El dilatado diferendo entre Rusia y Ucrania

Antonio Rondón / Prensa Latina
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Moscú. Cierra 2020 y el diferendo de Moscú y Kiev se dilata, casi sin cambios, con esperanzas rotas por el presidente ucraniano, Vladimir Zelensky, quien prometió una solución al conflicto de Donbass.

Zelensky se presentó supuestamente contrario al llamado partido de la guerra en Ucrania, comandado en su momento por el exmandatario Piotro Poroshenko, quien no sólo pareció sacar provecho político a la guerra en Donetsk y Lugansk, sino también económico.

Como él mismo solía hacer al interpretar el personaje del presidente Goloborotsko en el serial satírico Sluga Naroda (servidor del pueblo), Zelensky prometía llevar a Poroshenko a la cárcel, controlar la oligarquía y frenar los combates en Donbass.

Pero en este año, en las referidas regiones rebeldes solo se llegó a una tregua que a duras penas se cumple, sin ningún avance en el asunto del estatus de Donetsk y Lugansk, tal y como establecen los acuerdos pactados en Minsk en 2014 y 2015.

Lejos de dar cumplimiento, aunque fuera a las recomendaciones de la última cumbre del Cuarteto de Normandía (Rusia, Alemania, Francia y Ucrania), Kiev sólo presentó variantes que pusieron en duda el texto mismo de los arreglos alcanzados en la capital belarrusa.

Al mismo tiempo, mientras la Rada Suprema (parlamento unicameral ucraniano) aprobaba leyes discriminatorias contra la población rusoparlante, Kiev reforzaba sus intentos de cerrar filas con Occidente contra Moscú.

Rusia, por su lado, mantuvo su avance en la sustitución de importaciones de Ucrania, incluida la producción propia de motores de helicópteros, de todos los componentes de los misiles balísticos Topol M y de piezas para turbinas de termoeléctricas, entre otros productos.

Del lado ucraniano muchas de esas producciones quedaron, al menos en un principio, sin destinatarios en Europa, por lo que debieron parar la producción y, en algunos casos, cerrar fábricas.

La pandemia de covid-19 demostró, una vez más, hasta dónde puede llegar el diferendo entre Moscú y Kiev, exacerbado desde afuera por Occidente, interesado, para analistas locales, en mantener a Ucrania como posible generador de inestabilidad en la frontera rusa.

Ucrania, donde los procesos de auge de las agrupaciones ultraderechistas toman fuerza, incluso contra Zelensky, también genera sus propias tendencias en Europa como en el respaldo a la suspensión de las labores para concluir el nuevo gasoducto Torrente Norte 2.

El asunto de la terminación del Torrente Norte 2 quedó en medio del diferendo geopolítico entre Rusia y Estados Unidos, éste último empeñado en impedir, con la aplicación de sanciones, el funcionamiento del gasoducto para ingresar de lleno en el mercado europeo de energéticos.

En esa cruzada se presenta Polonia que busca en próximos años congelar la importación del gas de Rusia, aunque sin tocar el paso por su territorio de un ducto para llevar el producto de ese país al viejo continente, por lo cual cobra comisiones como nación de tránsito.

De igual forma, en la esfera médica Kiev recibió una orientación directa de la embajada estadunidense de evitar la adquisición de la vacuna rusa contra la covid-19, la Sputnik V, aun cuando el número de casos en Ucrania sobrepasa los 813 mil y 13 mil el de los fallecidos.

En medio de ese ambiente de hostilidad, en el verano de este año el primer ministro ruso, Mijail Mishustin, propuso levantar prohibiciones impuestas a un grupo de empresas ucranianas. Pero el gobierno ucraniano estuvo lejos de aceptar la oferta rusa.

De otro lado Zelensky, quien parece ir ahora más allá que el propio Poroshenko en el tema del rearme de Ucrania, logró acuerdos preliminares para la producción con licencia en su país de drones turcos, mientras negocia la compra de fragatas con el Reino Unido.

Por supuesto, el conflicto pasa por el asunto de Crimea, donde Rusia debió desplegar fuerzas y medios de guerra adicionales, a la par de organizar la construcción de una infraestructura para garantizar un suministro adecuado de agua en esa península, ante el boicot de Kiev.

El 2020 termina con el acumulado de la controversia ruso-ucraniana; Kiev se dedica a desvirtuar la esencia de los acuerdos de Minsk y a mirar cada vez más a una salida bélica que, como advirtió el presidente Vladimir Putin, sería una decisión catastrófica para Ucrania.

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