La elección 2021: Transformación o coyuntura

Guillermo Buendía
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Para Abraham García Ibarra, quien partió al lejano oriente. Mi
agradecimiento por su guía en el ejercicio crítico del periodismo.

“todos ahuyentaron la justicia de su avaro corazón, los hermanos empaparon
sus manos con la sangre fraterna”.
Catulo, Poemas, Editorial Gredos, España, 2011.

I

La presión política que desde hace más de un año se ejerce sobre las elecciones previstas de este año por parte de grupos empresariales y medios, ahora se concreta en una alianza partidos-empresarios que pretende acotar el proyecto de gobierno de la Cuarta Transformación –caracterizado por revisar y renegociar los contratos trasnacionales petroleros, eléctricos y mineros, así como los relacionados con obras de infraestructura carretera, hospitalaria, penitenciaria y ferroviaria, o terminar aquellos beneficios multimillonarios concedidos a los grandes empresarios, incluso extranjeros, a través de la devolución y condonación de impuestos– mediante la recuperación de la mayoría legislativa de la Cámara de Diputados, con lo cual, bajo su control, estaría en condiciones de introducir reformas y adiciones legales a modo de los intereses privados y reorientar anualmente el presupuesto de egresos y proyecto de ingresos.

De manera inequívoca, la elección más grande de la historia (INE) definirá la continuidad o no del control político del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, construido en 2018 con la coalición Juntos Haremos Historia. El proyecto lopezobradorista centrado en recuperar la rectoría del Estado en la economía con el propósito de aminorar la profunda desigualdad económica de clases que ha llegado a grados críticos durante las tres últimas décadas, cuya fase más evidente es la pobreza, marginación, delincuencia y criminalidad, entre otros aspectos de la descomposición social, este proyecto necesariamente pasa por la recuperación de la soberanía de los recursos estratégicos de la nación, y aunque sin cambiar el modelo económico de ningún modo, sí implica que las políticas económicas, financieras, de inversión, fiscales y laborales sean una decisión soberana e independiente del gobierno mexicano. Las afectaciones a los intereses trasnacionales y nacionales han encontrado resonancia política en la alianza partidos-empresarios Va por México, y desde ésta la presión política se dirige contra todo accionar gubernamental.

La democracia cuenta con mecanismos que reducen la presión política. La acumulación de conflictos generados por las contradicciones de intereses económicos exige y presiona, en los periodos de relevo de gobernantes, cambios al orden establecido por el partido en el poder.

II

El uir bonus de Cicerón, ser “un hombre de bien”, ha de entenderse en las tradiciones políticas de Roma del siglo I a. de C. La severidad del orden normativo se veía constantemente presionado por la utilidad que reportaba ésta para dirimir las pugnas surgidas de los conflictos entre las facciones del Senado, César y cónsules, que no en pocas ocasiones se resolvían de manera violenta. Las intrigas tomaron forma de instrumento necesario al servicio de la estabilidad política del imperio, por lo que se tenía en gran estima las tradiciones religiosas y políticas. Pero la Roma de Cicerón no se apartó de la persecución y violencia políticas. Las proscripciones no bastaron para la estabilidad del segundo triunvirato (Octavio, Antonio y Lépido) y Cicerón “Murió con decisión superior a la que había mostrado en vida”, dijo Tito Livio. El artificio encubridor de intereses es elaborado por quienes hallan parte en éstos, hasta falsear la realidad, y su propósito es mirar “separadamente la utilidad y la honestidad. Falsamente: porque la misma regla define a una que a otra, y el que no entendiere a esto, no puede menos de estar metido en muchos fraudes y maldades… Mas el hombre justo, aquel que entendemos realmente por hombre de bien, no se enriquecerá jamás con los efectos de otro… y a nadie hace daño sino a quien le provoca con injuria… ¿Puede caber en un hombre de bien mentir por sus intereses, acusar, usurpar y engañar?” (Los oficios, Libro III, capítulos XVIII, XIX, XX).

Las citas de Cicerón –traducidas por Marcelino Menéndez y Pelayo, tomadas de Cicerón y Séneca. Tratados morales (Editorial Cumbre, México, 1987)– son por mucho la expresión crítica de la “norma ideal de los hechos” contrapuesta a la inobservancia de las normas sociales hasta propiciar la pérdida del valor de la norma aceptada. Así, los pasajes son traídos no para formular un símil o paralelismo históricos, ni elaborar hipótesis de análisis comparativo de la Roma antigua y los imperios modernos capitalistas; sólo como recurso metodológico de interpretación de los hechos en curso a partir no de las expresiones políticas de las relaciones de las élites en el poder, sino de las surgidas de la lucha política antagónica de facciones y partidos donde se concretan los intereses y dominio en pugna. Las críticas ciceronianas lanzadas contra el ejercicio del poder y la manera de restablecer el ideal del “valor de la norma” nunca se dirigieron para socavar el poder del imperio, sin embargo, éstas al tener destinatarios poderosos fue causa por la cual sucumbió fatalmente, no así Roma que, poco más de tres siglos después, se derrumbaría por la imposibilidad de sostener la pesada carga de la grandeza romana sobre el disperso sometimiento contributivo de los bárbaros, quienes hallaron en la decadencia acumulada la debilidad de un imperio repartido militar y políticamente.

