A mis amigos conservadores los entiendo y respeto

Ricardo Bravo Anguiano
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Si ustedes hubieran vivido en la época de la Independencia de México (1810-1821), cuando ocurrió la Primera Transformación del país, posiblemente pertenecerían a familias acomodadas económica y socialmente. Hubieran estudiado en París o en Londres y, serían unos verdaderos privilegiados, que no querían disturbios sociales que cambiaran su cómoda forma de vida. Estarían en contra de los alborotadores “liberales”: Miguel Hidalgo, Ignacio Allende, Juan Aldama, José María Morelos, y Vicente Guerrero; y, se manifestarían a favor de que la Nueva España siguiera gobernada desde el exterior, por más de los tres siglos que ya lo habían hecho en la etapa de la Colonia. Estarían a favor de que Agustín de Iturbide, quien, junto con Vicente Guerrero consumó la Independencia y se convirtió en el primer emperador de México; y, de Antonio López de Santa Anna, quien vendió más de la mitad del territorio nacional en el año 1848, tras la invasión estadunidense dos años antes. Si hubieran vivido en la época de la Reforma (1855-1867), cuando sucedió la Segunda Transformación, estarían en contra de las Leyes de Reforma, promulgadas durante las administraciones de Juan Álvarez, Ignacio Comonfort y Benito Juárez, que quedaron establecidas en la Constitución de 1857, mediante las que “separaron los intereses de la iglesia católica, de los del Estado”. Hubieran aplaudido con seguridad, la intervención del ejército estadunidense en 1846; y, años después, en 1862, hubieran apoyado la invasión francesa como lo hicieron los poblanos. Comulgarían con los ideales de Lucas Alamán el conservador más grande del siglo XX, y estarían a favor del emperador Maximiliano, porque creían que el pueblo mexicano era tan ignorante que necesitaba un monarca extranjero que los gobernara. Estarían con Porfirio Díaz, del lado de los ricos hacendados, y en contra de los indios acasillados. Hubieran querido conservar sus privilegios económicos y sociales a costa de la pobreza de la mayoría de la población guarachuda, ignorante y desnutrida.

Si hubieran vivido en la etapa de la Revolución mexicana (1910-1917), cuando se vivió la Tercera Transformación estarían en contra de los ideales de Francisco I. Madero; y luego, de los rebeldes: Francisco Villa, Emiliano Zapata, Venustiano Carranza y otros más. Hubieran preferido que los hacendados siguieran acaparando tierras y oprimiendo a los miserables jornaleros. Por supuesto que estarían en contra de Lázaro Cárdenas, quien logró hacer realidad los ideales de la Revolución, al aplicar con energía la reforma agraria mediante la que se repartió la mayor cantidad de tierras de riego y de temporal y, se nacionalizó la industria petrolera en 1938.

Hoy, que viven en el año 2020, como era de esperarse, están en contra de la Cuarta Transformación del país (2018-2024), con la que se pretende desterrar la corrupción, la impunidad y la injusticia, de manera pacífica, sin hacer un solo disparo, como sí ocurrió en las tres anteriores transformaciones. No quieren que se les modifique su cómoda y moderna forma de vida. No quieren tampoco, “que el poder económico privado, se separe del poder público (Estado)”, prefieren que el Estado continuara al servicio de los grandes intereses económicos, nacionales y extranjeros. No quieren, que, por el bien de todos, se atienda primero a los pobres. Prefieren a Enrique Peña Nieto y a los panistas Felipe Calderón y Vicente Fox, que promovieron la corrupción y la impunidad como medios para poder progresar.

¡Qué lástima que mis amigos conservadores no entiendan el momento histórico que estamos viviendo! Ahora me doy cuenta, que, por sus convicciones, no celebran las fiestas patrias, por la Independencia de México; prefieren, el imperio sobre la república, y añoran la dominación de la iglesia católica sobre el Estado; tampoco brindan, ni gritan de júbilo el 20 de noviembre por el inicio de la Revolución mexicana, ni festejan el 18 de marzo por el aniversario de la nacionalización de la industria petrolera. Yo los entiendo y los respeto.

 

 

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