llamado Palacio Negro de Lacumberri se enseñoreó de una área importante del centro de la ciudad, cuando aún no aparecía la gran metrópoli. Fue en 1976 cuando ya despegaban en el derecho penal las normas mínimas para reos sentenciados, que la cárcel fue eliminada como tal y se inició una transformación que prevalece hasta ahora. Es la sede del Archivo General de la Nación. En su trabajo donde aborda cárceles históricas que transformaron su destino, el doctor en  derecho Juan Carlos Varillas Lima, de la UNAM, (Revista de la Historia de las Prisiones 2018, número 6) se refiere a tres tipos de nuevas formas de utilizar esas viejas prisiones, turística, cultural y  espacio cívico. No aborda sus efectos ni a personajes famosos, sino su destino original y el nuevo. Al referirse a Lecumberri pone énfasis en el cambio de oscuras celdas, que ahora están convertidas en zonas de estanterías y archivos y en general centro de intercambio cultural. Las viejas leyendas de torturas, represión, muerte e injusticia que acumuló la historia de ese centro penitenciario, se han querido sepultar. También menciona el académico otro penal con negra historia, La Casa del Perdón de San Agustín del Palmar, Puebla, llamado así porque Nicolás Bravo perdonó en  momentos históricos de la lucha de independencia, a los prisioneros de esa cárcel. Antiguo penal que hoy está en manos de ejidatarios y se llama La Casa Ejidal.

 

                                                     

La Castañeda: Salud mental y la locura en políticos

Teresa Gil / Libros de ayer y hoy
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Casi la octava parte de la población mundial puede tener problemas de salud mental. Muchos políticos deben de estar tocados si vemos las farsas diarias de Calderón, el tal Quadri y otros similares. Las cifras parecen no preocupar si acabamos de ver lo poco que repuntó la información de la OMS sobre dicho problema, en el Día Mundial de la Salud Mental el pasado 10 de octubre. Y lo que  es peor, millones en el mundo ignoran que tienen un problema de salud mental. Un  hombre que estaba claro que lo padecía, quizá esquizofrenia y lo expresó de muchas maneras atroces, fue el que cerró en 1968 el famoso Manicomio General La Castañeda, quizá para ir cancelando las imágenes oscuras, ante la cercanía de las Olimpiadas de ese año. Gustavo Díaz Ordaz, cerró ese centro que prácticamente había sido único por 58 años, poco más de tres meses antes de la gran represión de Tlatelolco, el 29 de junio. Por entonces ya se habían creado otros centros en el país y la existencia desde hacía tiempo del electroencefalograma y los  antibióticos sobre todo la penicilina habían cambiado en mucho el panorama de los enfermos  mentales. En los expedientes de ese centro se menciona desde 1910 a 1968, la cifra de 61 mil 480 pacientes.

Quince millones de personas con problemas mentales en el país

El tiempo ha llovido para La Castañeda, aquel gran conjunto que creó Porfirio Díaz, un Díaz lo creó y otro Díaz lo canceló, poco antes de la Revolución de 1910 y que inauguró un mes antes de que esta estallara. Ahora se mencionan en México con datos oficiales, 51 centros integrales de salud mental, 32 hospitales psiquiátricos para 4 mil pacientes y 54 villas de transición hospitalaria. También se enuncian 15 millones de  enfermos mentales. El avance en instalaciones que cubre a todos los estados, nuevas teorías, técnicas y medicamentos, no evade las críticas al trato interno a los pacientes, y a una situación que se escapa a esos centros: la ignorancia de la gente sobre algunos síntomas o el ocultamiento de miles que quizá tienen algunos de los  síntomas más comunes que se consideran enfermedad mental. En los documentos consultados, independientemente de la fraseología científica y los nombres de teóricos famosos, se hace una breve lista más accesible a la ciudadanía común, que va desde la ansiedad, la depresión, el déficit de atención e hiperactividad, problemas del sueño, ser bipolar, la esquizofrenia y un mal que ha aumentado con el tiempo, la locura creada a partir de la substancias tóxicas ¿Tendría el primer síntoma el que compuso esta canción, que al parecer fue José Enrique Sarabia?:

Ansiedad, de tenerte en mis brazos
escuchando palabras de amor
Ansiedad, de tener tus encantos
y en la boca volverte a besar
Tal vez estés llorando al recordarme
y estreches mi retrato con frenesí
y hasta tu oído llegue la melodía salvaje
y el eco de la pena de estar sin mí.

De manicomio avanzado, La Castañeda cayó en descrédito

Así como las cárceles, otras estructuras que albergaron extremos del comportamiento humano como los manicomios, suelen prolongarse en sus  edificios, con otros fines, con reproducciones o lo que es peor en las formas represivas que aplicaron. El Manicomio General de La Castañeda, que estaba situado en  la zona de Mixcoac, fue para los que lo han defendido y realizado investigaciones (La contribución de la Castañeda a la profesionalización de la Psiquiatría, Instituto de investigaciones José María Mora, octubre 2010) un avance en el tratamiento de la salud mental, que cedió parte de su modernidad al exceso de pacientes que llegaron a hacinar los espacios. Ya en su descrédito se menciona que además de las patologías mentales claras, se insertaban en el centro personas de todo tipo, alcohólicos, prostitutas, vagabundos, limosneros, para curas de excesos que no necesariamente eran mentales. En  sus 21 edificios levantados en 141 mil 662 metros cuadrados, se llegó a triplicar la población de pacientes que en sus orígenes era de mil 300. Dichos defensores sostienen que algo que se logró fue disminuir la estancia hasta en 18 meses y señalan como edad promedio del paciente en alrededor de 33 años. En los centros actuales el promedio de pacientes es de gente joven en edad productiva.

La fachada de La Castañeda adorna barrio en Amecameca, estado de México

Un caso que fue muy comentado cuando fueron derruidos los 21 edificios del manicomio, fue el interés del industrial Arturo Quintana Arrioja por recuperar la fachada del edificio, la que logró reunir material por material, piedra por piedra para llevarlos a Amecameca. Es una bella edificación que todavía está en ese sitio del estado de México. Al morir el industrial fue donado a los Legionarios de Cristo y actualmente está en poder del Centro Vita SC, integrado a un organismo de investigación empresarial.  En la zona donde estuvo La Castañeda se levanta desde hace décadas la Unidad Habitacional Lomas de Plateros y Torres de Mixcoac, donde de vez en cuando alguien suele decir que los recuerdos circulan.

 

 

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