El tráfico de armas en el asesinato de Buendía

Pablo Cabañas Díaz
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Manuel Buendía fue asesinado hace 37 años, el 30 de mayo de 1984. Miguel Bonasso, quien era corresponsal en México de la revista colombiana Semana, fue  el único periodista que sostuvo la hipótesis de que Buendía pudo haber sido asesinado por descubrir una importante operación de tráfico de armas hacia Centroamérica. Esta hipótesis al paso de los años se fortalece. “Esa operación –escribió Bonasso– estuvo basada en el tráfico de armas de México hacia Honduras y Costa Rica. Según esta versión, desde Coatzacoalcos, Veracruz, habrían salido armas para abastecer a la contrarrevolución nicaragüense. En esa operación estarían comprometidos importantes funcionarios de Petróleos Mexicanos (Pemex) y dirigentes del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana, a quienes Buendía hizo blanco de frecuentes denuncias sobre corrupción”. Completaba Bonasso: ésta operación nos remite al misterioso industrial alemán Gerhard Mertins (…) propietario de la empresa Merex y de una mina de plata en Durango, (quien) fue descubierto por Buendía en un oficio oculto: traficante de armas con destino a Centroamérica” (www.semana.com/mundo/articulo/el-asesino-vino-del-caribe/5468-3).

El asesinato de Buendía sigue sin aclararse. En 1989 fue aprehendido, como responsable de su muerte, José Antonio Zorrilla Pérez, quien fue presidente del Partido Revolucionario Institucional en Hidalgo, de 1979 a 1981; y encabezó la Dirección Federal de Seguridad (DFS) de 1982 a 1985.

 

El 15 de febrero de 1993, Zorrilla Pérez fue condenado a 35 años de prisión por el delito de homicidio calificado y como autor intelectual del crimen, lo mismo que Juan Rafael Moro Ávila, nieto de Maximino Ávila Camacho, exjefe de grupo de motociclistas de la Brigada Especial de la DFS, y señalado como uno de los autores materiales del asesinato.

 

La versión oficial omite el hecho de que en 2014, se dieron a conocer nuevos datos relacionados con el asesinato de Buendía, en un documento estadunidense clasificado como de “máximo secreto”, en el que se habla de un traficante de armas, así como de la llamada Contra nicaragüense. El traficante en cuestión era el exnazi alemán Gerhard Georg Mertins (1919-1993). Desde 1984 se había considerado al alemán como sospechoso de la muerte de Buendía. Hay un dato que muestra los intereses que estaban en juego: “Para cubrir el costo de las armas que le compraban a Mertins, las avionetas que enviaba a Centroamérica con el armamento regresaban a México cargadas de cocaína colombiana que luego vendía al Cártel de Guadalajara”. (http://diario.mx/Estados_Unidos/2014-04-06_2b4606dc/entreno-dea-a-guerrilleros-en-rancho-de-caro-quintero; información de Proceso).

 

En el año 2011, las autoridades de la República Federal de Alemana tomaron la decisión de investigar el pasado nazi de sus servicios de espionaje. Se estableció una comisión de historiadores, para estudiar los expedientes de los años comprendidos entre 1945 y 1968. La apertura de viejos expedientes vuelve a dirigir la mirada hacia América Latina entre 1945 y 1968, cuando funcionaron de los servicios de la llamada Organización Gehlen, así llamada por el nombre de su jefe, el antiguo general de la Wehrmacht Reinhard Gehlen.

 

Los archivos de la Organización Gehlen confirman que se encubrió el paradero de muchos criminales nazis para convertirlos en algunos casos en sus agentes. La lista de nazis hallados es amplia. En Bolivia habitó durante años Klaus Barbie y hay fundadas evidencias de que Martin Bormman, el secretario de Hitler, vivió en Paraguay. Borman fue declarado oficialmente muerto el 2 de mayo de 1945 pero el 6 de febrero de 2011, el prestigioso periódico belga Derniere Heure aseguró que Bormman residió en la década de los 50 del siglo XX, entre Paraguay y Bolivia, bajo la identidad de un religioso. No es una ficción aceptar la tesis del famoso historiador Hugh Trevor-Roper, quien sostuvo que el número dos de Hitler no había muerto.

 

En 1972 el diario británico Daily Express publicó que Bormann huyó de Europa con papeles del Vaticano y entró en América Latina alrededor de 1948. La conexión mexicana de la Organización Gehlen tiene como antecedente el libro de Ken Silverstein titulado: Private Warriors (Guerreros privados), publicado por la editorial Verso Books en el año 2000. En esa obra se menciona la relación Reinhard Gehlen con su socio y amigo Gehard Mertins, un exoficial nazi que jugó un papel trascendente en el tráfico de armas y de oro en México.

 

Reinhard Gehlen formó la compañía Merex A.G, que vendió armas a países del tercer mundo y tuvo como su empleado más importante a Mertins. Famosos fueron los escándalos de tráfico de armas descubiertos en los años 60 en los que se implicó Merex. A tal punto llegó el poder de Merex que el gobierno suizo le prohibió hacer negocios en su territorio. En 1967 el Congreso de Estados Unidos investigó a la compañía, y estableció que sus actividades empresariales eran legítimas. Y lo eran, ya que contaba con el apoyo del servicio de inteligencia federal alemán y el visto bueno de Washington.

