Desaparecidos de décadas, por
autoritarismo y demanda externa de drogas


Teresa Gil
/ Libros de ayer y hoy
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La Cruz Roja Internacional señala a México como el país que tiene más desaparecidos en América, pero no aclara que miles de esas cifras vienen de décadas pasadas. Más de 90 mil desaparecidos se mencionan en el país, acumulados durante varias décadas y las causas pueden ser muchas. Entre las más reiteradas están el autoritarismo que prevaleció por décadas, la corrupción, la delincuencia organizada y la cercanía con Estados Unidos. Esta es una permanencia geográfica que nos impacta de diferentes maneras y que en este problema mucho tiene que ver con el desarrollo del narcotráfico, por la demanda de droga que viene de ese país. Se mencionan desapariciones voluntarias o por crímenes particulares, que pueden ir en ascenso. Decenas de mujeres desaparecidas fueron encontradas asesinadas en los patios y sótanos de un feminicida  del estado de México en fecha reciente. El autoritarismo que se instaló en gobiernos que  utilizaron la Revolución como una forma de permanencia en el poder, ya institucionalizada, produjo infinidad de desapariciones en las guerras sucias que impulsaron algunos gobiernos y que puede datar desde hace siete décadas. De muchos casos no se tiene ningún punto de partida. El autoritarismo inserto en gobiernos locales todavía se exhibió y exhibe en muertes violentas y desapariciones y como ejemplo está el caso de Claudia Uruchurtu Cruz, asesinada y desaparecida en Nochixtlán. Muchos desaparecidos actuales lo son por ser defensores de su entorno, de causas sociales, por posturas ideológicas que molestan a grupos locales o por secuestros, luchas delincuenciales o enemistades personales. 

El autoritarismo del sistema, dejó en el limbo a más de 90 mil vidas

Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría, los Figueroa en Guerrero y otros expresidentes, caciques, gobiernos locales y estatales, crearon a lo largo de décadas, un imperio de autoritarismo que se cebó en disidentes, guerrilleros o personajes de medios y sociales, que disentían con ellos. Desde el poder siempre argumentaban la persistencia del sistema para ejercer acciones violentas. Muchas de éstas son las desapariciones forzadas, la guerra de exterminio en Guerrero y otros como la embestida en Tlatelolco, cuyas muertes y desapariciones reales aún se ignoran. Otros presidentes eran más rápidos, porque se ausentaban como Adolfo López Mateos, y grupos del Ejército eliminaban a Rubén Jaramillo y a su familia; su esposa, además, embarazada. Otros también usaban al Ejército como Rubén Figueroa Figueroa, el temible cacique de Guerrero que mandó matar a Lucio Cabañas y a otros guerrilleros y a desaparecer algunos. El número de los desaparecidos que nada más se daba en cifras que además no eran confiables, fue aumentando con las décadas. Los esfuerzos para buscar fueron limitados y algunos llegaron a organismos internacionales 40 años después. Con Felipe Calderón la cifra de muertos y desaparecidos subió drásticamente ante la decisión de enfrentar al Ejército con un narco en pleno despliegue, cuyas complicidades, ahora al descubierto con pelos y señales, ponen en evidencia el porqué desaparecieron tantas personas, cuya secuela está presente. En esas complicidades se mencionan a la DEA y a altos funcionarios como Genaro García Luna, en proceso en Estados Unidos.

Las demandas estadunidenses de droga y el surgir de las buscadoras

¿Hasta qué punto un Estado se considera dueño de la vida de sus integrantes, como para provocar la desaparición forzada de algunos de ellos? Esto fue lo común en décadas pasadas y ahora las desapariciones vienen de esas vertientes como parte de una política autoritaria que dio la pauta para eliminar personas. El gobierno actual ha tratado de detener esa avalancha, con una nueva política, pero las condiciones  en el crimen organizado están muy definidas. Tardará tiempo esa lucha. No se profundiza desde organismos internacionales, por ejemplo, en la demanda permanente de drogas de Estados Unidos que revitaliza a un crimen organizado que tiene reyertas propias, matan, descabezan grupos y crean estructuras de desaparición en fosas, recovecos, pozos y montañas, cuando no son eliminados por el fuego o el ácido. Todo es monstruoso y es parte de políticas cómplices que se exacerbaron y en las que toman parte por su omisión poderes propios del Estado como el Poder Judicial al hacer mutis en esos casos. Todo eso se ha denunciado incluyendo el surgimiento terrible de los buscadores de desaparecidos en lomas, sierras, terrenos agrestes, mujeres y hombres llevados por la esperanza de encontrar a sus familiares. Un libro que causó impacto es Tiempo suspendido, una historia de la desaparición forzada 1940-1980 de Camilo Vicente Ovalle que fue presentado en 2019 en la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Es un libro acuciante que se refiere  a esos años de las guerras sucias y la intervención infame de autoridades que no se detenían para acallar a los que consideraban enemigos. Se refiere en especial a los estados de Guerrero, Sinaloa y Oaxaca.

