Octavio Paz: El poeta en su tierra,
cuando la tragedia ronda y su poesía enmudece

Teresa Gil / Libros de ayer y hoy
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Treinta años se cumplen el 10 de diciembre de la entrega del Premio Nobel a Octavio Paz y 22 años de su muerte cumplidos el pasado 19 de abril. Le dieron el que está considerado el más alto reconocimiento a un poeta, “por su literatura apasionada y de amplios horizontes, caracterizada por la inteligencia sensorial y  la integridad humanística”. Quince años invirtió el periodista y escritor Braulio Peralta en las entrevistas que se volcaron en su libro El poeta en su tierra. Diálogos con Octavio Paz, en el que presenta y exhibe en buena parte, lo que fue y era el bardo nacido en la Ciudad de México en 1914. Y en la presentación de la edición de 1998 dedicada a los maestros, Braulio expresa la esperanza de que “sus mejores poemas están por resurgir a la vuelta del tiempo”. Su deseo lo expresó “para el siguiente milenio”, que es en el que estamos.  Eso no ha sucedido a nivel popular, aunque en el medio intelectual el poeta está presente. Y no ha sucedido en las grandes mayorías, quizá porque parte de los amantes de la poesía se quedaron estancados en  el modernismo o en la poesía romántica y repetitiva, que expresaba sentimientos cercanos. Tal vez por ello, se ha tratado de resucitar a Amado Nervo, tal vez  por eso, horas antes de escribir esta crónica, alguien recordó a Juan de Dios Peza.

En tiempo de vacunas, de incertidumbre, ¿qué sucede con el arte?

La noticia de que la vacuna empezará a aplicarse el mes de diciembre devuelve la esperanza a muchos, aunque de entrada será un poco más de la cuarta parte de los habitantes, la que la recibirá en esta primera entrega. Los que la recibirán tienen sedes específicas, el personal médico, el Ejército y la policía, aunque en los ciudadanos comunes, adultos que son los escogidos, no se ha dicho la forma como se aplicará para evitar el avasallamiento. Prisionero de una eventualidad terrible, el mexicano está abierto a una posibilidad extrema: salvar la vida. En estos largos meses en los que el peligro crecía, aquí y en el resto del mundo la creatividad ha salvado a muchos de la desesperación. Las plataformas han estado lanzando de manera permanente programas, conferencias, mesas de discusión, teatro, bailes, cantos, diseños, artes visuales. Desde octubre se empezó a recordar en ámbitos culturales y universitarios, la entrega del Nobel a Octavio Paz y para el 9 de diciembre anuncian su participación sobre ese acto y todo lo que significó en la obra del poeta mexicano,  la gente de la revista Vuelta, con Enrique Krauze, Christopher Domínguez y Sergio Vela.

Gran amigo de Paz, Braulio Peralta obtuvo de él, interesantes confesiones

En 21 apartados que se configuraron con charlas con Paz, Braulio Peralta consiguió primicias e incluso lo siguió a la entrega del Nobel el 10 de diciembre de 1990 para hacer la crónica del evento. En su libro, publicado en primera y segunda ediciones por Hoja Casa Editorial y editada por el Grupo Ajusco en 1996 y 1998, recupera parte de esas charlas que se llevaron a cabo de 1981 a 1996. Incluso en la apertura,  Peralta reproduce las últimas palabras de Paz, que coinciden mucho con palabras similares que emitió sobre México posteriormente, Carlos Fuentes. Dice en la primera frase, “Estoy seguro de que se preparan nuevos días para México: días de luz, con sol y de amor...” Cada capítulo presenta una faceta del poeta, el significado para él de la poesía, su postura sobre la política de alguien que no se consideraba político, su relación con los otros exponentes de poesía en México muy distante sobre el tema.  Pero con buenas relaciones; su lejanía de una izquierda a la que lacera a partir de su dogmatismo que según Paz, se encumbró en esa postura. Pero reconoce que la izquierda es su única interlocutora. A lo largo de las charlas va mostrando su gran cultura y su conocimiento de grandes escritores y poetas. Y así, Peralta, con mucho conocimiento de causa y con la humildad del joven que se encuentra ante un alto expositor cultural, va desbrozando los ánimos ya muy accesibles de Paz. La página final del libro se cierra con una pregunta crucial, cuando Paz tendría solo un año y meses más, de vida.

¿Y la muerte?

“—No cierro los ojos ante ella. Al contrario, quiero tenerlos abiertos. No se vive del todo si no vivimos con ella. Platón decía que filosofar es prepararse a morir. Yo diría que la vida misma es preparación para la muerte. Vida y muerte son mitades de la misma esfera. La muerte no es lo contrario de la vida: es su consumación. Si amo a la vida, ¿cómo podría temer a la muerte?”

