Que el ballet sea para concientizar: Briones

* Primer ballet mundial sobre conservación de tortugas

Nidia Sánchez / La vida en rosa
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Bailó hasta que se le rompió el cuerpo, y ya no dio para más. Mi granito de arena en el Día Mundial del Medio Ambiente y el Día Mundial de la Tortuga es un trabajo fuerte de concientizar a través del Primer Ballet Mundial para la conservación de tortugas “Fergus”, apoyando a turtle concervancy en su lucha por proteger a especies vulnerables en el mundo, nos comenta el reconocido bailarín mexicano Ben Briones, quien ha conquistado desde hace algunos años Nueva York, donde radica, no sin antes haber sido parte de muchísimas compañías de danza en Estados Unidos.

Bailarín, maestro, coreógrafo, director y dueño de su propia escuela Benjamín Briones Ballet, además de continuar siendo parte de prestigiadas escuelas en Nueva York, lugar soñado por muchos, y donde se fusiona una riqueza impresionante de culturas, sitio al que llegan bailarines profesionales de todo el mundo, un lugar en el que se debe trabajar demasiado para ganar un nombre.

Nos comparte que ha creado un ballet que toca el tema de las tortugas que están en peligro de extinción, de la urgencia de salvar los océanos, el planeta, los animales, hasta donde sabe, ninguna compañía dancística lo ha tocado y son pioneros. Refiere que los apoya una asociación del río Hudson, así como instituciones gubernamentales y privadas por tocar ese tipo de temas, “estoy muy contento”.

Cuenta con el apoyo de 11 coreógrafos, dos son mexicanos, tocan todo tipo de temas sociales con los que están totalmente comprometidos, para visibilizar enfermedades mentales, abuso doméstico, tratar de que se sensibilice la sociedad acerca de los temas de actualidad a través del arte y la danza.

Egresado de la Escuela Nacional de Danza Clásica y Contemporánea del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), recuerda sus inicios, quizá cuando era casi impensable que pudiera entregar su vida a la danza, al arte, y diseñar vestuarios.

Ingresó por azares del destino a una escuela de educación artística, y cuando se dio cuenta terminó tomando clases de danza, su maestra vio algo en él que le hizo prometer que seis meses después tocaría la puerta para estudiar formalmente danza en el INBA.

En ese momento, Ben, no era consciente de sus capacidades en la danza profesional, solo quería tomar el reto que era extremadamente difícil, interesante, apasionante, así que le respondió que trataría de hacerlo. ¡No tienes que prometer que lo harás!, dijo su maestra.

Entonces en la Escuela de Nacional de Danza Contemporánea del INBA lo aceptaron y empezó a ir con profesionales en las tardes, con grupos especiales de danza.

“Aceptaban a personas mayores, ya que la danza para quienes se van a dedicar a esto comienza siendo niños, y yo comencé a los 17 años y medio, iniciar la carrera de danza a esta edad era casi imposible, pero existía esa oportunidad por aquel entonces”.

Al mismo tiempo que tomaba en serio la danza, Benjamín hacía la carrera de Arquitectura en la UNAM en la que logró mantenerse hasta el primer semestre.

“La danza contemporánea exige mucho tiempo y después de varios intentos de hacer las dos, era demasiado trabajo, dormía cuatro horas diarias, hasta que la directora lo llamó un día, le dijo no necesitas hacer las dos cosas, elige una”.

Fue una confrontación entre lo que él disfrutaba tanto, la danza, y cumplir con su familia, quería hacer felices a sus padres con una carretera, ellos pensaban que una carrera artística era una pérdida de tiempo.

Haber iniciado con la carrera como bailarín lo hizo buscar más entrenamiento, técnica, aunque no tenía dinero ni el apoyo de su familia, así que se presentó en una audición de danza clásica del INBA y continuó más estudios por la tarde.

En la mañana estaba entregado al ballet clásico y de ahí se preparó para una audición en la escuela privada Centro de Arte y Ballet Tecamachalco, que es una extensión de la Royal Academy of Dance, de Inglaterra, fue así como la propietaria y prestigiada maestra Tita Ortega lo becó por completo, terminó danza clásica y contemporánea, dos carreras, y se graduó en el INBA en seis años, todo en forma simultánea. Benjamín en ese tiempo, no sabía de nadie que haya hecho lo mismo.

Audicionó para la Compañía Nacional de Danza Clásica que es la más grande de ballet que existe en el INBA y en ese entonces tenía entre 70 quizá 80 bailarines, según recuerda, había tres compañías de ballet en México, el ballet de Monterrey, la compañía de ballet de la UNAM.

