La pluma de Enrique González
Rojo Arthur cesó de deletrear el infinito

Reyes Martínez Torrijos / La Jornada
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El pensador, poeta y activista Enrique González Rojo Arthur, dedicado a la tarea de deletrear el infinito, falleció a los 92 años este viernes (5-III) en la Ciudad de México, confirmó su viuda Alicia Torres.

El político, filósofo y poeta tuvo “una muerte tranquila, en el sueño”, luego de convalecer de una enfermedad respiratoria que sufrió hace un año, informó Torres a La Jornada.

Adelantó que se acordó con autoridades culturales que González Rojo Arthur recibirá un homenaje en el Palacio de Bellas Artes cuando sea seguro, ya que aún existe riesgo para los asistentes dada la pandemia de covid-19.

Aunque desde la tarde de ayer se le despide en la agencia funeraria Gayosso ubicada en la calle Colima, Torres sostuvo que “cuando estemos vacunados será el momento de homenajearlo”.

En un breve mensaje en la página de Facebook del escritor y filósofo se informó: “Queridos y queridas amigas: mi padre, nuestro poeta y filósofo Enrique González Rojo Arthur, acaba de morir. ¡Lo extrañaremos entrañablemente!”

Habitaba bibliotecas con casa

“Enrique González Rojo Arthur ha vivido en bibliotecas que tienen una casa, y no en casas que tienen una biblioteca”, destacó su hija, Graciela González Phillips, en el homenaje nacional que se rindió a mediados de diciembre de 2019 al poeta, filosofo, activista y catedrático.

Ausente en ese tributo por motivos de salud, ella contó: “Mi padre tiene una fama clandestina. Es conocido, pero no reconocido. Toda una vida dedicada a la poesía y no aparece en antologías ni suplementos; no es invitado a encuentros de poetas o filósofos.

“Octavio Paz y el fascismo sin paz lo han visto siempre como enemigo; algunos de sus libros se encuentran embodegados o perdidos, pero no por ello deja de escribir con gusto y alegría."

Su labor intelectual tuvo como marca la multiplicidad de intereses. González Rojo Arthur fue poeta, docente, filósofo y militante. “Cuando estoy en la poesía de pronto siento nostalgia por la filosofía y cuando escribo filosofía de pronto me siento atraído por la poesía. Es constante esta oscilación entre una disciplina y otra”, dijo a La Jornada (4/10/15).

Heredero de una familia que incluye a los intelectuales Enrique González Martínez (1871-1952), su abuelo, y Enrique González Rojo (1899-1939), su padre, los libros se convirtieron en su pasión temprana.

Nacido en la Ciudad de México el 5 de octubre de 1928, obtuvo el grado de maestro en filosofía con la tesis Anarquismo y materialismo histórico. También realizó estudios de doctorado en esa disciplina. Buena parte de su vida la dedicó a la militancia política. Incursionó asimismo en el sicoanálisis, la música y el cine.

En su magisterio, durante más de tres décadas fue profesor en el Colegio de Ciencias y Humanidades y en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México, así como en las universidades Autónoma Metropolitana, Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y Autónoma de Chapingo.

Además, coordinó talleres de literatura y música. Fue autor de más de una docena de libros de filosofía. En sus años finales se dedicó a la escritura, impartió conferencias y realizó lecturas de sus poemas.

En el ámbito de la literatura, escribió en los géneros de poesía (su obra más extensa con más de 20 libros), cuento, novela, ensayo y autobiografía. De joven formó parte de la corriente Poeticismo, al lado de Arturo González Cosío, Eduardo Lizalde y Marco Antonio Montes de Oca.

Para él, los poeticistas “no íbamos por ahí: queríamos encontrar un camino diferente donde la razón jugara un papel importante, pero no nada más ella: desde luego el sentimiento, la emoción, las vivencias y la tensión más profunda que sea dable pensar; pero sí que estuvieran acotadas, de alguna manera por ella.

