Agresiones a México: Crímenes no definen a un país

Teresa Gil / Libros de ayer y hoy
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La situación que vive México y que se extiende a la  mayoría de los países del mundo, es un asunto económico y sociológico que ya se ha definido: un sistema injusto que extrapoló a los sectores y que ahora, con la pandemia, se profundiza más. Que salgan oportunistas a definir a un país por sus oscuridades, y en aras de sacar raja lo extiendan con su información a otros países, no solo evidencia el carácter traidor de esos vocingleros, sino el afán de hundir a un país en el esquema mundial, paradójicamente cuando es el suyo. Con el asesinato de la mujer salvadoreña en  Tulum, hubo seres anónimos calificadores de nuestro país, en una expresión que las redes deberían de vigilar. Y en ese caso está el personaje anónimo y calumniador llamado Bruja con Huipil que menciona Julio Hernández en su columna Astillero del 29 de marzo y que se refiere a nuestro país como “...este asqueroso y feminicida país”. Otros hacen lo mismo para llevar agua a su molino y hasta las madres de los guatemaltecos asesinados en Camargo, Tamaulipas, se refieren a México, un país de 126 millones de habitantes, como un lugar de asesinos. Nunca el alcance de nuestra ciudadanía había tenido tanta dimensión. El odio y el dolor mezclados en estas opiniones no solo son deleznables e injustas, sino que pone de relieve que quienes lo dicen en realidad usan ese sistema para expresar sus verdaderas intenciones.

En todos los países hay crímenes, la lucha es por eliminar las causas

En los albores del industrialismo y ya en la etapa victoriana, Inglaterra tenía la situación social más precaria. Había pobres a montón, 15 por ciento de los niños morían al nacer. Fue cuando aparecieron los famosos crímenes de Jack el Destripador (1888-91) y otros más que sí fueron descubiertos y enviados a la horca. Esa era la reacción cuasi feudal de muchos países del mundo, rémora que queda en algunos estados del país del norte: la pena de muerte. Los extremos a que ha llegado el actual sistema económico, que tiende a afianzarse de todas formas, (lo vemos por ejemplo en los amparos de las empresas de electricidad contra el actual gobierno) ha polarizado de tal forma a varios países en la criminalidad, Colombia es uno de ellos, que la única forma de controlar para provecho de un poder, es actuar y apoyar a los brazos criminales. Las decisiones contrarias a ese estado de cosas, causa por lo tanto muchos resquemores y hay un acento en sus acciones, sobre todo en este momento. La lucha del gobierno va en la dirección de ir resolviendo problemas que mengüen la delincuencia, pero hay rebase de esos grupos. Cada crimen exacerba a los opositores para actuar. Y los grupos “radicales” feministas no aciertan a comprender que el feminicidio si bien se inserta en el problema económico y sociológico, de concentración de la riqueza, es difícil penetrar en el ámbito familiar para controlar rencores y enfrentamientos en ese medio. Son dos cosas de la misma causa, con diferente expresión.

Desacreditar a países enteros, sistema de los golpes blandos

Cuando el dedo flamígero del dios hebreo quería destruir a un pueblo lo hacía parejo. Esas viejas leyendas de ciudades destruidas, Sodoma y Gomorra, Egipto con las siete plagas, que luego se convirtieron en diez, son simples ejemplos. En plena semana santa, cuando los fieles se persignan en las playas, vale recordar que esas historias del Génesis y del Éxodo, tienen muchas controversias y contradicciones y se cree que son retazos de historias que se expandieron de generación en generación, con un sustento original que se deformó. A la gente le gusta pensar que los pecadores de las dos ciudades primero mencionadas y que  al parecer estaban cerca del mar Muerto, fueron quemadas por la justicia divina. Pero arqueólogos modernos han investigado posibles causas y se habla incluso de un meteorito y lo más moderno las coloca  en el fondo del mar. En el caso de Egipto tiene mucho que ver con la lucha  antiesclavista que  al parecer  encabezaba Moisés para rescatar a los hebreos y la existencia de una serie de epidemias que se le atribuyen a una venganza de su dios. Esas plagas fueron una causa de espanto que obligó a los mandamases de ese entonces a soltar a los hebreos. El caso de los países golpeados es diferente en este tiempo. Se hace paulatinamente, en golpe lento y blando, usando a medios de derecha y opositores ardidos. Venezuela ha sido colocada en ese destino como antes lo fue Colombia por aquel avatar que era Medellín. Eso mismo  se busca contra México y si una mosca vuela, ya salen los detractores, muchos de ellos que esconden en su hipocresía el mandato que tienen de sus patrones.

 

 

La niña de Guatemala: México, víctima de la migración

Teresa Gil / Libros de ayer y hoy
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Óscar Chávez, recientemente fallecido víctima del covid-19, tomó uno de los poemas de José Martí y creó una canción exitosa que tuvo una larga época el siglo pasado, en el gusto del público. Sobre ese poema se han creado muchas leyendas en torno al prócer cubano. Se dice que es autobiográfico y que la joven María García Granados, que pereció ahogada por suicidio, fue un amor que dejó a su paso por Guatemala en sus viajes diplomáticos. Se agrega incluso que la referencia de la famosa canción sobre la llegada del infiel a la capital de ese país acompañado de su esposa, provocó la tragedia. Otros datos lo desmienten, porque la joven sabía que Martí estaba comprometido. La desgraciada joven hizo lo que la mítica Ofelia de Shakespeare, ante los desdenes de Hamlet. Federico García Lorca relata un caso similar en su Romancero gitano. La joven guatemalteca no pertenecía a un sector proletario, como muchos de los migrantes que de ese país, otros de Centroamérica y más allá, abarrotan las entradas en nuestro país para cruzar hacia Estados Unidos en busca de una nueva vida. La avalancha provocada por Biden con el ánimo de afianzar una presidencia controvertida, ha generado un repunte migratorio en el que México es la principal víctima.