 

En su momento se sospechó de la participación en el crimen de Mertins, quien había llegado sin cita previa a las oficinas del periodista días antes de su muerte para amenazarlo. Desde los años 80 había rastros de la actividad de Mertins en México. Toda la información sobre Mertins se centraba en la sucesión de la Mina Villa Parral y la casa de la exhacienda de Ferrería de Piedras Azules, mobiliario de colección y varias propiedades más que habían heredado en Durango sus hijos Gerhard, Joerg y Helmut.

 

Las noticias sobre Mertins aparecieron de nuevo el 16 de junio de 2005 en los medios de comunicación chilenos. Ese día tuvo lugar un hallazgo de armas en la colonia Dignidad. Hay que tener en cuenta que Mertins falleció en Miami, Florida, el 19 de marzo de 1993. A partir de ese descubrimiento se hizo pública la relación entre Mertins y su socio Carlos Honzik, en el negocio en Chile de la compra 25 aviones Mirage 5 a Bélgica, en 1994 por la suma de 109 millones de dólares.

 

Mertins fue dirigente de la colonia Dignidad que se ubica en Chile. Esta es una propiedad de 13 mil hectáreas que estuvo al margen de la ley mientras la dirigió el exnazi Paul Schaefer y que fue utilizada en el gobierno de Augusto Pinochet como centro de torturas y desapariciones de personas. Hoy sabemos según informa el periódico La Nación, de Argentina, del 27 de septiembre de 2012, de la existencia de documentos oficiales que dan fe que en la colonia Dignidad había una fábrica de armas de acuerdo al testimonio del senador chileno Jaime Naranjo.

 

            Mertins era socio de la colonia y vivió en ella cuando tuvo que huir de México en 1984, luego de que se le vinculara al asesinato del columnista Manuel Buendía. Otro dato que también ha sido revelador del poder de este grupo fue aportado por el entonces senador chileno Jaime Naranjo, quien declaró que en la colonia Dignidad “se fabricaba armamento desde 1974”. El asesinato de Buendía tuvo un impacto en las finanzas de Mertins. Vendió sus acciones de la Compañía Minera Romer. Remató su rancho y más tarde el gobierno de Durango le expropió su hacienda La Ferrería de Flores.

 

Fuera de México, Mertins viajaba por distintas partes del mundo, pero cada cierto tiempo llegaba a su país natal, donde visitaba con frecuencia al obispo luterano Helmuth Frenz, uno de los primeros en denunciar los horrores de la colonia Dignidad y al cual, según un informe de Amnistía Internacional del 10 de octubre de 1997, amenazaba con “consecuencias” si no detenía su “campaña” contra los arios que vivían en Chile”. Mertins fundó en 1978 el Círculo de Amigos de Colonia Dignidad en Alemania  con el apoyo de su amigo Friedrich Schwend, el hombre que manejaba desde Lima los negocios de Merex para América Latina.

 

Schwend en los años 50 y 60 logró insertarse en la clase alta peruana. Don Federico, como le decían en Lima, vivía con lujo y ostentación, y era el encargado de la Organización Gehlen de lavar el dinero falso o convertirlo en armas, alimentos, ropa, diamantes, lo que fuera. Entre los años 60 y los 80 Mertins viajó por toda América Latina. Fue testigo de cómo el 25 de enero de 1983 Klaus Barbie fue entregado por el gobierno boliviano a las autoridades francesas en la Guyana. Mertins tuvo la sensatez para comprender que el material que incautaron las autoridades bolivianas a Barbie ponía al descubierto la red nazi en América Latina.

 

En el año 2010, se publicaron dos artículos en el diario La República, en los que vincula este crimen con la huida de un criminal de guerra nazi prófugo.

 

Según Manrique, Klaus Barbie, oficial de la Gestapo, estaba huyendo de la justicia francesa hacia Bolivia y pasó antes por Perú, identificándose con el nombre falso de Klaus Altmann.

 

Un ciudadano alemán Herbert John, dio cuenta de su presencia en Perú. A fines de 1971, John envío una carta al cazador de nazis Serge Klarsfeld, informando que vieron a Barbie en Lima. Manrique señala que, en 1983, Barbie fue detenido en Bolivia, y que el viceministro Gustavo Sánchez Salazar, quien lo entregó a la justicia francesa, afirmó que los documentos incautados al nazi mostraban su participación en el crimen de Banchero.

 

Según Manrique, John envío la carta al cazador de nazis porque estaba siendo extorsionado por una red nazi. "pudo haber creído que denunciando a Altmann/Barbie podría obligarlo a abandonar el país, sin medir la peligrosidad del personaje".

 

Barbie tenía un poder ilimitado en Bolivia en los años 60. Baste señalar que convenció al dictador boliviano René Barrientos del provecho de que su país sin litoral marítimo tuviera una marina mercante, creándose así la Transmarítima Boliviana, de la que Barbie fue nombrado gerente general y que sirvió de trastienda para el tráfico de armas y otros negocios.

 

Reinhard Gehlen murió el 8 de junio de 1979. Sin el apoyo de Gehlen y las amistades de Barbie en Bolivia y Paraguay, y sin el apoyo de la dictadura de Augusto Pinochet que concluye sus años de terror en 1990, Mertins se encontraba aislado y se refugió en Miami, Florida, en donde fallece el 19 de marzo de 1993.Con la aparición de nuevos archivos sobre el asesinato de Manuel Buendía en los próximos años se podrá saber el grado de involucramiento que tuvo Mertins en el homicidio.

 

 

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