Faulkner. ¿2021 será también un año
de ruido y de furia de los opositores?

Teresa Gil / Libros de ayer y hoy
Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.             

El ruido y la furia, título de la gran novela del Nobel William Faulkner, encaja más en lo que fue México en el año 2020, que la frase original del Macbeth de William Shakespeare, El sonido y la furia. El genio de Avon se refiere a un ser con retraso mental, que reacciona con la suavidad del sonido para llegar al límite de la furia. Ruido, es lo que mejor queda, ruido abusivo y terrible el que hicieron los opositores, en un año difícil el 2020, no solo por la pandemia, sino por ese despliegue opositor injusto y torpe, en momentos en los que se necesitaba todo el apoyo y solidaridad, no importa de qué sector. Desplegados, marchas, plantones en el Zócalo, verbas insultantes y despectivas, con amenazas que llegaron a fincar como fecha de renuncia del mandatario, el mes de diciembre. A ellos se sumaron una cauda de plumíferos, que ya sin recato insultan y lanzan epítetos fuertes contra el Ejecutivo. La prudencia de un periodismo que debe nutrirse de verdades fundadas, el toque directo de los que ahora llaman como quieren al presidente de la república, se desparrama en esos dolidos. Son los que respingan cuando se les dicen sus verdades y se creen intocables porque los amamantó el poder; esconden un odio feroz que no alcanzan a destilar en sus adjetivos, porque para lo que son y sienten, no hay adjetivos. A muchos los conocemos.

El ruido y la furia. El fin de la aristocracia sureña en Estados Unidos

La primera edición de El ruido y la furia, novela escrita en 1929, lanzó el título que surge  del soliloquio del acto 5, escena 5, del Macbeth de Shakespeare, El sonido y la furia. Faulkner lo aclara, pero sus traductores no lo tomaron en cuenta y en posteriores ediciones se corrigió el título. Es una novela, como muchas  que escribió Faulkner, en torno al mítico Yoknapatawpha, lugar de ficción que tiene su sede real en Misisipi donde nació el gran escritor. Y éste lo sitúa en medio de dos grandes ríos uno de ellos llamado igual que el lugar mítico. Dicho sitio de ficción, es mucho más profundo que el de otros escritores que han usado esa ficción, por la forma como el Nobel llegó al fondo de la destrucción de los grandes poderosos que concentraban la riqueza en ese estado sureño, en una ciudad de novela cuya capital era Jefferson cuando en realidad en la vida real se trata de Lafayette. Esta novela es una más en las que aborda el tema de las familias Compson, Snopes, Sartoris y muchas más, con orígenes verdaderos y legendarios,  A través de ellas, todas en declive y desbandada algunas por suicidio, por la bebida, la bancarrota o  la frustración, va delineando en su obra, la caída de una clase, para avizorar la siguiente, igual de poderosa y agresiva, la del gran capital que ahora se expresa en el neoliberalismo.

Faulkner, novelista que teorizó las clases sociales con el fin del feudal

Con una minuciosa investigación de las familias sureñas que  provenían desde fines del siglo XVII, Faulkner tomó como ejemplo su propia familia, aunque más adelante en la fecha, con su bisabuelo William Falkner, su verdadero apellido, nacido el 6 de julio de 1825. Era un coronel que fue escritor como su bisnieto y una de sus obras famosas The white rose de Menphis, llegó a tener 35 ediciones en 1881. Las novelas del Nobel delinean fechas, nombres, actos, propiedades, fortunas,  poderíos. En el caso de la familia Compson de El ruido y la furia, que proviene de fines del siglo XIX, Faulkner se refiere a ellos como si los hubiera conocido, con etapas que se definen a través de los personajes. Por ello, el joven también con retraso, Benjy, (idiotas les decían tanto Shakespeare como Faulkner) es el arquetipo de la infancia en la mente de un joven de 33 años que tiene la edad mental de tres años. Es él, el pasado, el tiempo detenido, en la misma medida en que Quentin, el hermano que se suicida, asume un tiempo más moderno sin dejar de arrastrar las rémoras del conservadurismo y la moral impuesta, para llegar a Jason el hermano mayor instalado ya en el convencionalismo del pequeño capital. Faulkner reivindica a la raza negra que era numerosa en esos entornos del sur, en la persona de la vieja criada Dilsey, la que sobrevive en la novela como un ser entero, solidario, que acoge y protege a Benjy, mientras la hija de los Compson, otra sobreviviente, vive ya hundida y desgastada, al lado de un nazi en el París de la guerra de 1914. En su libro biográfico William Faulkner, (Los libros de Mirasol, Buenos Aires 1968) el escritor Frederick J. Hoffman destaca el papel de la negra Dilsey como “una norma ética” que dejó Faulkner en su novela. Y hace una sucinta historia de él, después incluso de recibir el Nobel en 1950 y su muerte de un sorpresivo paro cardiaco el 6 de julio de 1962, el mismo día que nació su bisabuelo, el otro escritor de la familia. Tenía 65 años.