          Resultó que el maestro y bailarín cubano Fernando Alonso Ryneri, tomó la compañía de ballet de Bellas Artes y decidió que no quería recibir a ningún bailarín mexicano y contrataron de otros países como Brasil, Cuba, Argentina, entre otros. Benjamín Briones un joven bailarín acostumbrado a jornadas extenuantes, estaba sin trabajo así que audicionó inesperadamente para una compañía texana que en ese momento se hallaba en la Ciudad de México y para su mayor sorpresa le ofrecieron un contrato de un mes para una producción en el verano de 1994.

Posteriormente regresó a México y comenzó a buscar trabajo en la Compañía Nacional de Danza, pero no era bienvenido y audicionó para otra compañía independiente, donde estuvo tomando clases y como no lo contrataron en su breve estancia de una semana, lo animó a tomar nuevos retos, las puertas parecían cerradas, así que se inscribió para el primer concurso nacional de danza, fue el primer año que se lanzó, fue a Guadalajara donde sufrió un accidente.

        En el Paso, Texas, le ofrecieron en septiembre un contrato y como no sucedió nada en México, además de que todavía no lograba recuperarse de su dedo roto, les preguntó que si lo necesitaban y si le hacían válido el contrato con la lesión, le respondieron que sí y se fue en enero, viajó para instalare en Texas el 5 enero de 1995, donde el contrato de trabajo le permitía una residencia hasta el mes de junio. Se dio cuenta que increíblemente estaba encontrando más oportunidades fuera de su país.

“Sucede mucho en México donde hay gente talentosa, no hay dinero y tampoco el reconocimiento a bailarines, existe el dedazo, los amigos y las recomendaciones, y yo no conocía a nadie que me pudiera recomendar, era solo y mi danza, mi esfuerzo, éramos muchos estudiantes talentosos, no sé qué paso con mis compañeros”.

“Por aquel entonces había un taller coreográfico de la UNAM, pero volvemos a lo mismo, nunca lo intenté porque no conocía a nadie allá”.

De enero a junio estuvo en El Paso, Texas, en la compañía de su novia, llegó el verano así que estuvo un año y medio en una compañía pequeña donde varios mexicanos han bailado y todo estuvo muy bien.

Luego se presentó para una audición en el Austin Ballet, donde estuvo trabajando de 1996 a 1997, era una compañía más grande, dinámica con un repertorio variado, una bonita compañía donde había cubanos y bailarines de otros países. Era una ciudad joven, el ambiente musical de una ciudad pequeña y yo con mis emociones desbordadas de querer conocer más.

Ocurrió que a su novia le dieron una beca en Nueva York por parte de Joseph Ballet, una escuela reconocida, entonces viajó con ella, sin trabajo, en el verano de 1997, y comenzó otra etapa a tomar clases en Nueva York, aprendió mucho sobre cómo audicionar y competir para ser mejor.

“Nueva York es como una cazuela que mezcla el arte, distintas culturas, es una experiencia increíble, bailarines de todo el mundo muy buenos, tuve mucha suerte porque ese mismo año en septiembre comencé a trabajar”.

En agosto había conseguido un contrato por un año en Maryland, es una historia larga. La síntesis es que pasó por muchas compañías como invitado, en Austin bailó siendo parte de compañías haciendo papeles de solista, bailó hasta que se le rompió el cuerpo, y ya no dio para más.

“Ocurrió estando como invitado en uno de esos años en un ensayo de doble giro en el aire, se me rompió un pie, no me di cuenta, estamos tan acostumbrados a bailar con dolor, así que continué bailando con cuatro compañías diferentes”.

Así bailó el Cascanueces, era una fractura demasiado grave, tenía un pedazo de hueso roto.

Terminó con el pie destrozado y se fue a México a ver a su familia, a descansar, visitó a un doctor muy conocido que trataba a futbolistas y en una consulta le llamó la atención y lo operó, la realidad es que se había dañado mucho la articulación, fue una operación difícil que tomó mucho tiempo en recuperarse, tenía 40 años en esa época, después de un año todavía no podía tomar clases, se vio obligado momentáneamente a retirarse de la danza en 2006.

Al retroceder en sus memorias del tiempo, refiere que comenzó en 1998 a dar clases para compensar sus ingresos económicos, había una academia en Long Island, donde conocía a la directora, además de ser bailarín por la situación económica se convirtió en diseñador de ropa de danza desde que llegó a Estados Unidos en 1995, siempre hacía vestuarios.

Yo necesito maestros de ballet mencionó la directora de la academia de Long Island, y comenzó a dar clases con su novia, tenía cierta preparación, porque desde México daba clases a niños, sabía la técnica del ballet, no importa cuánto estudies alguna disciplina, una cosa es saber y otra enseñar.

