Juez en materia familiar pasa por alto jurisprudencia

Nidia Sánchez / La vida en rosa
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En un suceso, como otros en los juzgados de nuestro país, existe el caso de la abuela paterna de tres niños, que ha enfrentado un cáncer grave, está obligada a pagar una pensión subsidiaria ordenada por el juez Octavo de Primera Instancia en Materia Familiar del puerto de Veracruz (expediente 64/19), a pesar de que el padre de los menores también ha cumplido desde el inicio en un juzgado familiar con el depósito de una pensión alimentaria.

De acuerdo a lo dicho por el juez Octavo de Primera Instancia en Materia Familiar en Veracruz, la pensión provisional fijada a la abuela paterna estaría vigente hasta que el padre de los menores regresara a trabajar a la Secretaría de Marina (de donde obtuvo un permiso) o tuviera otra fuente de ingresos, situación que el funcionario no ha tomado en cuenta a pesar de que se le ha informado oportuna y reiteradamente.

Él dejaría sin efecto la pensión subsidiaria a la abuela paterna que enfrenta una recuperación de una enfermedad violenta y costosa en cuanto a tratamientos y servicio médico en general, con un criterio desconsiderado hacia esta mujer que desde hace casi dos años, le han quitado la posibilidad de adquirir todos su medicamentos, por estar dando la manutención a sus nietos.

De manera indebida, el juez Octavo de Primera Instancia en Materia Familiar en Veracruz, ha decretado la pensión contraria al derecho porque existe la jurisprudencia en el sentido de que se fija pensión a cargo de los abuelos por línea paterna y materna, cuando llegaran a faltar los progenitores, que en este caso los menores de edad cuentan con el padre y la madre, vivos.

La jurisprudencia establece que se fija una pensión alimentaria cuando el padre o la madre se encuentren imposibilitados para proporcionar alimentos a los menores hijos y esta imposibilidad debe ser enfermedad grave o que estén impedidos para trabajar o enfrenten un obstáculo absoluto para satisfacer las necesidades de sus hijos, solo en estos casos.

Queda en evidencia que no se han actualizado las citadas condiciones que establece la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) y entonces se puede afirmar que la pensión ha sido contraria al derecho.

La SCJN emitió una jurisprudencia el 24 de noviembre de 2015 a través de la Primera Sala, que marca lineamientos por los cuales se podría fijar la pensión alimenticia subsidiaria, y es de carácter obligatorio para todo el territorio nacional desde el momento en que se publica en el Semanario Judicial de Federación.

La abuela paterna ha estado sujeta a la pensión determinada por el juez Octavo de Primera Instancia en Materia Familiar de Veracruz, desde mayo de 2019, a pesar de que la señora tiene diagnóstico grave, según lo que han informado en sus valoraciones los médicos del Instituto Mexicano del Seguro Social, debido al cáncer que padeció, y debe estar en vigilancia permanente, sin estrés para que la enfermedad no vuelva a manifestarse.

Con todo lo anterior, el juez Octavo de Primera Instancia en Materia Familiar para Veracruz, fue y ha sido omiso en requerir al padre de los tres niños para conocer si tenía una licencia laboral y comprobar que cumpliera con la pensión alimentaria.

Destaca también que dicho juez bajo el argumento de que la madre de los menores se dedica a cuidarlos, ha considerado en su criterio que ella está impedida para proporcionar alimentos, pero en todo caso como lo marca la ley, no está impedida por ningún caso grave al gozar de salud, y por otra parte, no han solicitado pensión alimentaria por la línea materna, abuelo y abuela por parte de la madre.

Las pensiones subsidiarias tienen que ser a través de las vías paterna y materna, no solo cargada hacia una línea familiar. El criterio de la SCJN lo establece claro.

 

 

Travesía migrante: Tenemos derecho a vivir mejor

Nidia Sánchez / La vida en rosa
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La historia de uno de tantos migrantes que hoy observan la posibilidad de cambios en materia migratoria con la llegada del presidente Joe Biden.

Maynor tiene 23 años, de origen hondureño, hoy vive y trabaja construyendo casas en Houston, Texas. Detrás de su llegada a Estados Unidos existen muchas historias que mezclan esperanza, cansancio, hambre, dolor, y fortaleza “para lograr vivir mejor, porque todos tenemos derecho”.

Salió de su natal San Pedro Sula, el 9 de junio de 2017, y llegó a un albergue de Chiapas. Su viaje en tren le mostró el rostro de la sobrevivencia, mudo testigo de la violencia en su mayoría terminando en violaciones a mujeres que llevan la misma fe de superación, había que correr para ponerse a salvo, uno de sus amigos fue alcanzado por las balas y quedó tirado en el trayecto, sin que pudieran salvarlo, cada quien tenía a cargo su propia vida.

