Nosotros, los periodistas, “los que nos cuidan” y
la subcontratación consentida por Jenaro Villamil

Ramsés Ancira / Historias para armar la historia
Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.    http://carteleradf.blogspot.com/

En el principio López Obrador anunció que iniciaría la sección “Quién es quién en las mentiras” y los periodistas no vimos que esto era bueno. Más que bueno, resultó buenísimo.

Ahora ha quedado de manifiesto, que, sin la participación del periodismo libre, solo queda lugar para un Estado fallido.

El presidente tiene razón, escudados en el periodismo, muchas de las personas que tienen espacio en los medios informativos se dedican a la gacetilla, o como en los viejos anuncios del Aviso de ocasión, al pago por palabra, sea para repetir las grotescas y falsas campañas de propaganda del PRI, Acción Nacional, y en menor medida las de los dueños del PRD, Jesús Zambrano y Jesús Ortega, o bien por venganza por la ausencia de publicidad oficial.

En donde sí se equivocó López Obrador, y gravemente, es en ponernos a todos en el mismo saco. Incluso hizo famosa la frase “benditas redes sociales”, ignorando que estas también se corrompieron y hay gobernadores que las patrocinan para esconder sus delitos de lavado de dinero. Otros actores, por cierto, de Morena, para lucrar con los apoyos que el presidente Biden ofreció por el covid-19 a indocumentados mexicanos, como quedó plenamente demostrado con los ataques y montajes en contra de nuestro cónsul en Nueva York.

Sus fans más incultos, en consecuencia, se dieron a la tarea de motejar como “chayoteros” a todo periodista, que hiciera incluso las observaciones más amables y comedidas al presidente. Como buenos “bots”, pero sin inteligencia siquiera artificial, estas personas se aprendieron la palabrita, “chayoteros”, sin tener la más p…equeña idea de lo que esto significa.

La realidad es que en su afán de ahorro y protección a la sociedad que más lo necesita, al gobierno de la Cuarta Transformación se olvidó de un pequeño gran detalle: sin periodismo libre ni se hacen las revoluciones, ni se politiza a la sociedad, ni se le informa, y por lo tanto se fomenta el subdesarrollo; la dependencia a los programas de apoyo y la manipulación de gesticuladores, de los cuales Alfredo Jalife Rahme, quien se escuda en el presidente, sería un muy buen ejemplo.

Para no dejar el enfoque histórico, recuerdo que mi padre tuvo como compañero, en la cuarta década del siglo pasado, en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México, a Pedro Joaquín Chamorro. El estudiante nicaragüense era monotemático, de lo único que hablaba era de que regresaría a su país a hacer la revolución. Para ello, lo primero que hizo fue fundar un periódico La Prensa. Y en efecto, pese a todo el dinero que invirtió la CIA para comprar armas, con el dinero que obtenía de las drogas que importaba de Irán y vendía en Los Ángeles, la revolución triunfó. Usted lo recuerda, la historia recoge este suceso con el nombre de Operación Irán Contras.

Por cierto, al menos dos periodistas fueron asesinados por descubrir la trama, el mexicano Manuel Buendía y el estadunidense Gary Webb, Menos mal, el estadunidense pudo disfrutar, antes de ser “suicidado de dos balazos en la cabeza”, del reconocimiento máximo que se le puede dar a un periodista en el mundo, el Premio Pulitzer.

Continuamos. El asesinato de periodistas en México es a la fecha, uno de los de mayor alta tasa a nivel mundial, un promedio de dos cada mes. Esto es solo una muestra de la indefensión en que nos encontramos.

En tiempos del PRI, parte de los beneficios de ser reportero, era acceder a los programas de vivienda popular; sin embargo, más de la mitad del gremio no quiso, o no pudo, o por cualquier razón no aprovechó esta situación y de éstos, una buena parte, al llegar a la edad de adulto mayor, divorciados, sin familia y enfermos sobreviven en una situación muy precaria, algunos en el Club de Periodistas de Filomeno Mata 8.

Justo es decir que, para muchos, el “chayo” resultaba tan vergonzoso, que, en lugar de acudir al sicólogo, se lo gastaban bebiendo. Parece que fue el mismo Buendía quien dijo que un periodista sin aliento alcohólico era como “una flor sin aroma”.

Lo cierto es que había otras razones para el vicio: los periodistas generalmente éramos contratados por honorarios, sin seguro social, por lo que muchos no tenemos derecho a una pensión de retiro. Por otra parte, una jornada normal de trabajo es de 14 horas diarias, con lo que nuestra tasa de divorcios, es de las más altas entre todas las profesiones liberales.

Si no queríamos cobrar por honorarios, lo que permitía mejores salarios, teníamos que someternos a las condiciones de los sindicatos “charros”, entre los cuales ocupa el primer lugar mundial, el de la cadena de “los soles” desde que la adquirió, con dinero que le dio Luis Echeverría, Mario Vázquez Raña.

Le doy dos ejemplos, los reporteros nuevos trabajábamos en El Sol de México siete días de la semana, no teníamos descanso, pero sólo nos pagaban seis, el otro se lo robaba el sindicato,

Recuerdo que Rafael Loret de Mola (hijo de Carlos, el exgobernador de Yucatán y papá de Carlos, el de Latin Us), quien fue mi director en la agencia Lemus, fue contratado para encabezar uno de los periódicos de la cadena de “los soles”. Cuando preguntó que sueldo le asignarían, le respondieron que “para que se preocupaba por eso”. Llegando, le dijeron, “el gobernador se va a encargar de mandarle un coche, chofer y asignarle una casa para que viva dignamente”.

