Un lustro después: Gerardo Unzueta

Gerardo Peláez Ramos / Rebelión / Tribuna Comunista
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El pasado 10 de enero (2016) murió en la Ciudad de México Gerardo Unzueta Lorenzana, destacado comunicador, polemista, escritor y dirigente del Partido Comunista Mexicano. Por las esquelas publicadas en la prensa mexicana con motivo del deceso, puede concluirse que reflejan la importancia de Unzueta en la historia del PCM, el Partido Socialista Unificado de México, el Partido Mexicano Socialista y el Partido de la Revolución Democrática, así como su significativa participación en publicaciones como El Popular, Siempre!, Política, Nueva Época, Oposición, Socialismo, El Universal y Memoria.

Además de escribir artículos, notas, reportajes y reseñas en diarios y revistas, y de realizar entrevistas a personajes de la izquierda mexicana y latinoamericana, entre quienes se contaron Ernesto Che Guevara y Camilo Cienfuegos, Gerardo Unzueta fue director de los órganos centrales y de difusión del PCM, La Voz de México y Oposición; del PSUM, Así es; del PMS, La Unidad; y del PRD, 6 de Julio.

Unzueta, por la renovación comunista

De acuerdo con el enciclopedista y gran estudioso del periodismo en México, Humberto Musacchio: «Unzueta Lorenzana vivió el pauperismo político y teórico que marcó al movimiento comunista internacional en los años grises de la posguerra y padeció esa ínfima y degradante expresión del estalinismo que para la izquierda mexicana fue el encinismo, con su cauda autoritaria, su inapelable interpretación de la voluntad soviética y su cerrazón, que se traducían en una permanente cacería de brujas, en expulsiones sin término, anatemas y división de los comunistas.

«Pero Unzueta también presenció la muerte de Stalin, el deshielo soviético, las grandes jornadas obreras de los años cincuenta y otros hechos que lo impulsaron a pensar con su propia cabeza, por lo cual fue víctima de la intolerancia y en 1958 sufrió una sanción de los dirigentes del partido, a lo que en ese mismo año se opuso la Conferencia de los Comunistas del Distrito Federal, reunión que marcó el rompimiento del PCM con la ideología que consideraba a la Revolución mexicana como un proceso inacabado que fatalmente nos llevaría al socialismo. Ahí arrancan, creo, las preocupaciones de Unzueta por la teoría, que tendría su primer resultado en un libro que, tan discutible y perfectible como se quiera, fue el primer deslinde estructurado con la ideología de la Revolución mexicana. Me refiero a Lombardo Toledano y el marxismo-leninismo. Después vendrían otras obras con la intención de responder a la cambiante realidad mexicana de los años sesenta y setenta, artículos, libros, debates y combates que darían un nuevo rumbo al comunismo mexicano.

«Unzueta ha sido el dirigente querido por sus compañeros, el pensador que entendió la necesidad de nacionalizar la teoría, de quitarle al marxismo los ropajes religiosos con que lo vistió el estalinismo. Gerardo fue,  igualmente, de los primeros que intentaron dar nuevo usos al leninismo, al que sacó de los recetarios fabricados en Moscú para revitalizar sus aportes». (Humberto Musacchio, «Brindis por Gerardo Unzueta», en Emeequis, número 322, 23-II-14, p. 59).

Unzueta, preso político

Por la participación activa de líderes, cuadros y militantes del PCM y la Juventud Comunista de México en el movimiento estudiantil de 1968, Gerardo Unzueta fue detenido y encarcelado durante los años 1968-1971.

Según Arturo Martínez Nateras: «Por derecho propio y por la jerarquía Unzueta era el responsable de la célula comunista: José Guadalupe Rodríguez en la que nos agrupábamos los comunistas presos en Lecumberri. Llegamos a ser casi 60.

«La vida en la cárcel es uno más de los capítulos de la biografía de Gerardo. Siempre en lucha, congruente, mandón, necio... La prisión política la vivió con dignidad siempre feliz con las visitas de Panchita, de sus hijos: Martín, Dolores, Ana, y creo que la última Victoria nació cuando estábamos presos como testimonio de la pasión amorosa entre él y Panchita

«Gerardo no pudo materializar el sueño de un año un libro pero escribió kilómetros de cuartillas con sus opiniones y las del colectivo. Los debates eran una suerte de terapia de grupo que nos hacía llevadera la prisión. No había tema que nos fuese ajeno. La invasión soviética a Checoslovaquia, las desviaciones de Siqueiros, las pugnas internas en el PCM y en menor medida en la JCM, la lucha por la amnistía, la participación en las elecciones de 1970 y la política de abstención activa, el 10 de junio, el centenario de Lenin, la postura sobre la huelga de hambre de 1969/70, la definición tan pinche como dramática y tortuosa sobre la oferta de autoexilio... Ya en la crujía M compartimos los últimos y tortuosos meses tensos hasta el mismo día cuando fuimos excarcelados...

«Gerardo sufrió nuestras impertinencias, la falta de respeto, las revueltas rojas contra el autoritarismo y la verticalidad, los desplantes y no pocos insultos, la verdad sea dicha apechugó todo por una formación intelectual hecha para el diálogo, el debate, la polémica y si él no era una perita en dulce los demás tampoco pero algo había, algo teníamos en común que al final todo quedaba en un papel, en una resolución, una declaración y santo remedio, a seguir adelante.

