Futbol ridículamente patriotero

Arturo Sandoval
Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

El patrioterismo infame al que recurren algunos comunicadores en sus amarillistas programas televisivos, no es más que la inmoral manipulación demagógica de la que se valen para ganar cuota de pantalla a bajo coste”. José Luis Rodríguez Jiménez, historiador español.

Le teníamos admiración y respeto, incluso tratábamos de imitar sus pericias con el balón de jugadores de futbol de los años 60 y 70, sin importar la rivalidad con nuestro equipo favorito. Palmer, Bosco, Nájera, Zague (papá) eran ídolos no sólo de los americanistas, también lo eran de los partidarios de las Chivas con Chava Reyes, Héctor Hernández, Sepúlveda y aficionados de cualquier equipo. Los jugadores se comprometían tanto sentimentalmente con su equipo y sus seguidores que aún con ese halo de camaradería entre equipos y sus respectivos seguidores, difícilmente un Chiva se contrataba con América. Rivalidades donde lo extraño era la violencia, incluso se podía dar un tiro a mano limpia entre equipos y menos entre aficiones. Por eso ir al estadio era con toda la familia sin temor alguno.

Un caso de infamia empresarial, se dio en la venta del Puma Enrique Borja al rival América, sin consultar si el jugador quería. No tuvo de otra Borja y lo aceptó, sin disminuir un ápice de su excelente rendimiento. Enrique celebró sus goles de igual forma en la UNAM que en América o en la Selección Nacional.

Eran tiempos de amor a la camiseta y estar en la Selección Nacional importaba más que cualquier cosa, incluso dinero. Es ridículo, patético, cuando un jugador no celebra a todo pulmón un gol cuando lo mete a su anterior equipo. Caray, no se burla de sus ex, celebra con justicia un triunfo. Esta conducta aprendida de algún extranjero, frustra la legítima alegría de celebrar un gol y debe terminar, no tiene que ver con faltarle al respeto al contrario. Es como un matrimonio cuando, el jugador se separa de un equipo. Uno se divorcia en buenos términos, se casa con otra persona y a la hora de la hora se tiene que “cumplir”, no se puede salir con: “no puedo porque le falto el respeto a mi ex”; nada de eso, hay que darle vuelo a la hilacha sin culpa.

Pragmatismo deshumano

Hoy es diferente: los empresarios se llevan la parte más grande de las utilidades y el jugador muy poco, aunque su sueldo sea muy bueno, no es lo justo.

Los empresarios hacen jugar decenas de partidos al año a cada jugador, les exprimen las rodillas, los tobillos, la cadera y, si tienen una lesión incapacitante, les dan una patada y se desentienden.

La vida productiva promedio de un jugador es por ahí de 12 años, los porteros un poco más; deben aprovechar al máximo, cuidar su físico porque su futuro y el de su familia dependen de ellos. No tiene que ver nada el patriotismo negarse  ir a la Selección para ser chantajeado sentimentalmente por medios de comunicación. También los voraces empresarios y algunos jugadores emblema los critican y presionan. Repito, el futbol es profesional y si de verdad se actúa con profesionalismo, el jugador debe ser respetado y sus decisiones también.

Chucky, Raúl Jiménez, Vela, Chicharito, Tecatito, Héctor Herrera, etcétera; nos dan muchas alegrías en sus equipos y eso no se pierde por negarse a jugar en la Selección.  Carlos Vela no le interesa ir al próximo mundial, con el argumento de que ya jugó dos mundiales y su presencia no cambió en nada los resultados finales y, es muy cierto. De igual forma el Chapito Montes se negó ser convocado nunca más a la Selección frente al Tata Martino, quien en 12 partidos que lo convocó, sólo puso a jugar a Montes en cinco.

Aunque el último mundial en Alemania el fracaso de nuestro equipo recae toda la culpa en el más mediocre entrenador del mundo y de los directivos que lo dejaron dirigir a la mejor selección mexicana de todos los tiempos hasta el final.

Por el éxito del negocio, los dueños de los equipos no prestan jugadores a las selecciones, primero los exprimen ellos. Sucede en varios países. No todos los jugadores ganan bien, ahí están los del desaparecido Veracruz el año pasado. No les pagaron meses y lo peor es la falta de solidaridad de los jugadores de otros equipos, quienes no apoyan de alguna forma a los escuálidos. Aún se recuerda en los años 60 el intento de crear una asociación de futbolistas por el jugador del Necaxa Carlos Albert, hoy comentarista deportivo de televisión. Fracasó por esa carencia de solidaridad de sus colegas y los dueños del dinero lo aplastaron. Ahora hay un intento de formar una liga paralela presidida por Carlos Salcido, con mayor independencia de los futbolistas de decidir y no sean tomados como simple mercancía.

La Selección funciona como escaparate para los nuevos jugadores en torneos importantes, con interés para empresarios europeos. Para los jugadores ya cuajados, con prestigio y contratos firmados en Europa, incluso en Estados Unidos, no reviste demasiado interés gastar más sus rodillas, exponerse a una lesión por jugar en la Selección, sobre todo contra equipos de la Concacaf, como Panamá. Salen a lastimar a nuestros jugadores, ya sea por torpeza o de plano con mala intención. Recordamos cómo lesionaron con fea entrada al Chucky Lozano.

“El América boicotea a la Selección Mexicana de futbol” dice David Faitelson. El Piojo Herrera no presta sus jugadores a la Selección para jugar partido amistoso contra Guatemala. Claro, los cuida, no los arriesga en un partido con la menor trascendencia y por estar a unos días el clásico contra Pumas.

Otro exceso de patrioterismo es el rechazo a aceptar jugadores extranjeros en la selección, cuando si son necesarios el beneficio es para todos al haber mejor espectáculo y la gente paga por eso, los patrocinadores pagan por ello. En Estados Unidos, la selección de Básquetbol entre otros deportes, tiene jugadores de varias nacionalidades, el espectáculo y resultados son de lo mejor del mundo. El romanticismo en el deporte actual no existe y, quien lo ponga sobre la mesa es sólo chantaje para en determinadas situaciones gane el empresario.

Por esto, si es necesario convocar al argentino Rogelio Funes Mori, pues que lo hagan, incluso a Gignac que es más mexicano que muchos y más regio que el cabrito. No importa si a Hugo Sánchez no le gusta. La gente quiere ver espectáculo, buen futbol. Este nacionalismo no aplica para los entrenadores extranjeros en la selección mexicana: Ferreti, Martino, Osorio, Lavolpe, Bora, etcétera; ¿por qué sí para jugadores?

En Francia, en Inglaterra, en Alemania hay jugadores de sus selecciones de ascendencia africana o turca; quizá algunos no nacidos en estos tres países. Su nivel de juego es de lo mejor y sólo revise cuantos jugadores eran típicamente franceses de hace dos décadas, en el último mundial ganado por Francia.

Nota: Sólo hay una raza y si se deja a un lado el patrioterismo paralizante, veremos mejor futbol.

 

 

Pin It