Si acaso el gobernador se negaba al chantaje, los ataques eran incesantes, hasta tirarlo “de la silla”.

Por eso Abel Quezada dibujaba a los periodistas como sujetos famélicos sostenidos por cuerdas en una posición muy incómoda.

Hoy, que tanto se ataca, justificadamente, desde el gobierno al outsorcing, (llamémoslo mejor en español, pues los anglicismos no son necesarios) la subcontratación en el Sistema Público de Radiodifusión que dirige Jenaro Villamil, es norma y no excepción.

Nuestro admirado “homozzapping” como el mismo firma sus videos, ha sido incapaz de exigirle al presidente López Obrador, las condiciones más elementales que el artículo 123 ofrece a los trabajadores. Sí, no se sorprenda, aunque hay quienes no reparen en ello, los periodistas también comemos, tenemos necesidad de vivienda, y si no fuera mucho pedir, que nos paguen por nuestro trabajo, no estamos diciendo que nos den una retribución digna, solo digo que nos paguen o, lo que sea, pues solemos financiar nuestro internet, transporte y vestido, con otros ingresos, comúnmente como maestros, correctores de estilo, asesores de tesis, o la venta de nuestros libros.

Ya no se diga Notimex, que para evadir el para ellos molesto sindicalismo, recurre a la práctica de contrato de esquiroles. Tampoco los culpamos, tienen que comer, y no es fácil para 250 personas, hombres y mujeres, compartir el mismo baño en una bodega.

En este tema debemos hacer un pequeño paréntesis para hablar del Canal 21, administrado por el gobierno de la Ciudad de México, quizá sea la única señal del planeta, en que los conductores de noticiarios van vestidos apenas con una camiseta, a pesar de ello no solo hacen noticieros buenos y baratos, sino incluso programas especiales, como los que han narrado las atrocidades de Isabel Miranda de Wallace. Nuestra admiración y respeto a los colegas, pero también un llamado a Claudia Sheinbaum para que invierta más en la producción de este canal. No solo es una inversión social, sino que le va a dar réditos políticos. Consejo gratis: por lo menos que los gobiernos de la Ciudad de México inviertan mil pesos en una campaña de Google para promocionar sus contenidos y que la gente los vea.

Finalmente: ¿Por qué será que quienes solicitan el apoyo del Mecanismo de Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas, de la Secretaría de Gobernación, resultan los más amedrentados, encarcelados e incluso asesinados?

No lo hemos podido constatar, pero tampoco tenemos razón para dudar la denuncia que nos han enviado, sobre que este mecanismo, en pleno gobierno de López Obrador, es controlado por familiares de Genaro García Luna. Lo que sí sabemos es que escoltas del licenciado Enrique Garduño, defensor público federal fueron esposados y encarcelados temporalmente en el estado de México, y luego de que le quitaron el trabajo, recibió amenazas que lo llevaron a solicitar y obtener el asilo humanitario en Estados Unidos, apenas hace unas semanas, ya en la gestión del presidente Joe Biden.

Otro periodista, quien acusó de enriquecimiento ilícito y lavado de dinero al gobernador de Quintana Roo, ha sido sentenciado a 16 años de prisión por un delito aparentemente fabricado. No nos extendemos más, porque su abogado le ha recomendado que no se mediatice el caso. Sin embargo, esto nos da pie para concluir con nuestra final y acostumbrada…

Bitácora suplementaria

Olivia Arrieta comenta a nuestro programa Defensoría Pública contra Isabel Miranda de Wallace: “Dejen de enfocarse en el hermano de Irma Eréndira y enfóquense en la Wallace”

Le respondo: “Entendemos su postura, pero mire, tanto peca el que mata la vaca, como el que le detiene la pata. Primero Netzaí privó ilegalmente de la libertad a los abogados de Brenda Quevedo y Jacobo Tagle Dovín para obligarlos a renunciar, luego dejó sin defensor a Brenda, en la audiencia en la que se decidía su libertad, así que, es un corrupto, o un inepto, o las dos cosas.

Agrego: intempestivamente la abogada de la Defensoría Pública Federal, quien debía acudir a la audiencia donde se decidiría la libertad de Brenda Quevedo, decidió que se iba de vacaciones. No me extraña, las amenazas y encarcelamiento de letrados que han defendido a las víctimas de Wallace, hacen que éstos se hayan visto obligados.

Y digo más: Entiendo que el presidente López Obrador haya influido en el nombramiento de Netzaí Sandoval en el Poder Judicial. El nepotismo que esto representaba al tener en la nómina de la 4T a Irma Eréndira Sandoval, como secretaria de la Función Pública, A Pablo Amílcar Sandoval como súper delegado en Guerrero y ahora como senador de Morena; a Netzaí con doble cargo como director de la Escuela de Derecho Ponciano Arriaga (subsidiada por el gobierno federal) y como director de la Defensoría Pública; y al esposo o cuñado de estos personajes, John Ackerman, en la nómina del Canal 11 del Instituto Politécnico Nacional, es un exceso.

Cierto, el Poder Judicial, como lo admitió entre líneas el presidente López Obrador en la conferencia de este jueves, es una cloaca, pero recomendar a Netzaí no le ha traído ningún beneficio, y menos porque lo único que hizo para acusar a Wallace, fue “refritear” la denuncia legal que ya había emprendido la periodista Guadalupe Lizárraga y también argumentar la falsedad representada por el ADN, que no era de Wallace, lo que también fue posible gracias a la investigación periodística que logró encontrar al padre biológico, del multinombrado Hugo Alberto y no gracias al trabajo que no quisieron hacer los gobiernos de Felipe Calderón. Enrique Peña Nieto, ni hasta ahora el de López Obrador.

 

 

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