 

 

Florence Nightingale y los ángeles contra el virus

Teresa Gil / Libros de ayer y hoy
Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

La presencia vital de médicos y enfermeras en la actual pandemia, mantiene al mundo entre el forcejeo por la vida, mientras miles de ellos la han dado. Es justo entonces, que ellos encabecen la aplicación de la vacuna contra el covid-19. Cuando se escriba esta historia terrible, serán ellos los que reluzcan junto con los que, a costa de su propio riesgo, han dedicado su tiempo a auxiliar a millones. La cifra diaria de muertes y contagios, suele ocultar el hecho, publicado de vez en cuando, de que más de un millón de personas en México, han sido salvadas. Eso, frente a un poco más del diez por ciento que ha perdido la batalla, muchas veces por causas que ya estaban determinadas y que empujó el coronavirus.  Los médicos como parte esencial de la diagnosis y el tratamiento, tienen a su lado a veces más de una, a esas mujeres valiosas que fueron vistas en el pasado en la inferioridad del galeno, cuando desde siempre han sido las que enfrentan las verdaderas carencias del paciente: higiene, aplicación de medicamentos, vigilancia, apoyo moral con su presencia, en la rutina cotidiana de millones en el mundo, En México el INEGI dio la cifra de 302 mil enfermeras en el 2018, aunque la cifra de la Secretaría de Salud era inferior, de 282 mil 365 en ese año y de 281 mil 501, en 2019. La cifra representa según la OCDE, 2.2 por cada mil, cuando ese organismo la sitúa en sus países miembros en  ocho por cada mil.

México tendrá que revaluar el impulso a médicos y enfermeras

En las historias de guerras, de influenzas, pestes, pandemias y todo tipo de agresiones guerreristas o virales, el ciudadano cifra su seguridad y restablecimiento en el personal médico. En este momento nuestra salud está en sus manos. En la famosa novela La peste de Albert Camus es un médico el que relata la forma como enfrentaron el aluvión mortífero de aquel ataque. Actualmente se mencionan en México 723 escuela de enfermería, siete de las cuales son del IMSS, cifra exigua por la importancia de ese instituto. Es una carrera que tienen muchas escuelas y universidades, como la UNAM, que se ha ido fortaleciendo a lo largo de décadas. Cuando en el mundo resonaba ya la lucha de la famosa enfermera Florence Nightingale, desde el siglo XIX, México les abrió el espacio formal hasta el porfiriato en el que ahora es el Hospital de la Mujer. Pero fue hasta 1975 cuando se consolidó en muchos centros de estudios la carrera de enfermería. Hay que considerar que la presencia de mujeres y hombres que ejercían esa actividad apoyando a los enfermos, lo ha sido siempre en el país y en el mundo, sin que estuvieran categorizados. Actualmente de quienes ejercen esa profesión, el 90 por ciento son mujeres. Los estudios del personal que participa en el sector salud se ha diversificado en otras denominaciones, de acuerdo a su especialidad, como sucede con los médicos.

Florence Nightingale, la dama inglesa-italiana, de la lámpara

Fue hasta el 2010 cuando se creó El Día Internacional de la Enfermera, tomando como símbolo a la enfermera de origen inglés, pero nacida en Florencia el 12 de mayo de 1820, Florence Nightingale. A lo largo de los años ha habido ejemplos múltiples de mujeres que dedicaron su vida a la atención de enfermos, algunas canonizadas y santificadas por la iglesia católica. En México los casos son muchos, pero por desgracia solo se sacan a relucir en su día. Con el ejemplo de Florence se inicia una lucha no solo de abnegación y entrega sino de aportes científicos que han enriquecido en sus orígenes la historia de la enfermería. Dedicada de tiempo completo a la atención hospitalaria, la joven se enfrentó a la mortandad de seres que caían por el cólera, la viruela, la fiebre, más que por heridas provocadas en combates de la guerrerista Inglaterra. Estudiosa en su juventud de aritmética y geometría, escribió el libro Planes de lecciones para la enseñanza de la Aritmética y la Geometría, pero fueron sus estudios sobre Estadística los que aplicó en su profesión de enfermera. La académica Martha Macho Stadler, de la Universidad del país Vasco, se refiere a esos aportes de Florence en su libro Matemáticas para entender las funciones sociales. Los trabajos pioneros de Florence Nightingale. Fue, pues, no solo un ángel dedicado a la búsqueda de la salud, sino una teórica que entregó sus conocimientos a mejorar esa atención que estuvieron fincados principalmente en las medidas higiénicas. Quizá muchas de las que se están aplicando en esta pandemia provienen de ella. Fue premiada por eso por la reina Victoria y el rey Eduardo VII le entregó en 1907 la Orden del Mérito. Murió en 1910 y su estatua relumbra en la Waterloo Place de Londres y en muchas partes del mundo.  Pero antes, el poeta estadunidense Henry Wadsworth Longfellow (1807-1882), la había inmortalizado en su famoso poema La dama de la lámpara, respecto al cual, Macho Stadler agrega, que por sus aportes, era mucho más que eso. Aquí, una parte de ese poema:

Las heridas de las batallas
en lúgubres hospitales de dolor
los tristes corredores,
los fríos suelos de piedra.
¡Mirad!, en aquella casa de aflicción
veo a una dama con una lámpara
pasar a través de las vacilantes tinieblas
y se desliza de sala en sala.

 

 

Pin It