Tras el terremoto que dejó zonas de tragedia en Oaxaca y Chiapas el 7 de septiembre de 2017, Maynor y otros migrantes que se hallaban en el albergue Hermanos en el Camino, fueron organizados por el hermano José Filiberto para ayudar en una ruta que los hizo viajar por varios días hacia lugares en donde sacaron cuerpos y removieron escombros, uno de ellos rescató el cadáver de un policía que se hallaba atrapado en el palacio municipal de Juchitán, Oaxaca.

El hermano José consiguió dos toneladas de comida así que se enfocaron en repartir, y les dijo: “ayudemos al pueblo mexicano, no todos son malos”.

La realidad es que hasta antes del sismo, afirma Maynor: “no nos querían, y nos trataban mal, luego comenzaron a ver que no todos somos iguales, muchos queremos superarnos en familia”.

“Luego debido al sismo del19 de septiembre también del mismo año y que afectó fuertemente Cuernavaca y la Ciudad de México, fuimos organizados otra vez por el hermano José, que consiguió trasladarnos, éramos 30 migrantes, auxiliamos en los pueblos cercanos a Cuernavaca”.

            En ocasiones solo había llegado la Marina que pasaba el reporte de daños. Ayudando ya no me sentía migrante sino mexicano, expresó Maynor.

“En Cuernavaca llegamos a un lugar donde los pobladores querían mucho a su antigua iglesia que había quedado destrozada, deseaban recuperar las pertenencias, y aunque los elementos de la Marina les advirtieron de lo arriesgado, finalmente sacaron las campanas y otras cosas”.

En un edificio donde estaba instalado un despacho de abogados quedaron documentos importantes del Programa Braceros, estaba inclinado al borde del colapso y nadie quería entrar porque podrían morir en el interior, pero dos de ellos caminaron hasta arriba donde se sentía el movimiento, avanzaron piso por piso y solo pudieron rescatar lo más importante.

Su entrega humanitaria rindió frutos, en el Senado de la República les dieron un reconocimiento, Maynor compartió desde sus vivencias lo que es la vida de un migrante, visibilizando en ese momento el viaje de mujeres y hombres en medio de la nada, eran más de 500 y pedía que no los dejaran morir en la travesía. 

Al término de estas labores se refugió en varios albergues de la Ciudad de México.

Estuvo detenido ocho meses por migración. Se entregó en Nuevo Laredo.

En migración pidió asilo. Fue enviado a un centro detención en Texas, ahí vivió el racismo como cualquier migrante, en una celda estuvo con otra persona, había un baño, era un lugar pequeño, solo les permitían salir al jardín una hora a la semana, les encomendaban tareas como barrer, trapear, lavar baños y entregar la comida. Pasó tiempo en que no los dejaban ni ver el sol, tampoco comprar nada en la tienda que hay dentro, solo agua con yodo, la comida era cruda y fea.

Posteriormente fue trasladado a un centro de Florida, donde estuvo tres días y luego lo llevaron hacia Atlanta, Georgia, donde pasó siete meses. La experiencia de Maynor en este lugar es que a pesar de que eran racistas ya no los tenían en celdas, era un búnker con cien personas, sufrieron discriminación, no los querían dejar salir a tomar aire o jugar futbol, ni ver la televisión. Siguió pidiendo asilo y al final pudo conseguir el respaldo de un ciudadano estadunidense y salir bajo palabra. Le aprobaron la libertad.

“Estoy en un país con oportunidades, no pude continuar peleando asilo porque no tenía los recursos de pagar un abogado, ya que no aceptan uno del gobierno”.

A tres años de vivir en Estados Unidos, Maynor tiene una orden de deportación, y está dispuesto a pedir perdón y cuando se reestablezca económicamente, hará los trámites necesarios para permanecer libremente y sin restricciones, sobre todo ahora con la posibilidad de la green card o tarjeta verde, con la propuesta que ha hecho el presidente Joe Biden, que muestra su disposición a un trato digno a los migrantes.

El joven hondureño piensa que la carpintería es un oficio bueno, y que cualquier migrante valora más a la familia cuando se está lejos, con la llegada de Biden cree que hay muchos motivos para tener esperanzas.

          ¿Será que 11 millones de migrantes podrían beneficiarse del amplio proyecto de Ley de Inmigración que ha presentado el presidente Joe Biden y que ofrece la ciudadanía a indocumentados?

 

 

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