“Si bien tuvimos alguna influencia de la vanguardia en general, más que ser una vanguardia, fuimos una reacción contra ésta y en ella pusimos el acento en muchas cosas, pero entre otras, en las metáforas; nos interesaba muchísimo la metáfora como superación del símil.”

Una de sus principales búsquedas en la escritura era “la tremenda tarea de deletrear el infinito. Deletrearlo, sí, porque mi pluma, incapaz tanto de ignorarlo cuanto de conocerlo, sólo puede balbucirlo (...) Me interesa, en consecuencia, no sólo aludir al infinito, sino encarnarlo, convertirlo en acción. Mi poesía no pretende únicamente poseer una actitud contemplativa y teórica”, según el prólogo de El antiguo relato del principio.

Su fallecimiento formaría parte de estas diligencias: “Sé que mi pluma se va a detener, tarde o temprano, en un punto cualquiera; sé que no hay escapatoria. Y mi poesía, y yo, y mi programa contamos con ello. Mi muerte ha de ser, por eso, parte de mi poesía. Sólo diré lo que quiero decir cuando me muera”.

González Rojo fue, a lo largo de su vida, un incansable militante de izquierda. Con José Revueltas formó la Liga Leninista Espartaco. Fue precursor de un maoísmo mexicano, fundó la Organización de Izquierda Revolucionaria–Línea de Masas, luchó contra el fraude electoral cometido a Cuauhtémoc Cárdenas en las elecciones de 1988, fue integrante de la Convención Nacional Democrática convocada por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional en 1994, y se opuso al desafuero de Andrés Manuel López Obrador y a la privatización del sistema eléctrico.

Hijo de la pasión por la poesía y la militancia es el Discurso de José Revueltas a los perros del Parque Hundido: “Compañeros canes: / aprovecho esta concentración / para tomar por asalto la palabra / y decirles mi desdén, mi resistencia, mi furia / por la vida de perros / a que se les ha sometido / y que ustedes aceptan / sumisamente... José guardó silencio. / Bajó del montículo que le servía de estrado. / Y una insinuante perra que atravesó la calle / le dio en la madre al mitin / a la pálida flor de la justicia”.

En 2015, entregó el acervo reunido por la familia González Rojo desde finales del siglo XIX, con más de 12 mil libros y revistas, a la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. “Me llena de satisfacción entregar la biblioteca que ha estado en posesión de tres generaciones de poetas. Lo hago animado porque esta casa de estudios encarna un proyecto educativo avanzado, democrático e incluyente, y porque estoy convencido de que será de gran utilidad para maestros, alumnos y toda persona que quiera consultarla”.

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https://www.jornada.com.mx/2021/03/06/cultura/a02n1cul

 

 

Dedicó su vida “a poner un granito de
arena en la emancipación de la humanidad”

Reyes Martínez Torrijos
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El político, poeta y filósofo Enrique González Rojo Arthur dedicó toda su vida y su lucha a “poner un granito de arena en la emancipación de la humanidad en nuestro querido México, tan devastado y lleno de traidores”, dijo al coordinador de Opinión de este diario, Luis Hernández Navarro.

“No concibo la vida sin escribir y no concibo la escritura si no está comprometida”, sostuvo el pensador en el programa A Contracorriente, transmitido en 2014; además hizo un recuento de su vida y convicción, su vínculo con el escritor José Revueltas, de quien se asumió “hijo espiritual”, la tríada de sus vocaciones y su estirpe formada por tres poetas.

En la charla, reconoció que en su existencia tuvo varios amores, pero sólo tres vocaciones. “Los amores son el magisterio, la lectura, la música, la literatura, la filosofía, la política, la poesía, pero la política, la poesía y la filosofía son mis tres pasiones. Como una trenza muy bien bordada. Mis tres coordenadas fundamentales.

“Mi poesía está encaminada, por un lado, con la política, y por otro con la filosofía. Es multitemática. Me interesan mucho los poemas personales, sexuales, familiares. Nada para mí está fuera de la poesía y de la posibilidad de hacer poesía.”