 

 

Aristóteles y un fruto inusual que pelean
delincuentes, llamado Ahuacátl (aguacate)

Teresa Gil / Libros de ayer y hoy
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El aguacate mexicano se impone en el mundo, mientras los problemas ilegales por su control, se acentúan. No consta que el gran estagirita Aristóteles conociera al Ahuacátl, comúnmente llamado aguacate, porque éste es originario de México y de aquí se extendió a todo Mesoamérica. Pero lo he mencionado en el  título porque otra planta como el nopal que también se considera originaria de nuestro país, yo la vi con mis propios ojos en  las laderas de la Acrópolis en Atenas, cubierta la planta de nopal con sus floraciones mecidas por el viento. ¿Habrá andado el aguacate también por ahí en la vieja Atenas? Aristóteles además fue autor de dos libros de botánica que se perdieron y que según las referencias se conocen por la mención que hacen de ellos sus discípulos. Los que si se metieron de lleno al cultivo del nopal fueron los chinos y buscaron asesoría en México. Pero mi intención no es hablar del nopal sino del aguacate, fruta que en algunos lugares se llama palta porque así llaman al árbol que lo produce en esos lugares: palto.  En el libro Mil plantas medicinales de Álvaro Luna, (Editores  Mexicanos Unidos, 1985)   aunque es una edición nacional, no aparece el árbol prehispánico Ahuacátl, sino el palto, muy escondidito y con descripciones más bien herbóreas tirando al anonimato.  Compara el autor al aguacate, con el sabor de la avellana y se refiere a él como un fruto que se come crudo y sus hojas tienen propiedades reconstituyentes. Quizá ese autor ignoraba  que ahora el aguacate es una de las frutas más demandadas en el mundo y México es su principal productor.

Como la flor de nochebuena, el Ahuacátl, fue robado por un ruin

El exembajador de México y después carne de presidio, Joel Robert Poinsett, se llevó a Estados Unidos la flor roja mexicana llamada Cuetlaxóchitl y la registró con su nombre. Igual hizo un sujeto llamado Rudolf Hass con el aguacate, que registró con su nombre en 1926 y fue lanzado al mercado como propio de esa nación en 1960. Pese a ello el nombre original de la fruta se sostiene en el mundo, aunque es el aguacate Hass el que es más demandado, casi en 75 por ciento. Hay otras ocho variedades que se cultivan en el país, como El Fuerte o el Both, pero la primera es la más demandada. Y llega a niveles mediáticos impresionantes con el Super Bowl, en el que se convierte en el manjar favorito a partir del guacamole. La  intención del tal Hass se achicó si se ve la forma como se produce y disemina a veces naturalmente en el país el aguacate, cosa que no puede darse en cualquier lugar. Aquí se cosecha en 16 estados, pero el principal productor es Michoacán que controla más del 80 por ciento de la producción. De acuerdo a datos del Instituto de Investigación de Ecosistemas y Sustentabilidad, de la UNAM, aunque el cultivo se va ampliando en los estados, se ocupan más de 150 mil hectáreas en ese cultivo, muchas veces sin apoyo técnico y con problemas de contaminación ambiental. Anualmente se pueden recoger más de 300 mil toneladas. El estudio universitario sostiene que el manejo poco controlado e ilegal en algunos casos de la planta, ha ocasionado contaminaciones en los lagos de Pátzcuaro y Zirahuén.

¿Comería  guacamole el barón de Humboldt cuando viajó por México?

El libro de Álvaro Luna es un compendio muy interesante de muchas décadas atrás. Pero son válidas y actuales las propiedades que difunde en esa gruesa obra tan detallada, de las muchas plantas que tienen propiedades calmantes, curativas y reconstituyentes. Muchas de esas plantas son de origen mexicano y han sido base para medicamentos de laboratorio. El IPN realiza la investigación de esas plantas y ha hecho grandes aportes a la ciencia mexicana. El autor, un gran conocedor,  menciona a los grandes teóricos y botánicos que contribuyeron con sus aportes y obras a diseminar sus conocimientos. Uno de ellos el famoso viajante Barón Alexander von de Humboldt que estuvo en México en 1803. A él se atribuye la frase: La región más transparente del aire, que menciona Alfonso Reyes en Visión de Anáhuac y Carlos Fuentes en su novela. Entre muchos, aparte de Aristóteles, ya mencionado arriba, señala a Adalberto von Chamisso, el escritor alemán de origen italiano, autor del El maravilloso viaje de Peter Schmidl y su gran aporte filosófico sobre El hombre que vendió su sombra. Aunque solo menciona a nuestra fruta como aguacate una sola vez, Luna lo relaciona con la alimentación, la cosmética, la farmacéutica y la economía. Si se reprodujera, dice, “¡Qué bien harían al país lo arboristas y encargados de los viveros de multiplicar este árbol cuya propagación tendría un rápido desarrollo!” No sabe el señor Luna que sus deseos ya se cumplieron hace mucho… sobre todo en Michoacán.

 

 

 

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