 

 

El mes de la patria en sus avatares y su devenir creativo

Teresa Gil / Libros de ayer y hoy
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Fue un reto el inicio de clases pero en algo se cumplió. Las posiciones de padres y de los maestros y escuelas, estuvieron divididas, pero en mucho se vio de nuevo la presencia y la alegría de los niños, como un anuncio de que la vida puede llegar a acomodarse, y a ser de nuevo normal. El  mes de la patria tiene características específicas sobre la educación, quizá porque es en el que suelen iniciar las clases. Y tiene fechas oscuras, tristes, relacionadas con la educación y la juventud que está estudiando. Los niños héroes en grado de cadetes, murieron el 13 de septiembre de 1847 y los 43 de Ayotzinapa desaparecieron el 26 de ese mes en 2014. En unas semanas, hará siete años. Hay fechas signadas para la educación que son importantes: el 22 de septiembre de 1910, se inauguró nuestra gran casa de estudios, la UNAM; el 29 de ese mes de 1921, fue creada la SEP por Álvaro Obregón. Todavía en el siglo pasado, el 11 de septiembre se dio vida en 1971 al antiguo Consejo Nacional para el Fomento Educativo (Conafe) y en el 26 del mes en 1973, se lanzaron los Colegios de Bachilleres que vinieron  a competir con los CCH y más tarde con las escuelas, los IEMS de educación media, que creó Andrés Manuel López Obrador. Y como corolario fundamental de estas fechas presentadas en desorden, pero siempre del mismo mes, fue creado el 8 de septiembre de 1967 por la Unesco, el Día Internacional de la Alfabetización, que se aplicó en México. Actualmente de acuerdo a ese organismo, nuestro país tiene 95.38 por ciento de alfabetizados. El censo 2020 coincide y la cifra de analfabetas que se da es de 4 millones 456 mil 431. Un asunto que falta resolver.

Varios septiembres arroparon el proyecto socialista de Cárdenas

Desde fines de 1933, con un septiembre entre ellos, Lázaro Cárdenas presentó su proyecto de gobierno en el que se vislumbra un cambio constitucional sobre la educación en México, para adecuarlo a los grandes retos que marcó la Revolución. Tal como ha sucedido a lo largo de los tiempos con ese material tan sensible que es el educativo, hubo grandes manifestaciones en contra, sobre todo de la derecha, grupos de cristeros y conservadores que defendían la educación religiosa. Los proyectos educativos de Cárdenas se centraron en el laicismo y  la educación social. La educación sexual fue incluida, tema este último que repelen como parte del Estado, los grupos conservadores actuales. Los proyectos eran impresionantes a nivel social, los que fueron bajando de tono un poco para unificar criterios y no provocar rompimientos como los de la anterior Cristiada. La unificación en tormo al cardenismo se vio en el apoyo popular de la expropiación petrolera. Los programas educativos eran muy amplios y enmarcaban todos los sectores con posturas específicas y quedaron signados en la enseñanza social, justicia popular, en una propiedad colectiva y en un enfoque educativo que tuviera como centro  el desarrollo pleno del ser humano. Los tiempos posteriores fueron transformando aquel plan, aunque la herencia a favor siempre se expresa, sobre todo en el proceder humano. Esto se ha visto en esta etapa de la pandemia, en la que se ha mostrado la solidaridad de maestros y padres de familia para afrontar un problema inédito con los métodos disponibles, para  que se pudiera sacar adelante el tema fundamental de la educación.

Visión estudiantil en La verdad sospechosa  de Ruiz de Alarcón

Septiembre, un mes pródigo, permitió el día 29 de 1934, la inauguración del Palacio de  Bellas Artes, con una obra de gran aliento mundial: La verdad sospechosa de Juan Ruiz de Alarcón. Considerada la obra cumbre del gran dramaturgo de origen español que vivió en México, se desarrolla en parte en la Universidad de Salamanca. Para los biógrafos del dramaturgo, había la intención de relacionar al personaje central de la obra Don García, con el estudiantado ligero y en cierto sentido muy dado a los inventos. Don  García era un joven mentiroso y es arquetipo de las especies como Anaya que van por el mundo fingiendo lo que no son. Pero se trataba de un joven talentoso cuyas aventuras causaban humor y convertían sus acciones en comedia de equivocaciones, solo porque el muchacho estaba enamorado perdidamente de una joven rica. Juan Ruiz de Alarcón, cuyo recuerdo y nombre se utiliza en uno de los premios principales de autores literarios en México, regresó a España para enfrentar casi siempre a nivel de versos y diretes a los autores de la época. Pero dejó una estela en México con sus obras, que es parte del acervo nacional creado por él, en nuestro país.

 

 

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