La guerra del 47 y la resistencia popular

Cristina Lanuza Marrero / Contexto Latinoamericano
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Esta vez la editorial Ocean Sur se traslada al pasado para rescatar una obra cuya temática no pierde actualidad. La guerra del 47 y la resistencia popular a la ocupación (1976) es el trabajo ensayístico de Gilberto López y Rivas, un destacado antropólogo e investigador mexicano que ha dedicado gran parte de su carrera profesional al estudio de la historia mexicana y latinoamericana. Rivas ha tenido igualmente una vida política activa pues se ha desempeñado, entre otras labores, como jefe de Gobierno del Distrito Federal en la Delegación Tlalpan, como asesor del gobierno de Nicaragua en Cuestión Indígena y Autonomía y como consejero del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Asimismo, fue merecedor de la medalla Roque Dalton y su numerosa obra es evidencia de su incansable preocupación por las comunidades autóctonas latinoamericanas. Precisamente, esta última temática es la que aborda el libro sobre el que estaremos comentando en esta breve reseña.

El autor realiza un análisis detallado de un hecho histórico-social que, a pesar de su lejanía temporal, no pierde interés ni importancia: la conquista brutal del norte de México emprendida por Estados Unidos con objetivos expansionistas y ambiciones económicas. Sin embargo, para la población originaria de los territorios ocupados, esta conquista, finalizada en 1848, solo significó explotación, discriminación y anexión forzada a un sistema y una nación que no identifican como propia.

Al terminar la guerra, Estados Unidos, explica el autor, impone el control en todas las esferas de la vida económica y social de esta parte de la población mexicana, y lo hace a través de medios innobles, crueles, como la intimidación y la violencia, guiándose exclusivamente por una ideología retrógrada y elitista, como es la diferenciación socio-económica a partir del origen étnico y nacional de la población. Asimismo, en su proceso de dominación de este terreno originalmente mexicano, no se preocupó por integrar a sus habitantes ni social, ni culturalmente, respetando al menos sus tradiciones, modo de vida y costumbres. Todo lo contrario, el gigante del norte impuso sin miramientos su modelo de vida y rechazó los siglos de historia del pueblo mexicano.

En su obra López y Rivas afronta este proceso de conquista y resistencia del norte de México desde una perspectiva historicista-social, mostrando al mundo la situación de las minorías nacionales autóctonas, en específico la chicana, una situación marcada por la opresión y los conflictos identitarios, que han subsistido hasta el presente.

Entre sus temas principales radica una breve historia general sobre el expansionismo territorial estadunidense y el establecimiento de este país en las provincias mexicanas del suroeste, con el objetivo de desentrañar las fuerzas que actuaron en las relaciones entre el estadunidense y el núcleo original de la población mexicana. De igual modo, dedica todo un apartado a la resistencia del pueblo mexicano contra el poder estadunidense impuesto, cuya historia de violencia y crimen fue el origen de la nacionalidad chicana. El propio proceso de conquista y resistencia contiene en sí los dos factores primordiales en la formación de la minoría nacional chicana. En primer lugar, la conquista estadunidense del norte de México, conquista militar que segrega esta casta social de su original jurisdicción, la mexicana, y la anexa a Estados Unidos. En segundo lugar, paradójicamente, la migración continua de mexicanos a la nación norteña. Este asunto ha sido valioso en la conformación de esta minoría, pues los emigrados han puesto en alza los lazos con su origen y han valorizado y conservado sus tradiciones.

Asimismo, el autor nos imbuye de conceptos históricos y antropológicos concernientes a los temas de nación, nacionalidad, Estado, formación nacional, minoría, minoría nacional, con el objetivo de brindarnos una base teórica que nos permitirá entender a cabalidad el tema específico de su estudio: los orígenes históricos de la minoría nacional chicana a partir de la guerra de 1847. De ahí que dedique una primera parte a esclarecer el binomio nación-Estado, elemento que será primordial para comprender las relaciones de dominación americanas.

La minoría autóctona chicana se encuentra sujeta, a través de un control político, al Estado americano y, por tanto, su derecho a reconocerse como nación le es negado. En cambio, el mencionado Estado se encarga de señalar sus diferencias con la imposición de un sistema de desigualdad y discriminación. La historia ha demostrado que en América Latina la formación del concepto nación siempre ha estado marcada por los procesos de conquista y colonización, eliminando y condicionando, de esta manera, aspectos tales como la lengua, la cultura, sistema socioeconómico, entre otros. De ahí, que preservar las tradiciones, costumbres y lenguas de estas minorías autóctonas sea de tanta importancia.

A pesar de los años, el tema tratado sigue siendo un problema a resolver. Nada ya puede hacerse por aquellas comunidades autóctonas que fueron despojadas de su universo, sin embargo, para aquellas otras que apenas sobreviven aún quedan esperanzas. El imperialismo es la nueva faceta del colonialismo, marcado por la crueldad y la indiferencia ante el patrimonio cultural. Está en nosotros no permitir que se sigan perdiendo culturas completas y cosmovisiones diversas de este mundo que habitamos.

 

 

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