Definió a Revueltas como otro de sus padres, “espiritual”. Lo conoció en casa de su abuelo, Enrique González Martínez. “Me ha interesado vincular mis propuestas teóricas y políticas con las de Revueltas. Mostrar las simpatías y diferencias. Me resulta algo muy fructífero. No sólo recibí la influencia poderosa de la personalidad de Pepe, sino de sus producciones teóricas”.

Interrogado sobre un poema que dedicó al autor de El apando, en el que plasma la disyuntiva de entre acercarse al poder con Martín Luis Guzmán y ser José Revueltas, González Rojo Arthur fue tajante: “Yo soy revueltista. Puedo aceptar alguna alianza con sectores progresistas, pero una alianza crítica sin perder la autonomía”.

Recordó las pugnas en el Partido Comunista Mexicano (PCM), en las que se involucró Revueltas, principalmente la lucha contra el “estalinismo de huarache” de la dirección nacional de Dionisio Encina.

Revueltista crítico

En la entrevista, el escritor se dijo un “revueltista crítico” y esbozó sus propuestas intelectuales: la existencia de una tercera clase social, “que nos da una clave para interpretar qué fue el pretendido socialismo. En esta concepción del sistema ternario se entiende por qué no llegaron los obreros al poder, sino los burócratas y los técnicos”.

Además, de su estudio de Freud y el sicoanálisis, de donde obtuvo la idea de que existe una pulsión tan importante como erótica: la pulsión apropiativa, de la que “he sacado consecuencias que tienen que ver incluso con el problema del poder”.

Así como la propuesta de que “no sólo hay plusvalía en la esfera de la producción, sino también en los servicios y la circulación. Finalmente, he puesto mucho el acento en la autogestión, que vincularía todos los elementos que he mencionado con anterioridad, coronándolos y englobándolos”.

Enrique González Rojo Arthur relató que su llegada a la filosofía estuvo marcada por su interés en la poesía, que ya escribía desde que tenía seis o siete años. Ante la necesidad de explicarse el acto poético, leyó libros de preceptiva y luego pasó a los de estética, que en ese entonces era considerada parte de la filosofía. Así comenzó a estudiar los clásicos de la filosofía alemana y luego del existencialismo. Entonces uno de sus amigos le contó de su ingreso al PCM. Hacia 1956 se vinculó con ese partido.

Como poeta, estuvo relacionado con los grupos Hiperión y el de La Espiga Amotinada, aunque “yo venía del Poeticista, donde poníamos el acento en la metáfora y en el mecanismo de los tropos. Debe tener algo interesante, porque los que formamos parte de esa corriente obtuvimos el Premio Xavier Villaurrutia: Marco Antonio Montes de Oca, Eduardo Lizalde, Arturo González Cosío y yo”.

El autor refirió que la primera parte de su trabajo poético lo puede titular “La hora inútil”, que es el nombre que su abuelo le dio a su propia producción inicial. Luego transitó por el poeticismo, seguido de la etapa de Para deletrear el infinito.

De cada uno de los 15 cantos de este largo poema, hizo un libro. “El programa está formado por el Para deletrear el infinito inicial y los quince libros que brotaron del intento de convertir cada capítulo en una obra.

“En la última etapa se me ha ocurrido que en consonancia con buena parte de la poesía contemporánea y mi trayectoria literaria de no respetar los géneros, me he dado por hacer pequeños cuentos que son poemas: cuentemas. Además, he intentado escribir novelas que al mismo tiempo sean poemas, a las que he dado el nombre de novelemas. Tengo cinco inéditas.”

Sobre su exclusión del canon literario, aseveró: “No me ha importado mucho porque he ido creando un público que no tiene que ver con el radio de acción de las mafias. Este público, sobre todo de jóvenes, se acerca constantemente a mí. Me han dicho que lo que escribo les parece interesante. Me siento muy complacido”.

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https://www.jornada.com.mx/2021/03/06/cultura/a05n1cul

 

 

 

 

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