«Compartimos los juicios y procesos, las sentencias, los castigos y decenas de aventuras y de anécdotas, de luchas comunes dentro y fuera de Lecumberri. Gerardo Unzueta es un destacado integrante, una figura de su generación». (Arturo Martínez Nateras, «Gerardo Unzueta: inteligencia y coherencia» (fragmentos), en El Correo del Sur, suplemento de La Jornada Morelos, número 376, 2-III-14, edición electrónica.

Unzueta, ideólogo comunista

En la historia posterior a la gestión de Dionisio Encina en la Secretaría General del PCM (1940-1959), Gerardo Unzueta, con el apoyo de Arnoldo Martínez Verdugo, elaboró algunas ideas sobre el desarrollo del capitalismo en México. En el seno del Partido Comunista polemizó con compañeros que sostenían y defendían ideas erróneas acerca de la realidad nacional, en especial sobre el nivel de desarrollo de la sociedad mexicana, las relaciones de México y el imperialismo norteamericano y las relaciones del PCM con el PC de la Unión Soviética; con Vicente Lombardo Toledano en torno al carácter del Estado mexicano y la permanencia o terminación de la Revolución mexicana de 1910-1917; con los espartaquistas alrededor del papel del PCM y los objetivos y tareas de la clase obrera en México, y con Regis Debray acerca de los métodos de lucha y las formas de organización del movimiento revolucionario en América Latina.

Escribió, asimismo, sobre otros temas de la agenda política de la izquierda marxista y valoró mucho las aportaciones de Gastón García Cantú en El socialismo en México. Siglo XIX; de Alonso Aguilar Monteverde en Dialéctica de la economía mexicana, y de Anatoli Shulgovski en México en la encrucijada de su historia. Gerardo Unzueta era, además, un buen conocedor de la historia de la guerra civil española y del desarrollo del PC de Chile.

En el XVI Congreso Nacional del PCM, celebrado entre el 27 y 31 de octubre de 1973, Gerardo Unzueta expresó en su informe al segundo punto del orden del día: «Las tareas presentes son tareas democráticas por su naturaleza y por el nivel de conciencia del movimiento, aunque socialistas por su proyección y rumbo objetivo. De allí que el proceso sea predominantemente democrático y que la revolución en que desemboca no pueda tener sino un carácter predominantemente democrático en su primera fase. Mas la democracia de que hablamos, las tareas democráticas que constituyen el programa mínimo, no pueden ya resolverse en el terreno burgués ni es una capa de la burguesía –cualquiera que sea esa capa–, la que va a resolverlas; por ello, aunque no sean todavía socialistas, son pasos hacia el socialismo. De allí que este proceso revolucionario que se origina en la crisis, que se orienta a su solución revolucionaria no puede por menos –como la propia revolución lo hace– que tomar un carácter democrático y socialista en su conjunto.

«Según nuestro criterio, esta concepción de la revolución y del proceso revolucionario que conduce a ella, se diferencia considerablemente de la idea de las dos revoluciones para arribar al socialismo, por mucho que estas dos revoluciones se acerquen y lleguen a formularse como etapas de un solo torrente revolucionario. La concepción que tenemos se basa en la que elaboró Marx, y que llamaba revolución permanente, o bien, en la que Lenin denominó revolución ininterrumpida. (Gerardo Unzueta, Nuevo programa para la nueva revolución, México, Ediciones de Cultura Popular, 1974, p. 25).

Acerca del carácter de la sociedad mexicana, apuntó: «Afirmamos que ‘México es un país capitalista con desarrollo medio, dependiente del imperialismo’. Esta conclusión la hemos discutido varios años, figura en muchos documentos nuestros, pero nunca la llevamos al programa. Y sin embargo, es de mucha importancia. Precisamente, los problemas de los países capitalistas con desarrollo medio no son estudiados por el movimiento comunista con profundidad, desde que en el VI Congreso de la Internacional Comunista fueron abordados para trazar una línea programática. Con frecuencia los problemas de estos países se identifican con las naciones que tenían un mayor atraso, caracterizados como semifeudales, semicoloniales o coloniales; en otras ocasiones se trataba de resolver sus tareas revolucionarias aplicando cánones elaborados para marcar el rumbo revolucionario general de los países de alto desarrollo capitalista, ignorando en ambos casos, las particularidades que corresponden al grado de desenvolvimiento intermedio». (Ibíd., pp. 28-29).

Los escritos de Unzueta fueron valorados positivamente en el seno del Partido Comunista. Así, en el XV Congreso Nacional del PCM, efectuado del 19 al 22 de junio de 1967, J. Encarnación Pérez señaló: «En relación a la lucha ideológica contra el oportunismo derechista el esfuerzo más importante ha sido la publicación del libro denominado Lombardo Toledano y el marxismo-leninismo por Gerardo Unzueta. Por primera vez en la historia del movimiento obrero mexicano desde que existe el Partido Comunista, se ha hecho un esfuerzo polémico en defensa del marxismo-leninismo como el que este libro contiene cuya significación teórica y política rebasa los marcos del desenmascaramiento de un seudo marxista para demostrar, al mismo tiempo, la capacidad y madurez alcanzada por nuestro partido». (J. Encarnación Pérez, El partido que necesitamos, México, Ediciones de Cultura Popular, 1967, p. 17).

Gerardo Unzueta fue un luchador social que dominaba la historia del Sindicato de Trabajadores Ferrocarrileros de la República Mexicana, el Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana, el Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos, Siderúrgicos y Similares de la República Mexicana, la Unión General de Obreros y Campesinos de México, la Central Campesina Independiente y las luchas magisteriales de 1956-1960.Era un militante, pues, que combinaba la actividad política con el estudio y la escritura. Su vida fue muy fructífera. Descanse en paz.

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Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes. (13-I-16).

 

 

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