La directora le confió a sus alumnos profesionales y entonces lo hizo, les gustó mucho, así comenzó a dar clases por varios días, ya para ese entonces hacía coreografía, realizaba sus propios montajes, la maestra le informó que quien daba clases no iba a regresar y le ofreció tomar ese lugar.

Pensaba durante los tiempos difíciles, “tengo el pie fracturado”, caminaba con bastón o muletas, luego entró como ballet master de la compañía, cuando montaba una de sus piezas, ahí comenzó otra etapa en una compañía profesional un aceleramiento como maestro, coreógrafo y director, dirigir los ensayos durante tres años, luego con otra compañía y se comenzaron a abrir las puertas dando clases en escuelas más prestigiadas, ascender en el ámbito de ser maestro, dirigir a bailarines profesionales, hasta que abrió su propia compañía de danza hace ocho años aproximadamente.

Cada vez se le presentaban más ofertas de colaborar en Manhattan, se acercaba a Nueva York, estuvo en Mark Morris Dance Group, también en un estudio de danza en Brooklyn, obtuvo un puesto como maestro en la mejor escuela de danza contemporánea de Nueva York, y se podría decir que la mejor de América, expresa Benjamín.

El destacado bailarín Ben Briones está como maestro en una universidad donde imparten la carrera de bailarín, acuden estudiantes del extranjero, tienen varios programas de becas hasta certificarlos, tiene cinco años ahí, luego se integró también al estudio Steps, uno de los más reconocidos en el mundo, tienen un programa que inicia desde que son niños y jóvenes, está como maestro sustituto para las clases de profesionales, también ha compartido sus conocimientos en Ballet Arts, escuelas muy importantes de ballet.

Recientemente Benjamín lanzó una tienda nueva en línea: Briones Lifestyle Athleisure, a la que denomina ropa deportiva fresca sin esfuerzo para tu estilo de vida ocupado, hechas a mano, se trata de una colección multifuncional para hacer ejercicio e ir al trabajo.

Las puertas se han abierto a través de búsqueda y recomendaciones, es el momento en que Ben Briones se siente más reconocido por el trabajo que ha realizado.

         “Hay muchísimo trabajo, esfuerzo, mi desarrollo artístico como bailarín y maestro es siempre actualizarme tomando recomendaciones de otros, la actualización es permanente como artista, es algo que amo, que me hace feliz, cada día me levanto lleno de energía e ilusión de compartir todos mis conocimientos para que los alumnos sean mejores, se cuestionen, utilicen nuevas imágenes, lo mejor que pueda hacer para que ellos avancen y cada generación de bailarines sea mejor. “No me pesa compartir mis conocimientos, me provoca felicidad”.

“Es un orgullo representar a mi país en Nueva York, donde sigo en mi proceso de crecimiento, ya no bailo, sin embargo, mi proceso como bailarín continúa en una prolongación como coreógrafo, artista espectador, bailarín, pedagogo, existe un daño irreversible en el cuerpo desde hace años, y lo más certero es que permanezco en la búsqueda interminable e infinita de la danza que soy yo”.

          Actualmente, Benjamín Briones ofrece clases a distancia a través de una escuela en línea desde Nueva York, comenta que en vez de reunir dinero para viajar y pagar una estancia, comida, el internet los acerca a través de distintas plataformas, ofreciendo a los alumnos de ballet de todo el mundo, el apoyo de traductores de distintos idiomas, los invita a acercarse a su trabajo y el de su equipo.

Para finalizar, nos plantea que a causa del covid-19 las escuelas cerraron y los maestros de danza perdieron el trabajo. Sus reflexiones lo han llevado a pensar que si la economía global tarda en recuperarse dos o tres años, la danza va a tardar como cinco años por lo menos en Nueva York.

          Hace un alto y agrega: “En México es una realidad que está atrasado como 50 años en las metodologías de enseñanza, los maestros que existen en nuestro país, sobre todo de ballet, la mayoría son exbailarines de la Compañía Nacional de Ballet que tienen buen nivel, pero es difícil que quienes fueron formados en estas academias puedan estar a la altura de otras academias del mundo, como Estados Unidos que está cerca o Rusia, donde el intercambio de las técnicas es muy fluido”. Es cierto que últimamente México se está abriendo mucho más, pero es todavía un rincón que no ha fluido, maestros se atienen a las técnicas que aprendieron, válidas, excelentes bailarines, pero se carece todavía de una actualización suficiente, no dudo que hay maestros que se actualicen, pero las técnicas se actualizan permanentemente.

          Aun con todo lo anterior, quien trabaja mucho y es perseverante, consigue triunfar en el mundo.

 

 

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