Los modernos imperios capitalistas tienen frente así las contradicciones de la desigualdad que produjeron.

III

Los antecedentes políticos recientes están condicionando una ruta extremadamente crítica del proceso electoral, radicada ésta en la capacidad institucional del Estado mexicano para absorber los efectos de las embestidas provenientes de la polarización, incluida la violencia política de grupos criminales. En este contexto, las conjeturas de las encuestas para medir las tendencias del voto resultan elementos insustanciales frente a las secuelas económicas y sociales arrastradas de la pandemia.

El asunto crucial de la elección intermedia federal –el control político de la Cámara de Diputados y de la mayoría de los congresos locales– está en función de los aspectos siguientes: la crisis de los partidos Revolucionario Institucional, Acción Nacional y De la Revolución Democrática; el registro de nuevos partidos (RSP, FM, Eliige); la reelección, sustitución y reemplazo de diputados federales y locales; el financiamiento de campañas con recursos de procedencia ilícita o del erario; injerencia permanente de grupos de interés (medios) u ocasional del crimen organizado; las implicaciones de los casos judicializados de corrupción (Emilio Lozoya Austin-Odebrecht, Rosario Robles Berlanga-Estafa Maestra, Juan Collado Mocelo-lavado de dinero y Alonso Ancira-Agro Nitrogenados Altos Hornos de México) que alcanzan a gobernadores, diputados y candidatos.

De partido corporativo de sectores se transformó el PRI en uno de élites políticas a partir de la década de los ochenta del siglo pasado. La oligarquía derrotada y la jerarquía de la iglesia católica encontraron su representación política en el PAN hacia finales de los años cuarenta; habrán de pasar cincuenta años para que PRI-PAN  apuntalaran el proyecto neoliberal y la alternancia plutocrática. El PRD –cuyo antecedente fue el FDN, donde se aglutinaron las fuerzas vivas de la izquierda socialista y movimientos populares– de alternativa democrática, al quedar en manos de grupos oportunistas formados desde el poder (PST), a partir de la mitad de la primera década de este siglo, fue cooptado hasta ser convertido en un partido abiertamente retrógrada.

En los tres partidos mencionados hubo procesos de elección para renovar los cuadros de dirección. En Morena, por más de un año de conflictos y dirigencias interinas, fue electa una presidencia formal pero sin consenso. Los cuatro partidos han conformado coaliciones con el objetivo de permanecer o ascender al poder. De ganar diputaciones los nuevos partidos el sentido del voto de estos legisladores estará presionado constantemente para construir mayorías aleatorias en la LXIV Legislatura.

La reforma constitucional que dio paso a la reelección de diputados influirá para determinar la recomposición de los grupos parlamentarios de la LXIV Legislatura a través de dos mecanismos: sustitución y reemplazo. El primero asegurará la permanencia de un número mínimo e igual de diputados para ocupar los espacios dejados por legisladores que optaron por otros cargos a nivel estatal; el segundo, posibilitará desplazar diputados por otros de mayor influencia para la alianza empresarial. Estos mecanismos se plantean para la recomposición parlamentaria de los partidos con la finalidad de conservar el número actual de legisladores, por un lado; y en el caso de la alianza Va por México ganar curules en posesión de la coalición Juntos Haremos Historia con el objetivo de construir una mayoría opositora contra la 4T, y una alternativa política de la sucesión presidencial de la derecha mexicana.

Sin leyes reglamentarias la reforma constitucional que sanciona como delito grave las prácticas de coacción del voto y otras, como el financiamiento ilícito proveniente del narcotráfico o triangulaciones de recursos del erario o empresarial, los recursos de impugnación seguirán estando acotados por una legislación tolerante. La disuasión será política, y aunque la reprobación moral contra actos inescrupulosos parta de Palacio Nacional, el pacto probará los límites del “valor” de la norma para contener la lucha política por el poder cuando está de por medio la recuperación de los privilegios económicos del modelo neoliberal y revertir las afectaciones a la inversión extranjera.

En el periodo proselitista los escándalos políticos de corrupción predominarán, no obstante, no desestabilizarán el proceso electoral. Sí lo hará la violencia de organizaciones del narcotráfico, huachicol, tráfico de migrantes y armas (asesinato de candidatos, dirigentes partidistas y de derechos humanos, operadores políticos) trastocará el orden institucional democrático para “crear una alternativa política que derrote” al régimen morenista, situación extremadamente peligrosa. La “rivalidad ideológica” de Va por México está más allá de terminar con la sobre representación legislativa de la coalición lopezobradorista. Esta rivalidad es irrelevante por el fenómeno de tránsfugas –coloquialmente “chapulines”– que está marcando una recomposición de cargos y no de gobierno. La violencia política sirve indirectamente a los fines de la derecha mexicana de pretender retomar el poder, y que de concretarse, la clase política subordinada, volvería a reconfigurar un poder público usurpado.

 

 

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