La solidaridad debe ser de acuerdo a nuestra precaria situación

Los datos sobre los ingresos en diversos sitios, advierten que el flujo migratorio, aparatoso de por sí, va decidido a penetrar el país del norte, sin importarle el paso que cede involuntariamente México, por la circunstancia de ser vecino de Estados Unidos. Nuestra situación no está en la mente de esos viajantes. Ellos utilizan a cualquier país, como los otros que atraviesan antes de llegar a las entradas mexicanas. Algunos huyen de la pobreza, otros de las violencia, pero si se observa bien el aspecto de muchos de ellos se trata de gente de mediana posición, bien vestida y con presencia sana, exigentes según se ha dicho, de los alimentos que les dan a su paso los organismos solidarios. Esos son los que buscan el famoso sueño americano, que pagaron una suma alta a un llamado coyote y que quieren llegar a tener quizá riquezas y grandes residencias en la Unión Americana. Si uno compara la presencia de esas personas con los miles y millones de mexicanos que viven en la pobreza sobre todo en zonas indígenas, la de estos desmerece por su aspecto pobre, desaliñado y a veces desnutrido. Es lo mismo que ve uno en la gran Ciudad de México en las bocacalles, pidiendo limosnas, mazahuas con niños al hombro, discapacitados o personas haciendo malabares y limpiando vidrios. La pobreza de México se nutre de esas personas, millones de los cuales, a diferencia de los que migran, se quedan en sus entornos y con pobreza y dificultades, buscan cambiar las cosas en sus pueblos y su país. Esa es la paradoja.

Primero proteger a mexicanos de la frontera y luego a Centroamérica

El sector más agraviado por el desplazamiento migrante, es el de algunas ciudades mexicanas de la frontera. Con sus respectivos problemas y pese a que el salario mínimo es superior al del resto del país, las poblaciones de esa ciudades tienen el impacto de la llegada permanente de extraños. En su reciente gira por Chihuahua y Coahuila,  el presidente AMLO destacó la intención ya contemplada desde el inicio de su gestión, de impulsar el desarrollo de Centroamérica, afectada por una pobreza producto de la concentración de la riqueza, de gobiernos que en su mayoría, como el nuestro, saquearon  y se hicieron ricos, frente a una población que aumentaba en índice de pobreza. Para el 2020, la CEPAL advirtió sobre un 58 por ciento de pobreza para Honduras, país lleno de conflictos, golpismos entre otros. Ahí gobierna Juan Orlando Hernández. En Guatemala las cosas son peores. Se habla de más del 90 por ciento de pobres, 30 en pobreza extrema y hay una permanente movilización para sacar del poder al actual presidente  Alejandro Giammattei. En El Salvador, pese a lo jactancioso de su presidente Nayib Bukele, la pobreza rebasa los 2 millones en un pequeño país de más 6 millones y medio de habitantes. AMLO destacó las muchas causas que ocasionan la migración e insistió en los 4 mil millones de dólares que anunció Estados Unidos con Biden, para impulsar la región. De acuerdo a datos en los cuales hay movilidad, esos tres países mencionados que son los que más expulsan, rebasarían juntos los 35 millones de habitantes. Hay organismos solidarios en México que protegen a los migrantes, políticos y personajes que  justamente insisten en  sus derechos humanos, México los cumple actualmente, pero el país, de acuerdo a otras voces, debe velar por su propia ciudadanía también afectada no solo por el covid-19, sino por la pobreza que se acentuó en esta etapa. México está visualizando en primer lugar, el respeto a los derechos de migrantes y ha aplicado leyes pero presiona también para que los gobiernos comodinos que crearon tanta pobreza, participen en estas propuestas porque es su obligación.

María, la niña de Guatemala, en un país que siempre ha sido pobre

Con esa deformación que tienen las disqueras y que desde luego es ilegal, atribuyen a los cantantes las letras y la música de las canciones que graban. La niña de Guatemala, el famoso poema que escribió José Martí después de la muerte de María García Granados en 1878, se lo atribuyen a Óscar Chávez. No sé si la música será de él, pero la interpretación sí, y muy buena y la hizo famosa en la época en la que fue más famoso como cantante. La letra recalca la desmemoria del que dejó plantada a la joven, pero la verdadera historia señala que nunca ocurrió eso. La protagonista de este poema y otros fue María y Martí  los escribió cuando  solo tenía 24 años y sus ideas progresistas se enfrentaban a las de los gobiernos dictatoriales de la época, entre ellos Porfirio Díaz cuando pasó por México. María era una joven de la alta sociedad guatemalteca, de gran belleza, pero tenía un problema de salud que vaticinaba su temprana muerte. Hay documentos que constatan que la joven conocía que Martí estaba comprometido con Carmen Zayas con la que se casó y que por lo tanto a diferencia de lo que dice el poema, la infidelidad nunca se dio.

Quiero a la sombra de un ala
cantar este cuento en flor
La niña de Guatemala
la que se murió de amor

¡Ay!, eran de lirios los ramos
y las orlas de reseda
Y de jazmín la enterramos
en una caja de seda

Ella dio al desmemoriado
una almohadilla de olor
El volvió, volvió casado
ella se murió de amor

 

 

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