Contrapesos

Gerardo Fernández Casanova
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Concuerdo con los comentaristas estelares que pregonan que es necesario establecer contrapesos al poder; es prerrequisito indispensable para la democracia, la justicia y la libertad; siempre lo he pensado así. Lo único en que registro una muy simple diferencia es en la identificación de dónde y en quiénes está concentrado el poder. La mayoría de los opinadores a sueldo quieren ubicar el poder en la Presidencia y en la persona de Andrés Manuel López Obrador, cuando en realidad ese poder excesivo a contrapesar está en el gran capital y la oligarquía criolla a su servicio que, además es quien paga sus jugosos emolumentos. En realidad López Obrador apenas balbucea en su función de contrapesar el gran dominio del capital oligopólico, concentrador de la riqueza, destructor de la naturaleza y corruptor de la sociedad. Ya lo hemos advertido en estas líneas, los candados legales impuestos por el neoliberalismo son muchos y muy fuertes; hay contratos, acuerdos internacionales, compromisos de deuda, calificadoras, legislaciones amañadas (“reformas estructurales”) e inversiones protegidas que pesan más, en términos reales, que los treinta millones de votos los que, junto con su honorabilidad, son el único y real activo del poder del presidente, que por cierto son fácilmente volubles ante el embate de los medios de comunicación tradicionales al servicio del estatus quo; por tal motivo el mayor esfuerzo gubernamental está dirigido a consolidar su base social para hacer ese contrapeso que tanto preocupa a los expertos tecnocráticos y a sus organizaciones de la llamada sociedad civil.

            No son de gratis las matadas que se impone el presidente para estar en contacto físico y visual con el pueblo; sus conferencias mañaneras y sus programas sociales; el presidente busca ampliar y consolidar su base social y sabe cómo hacerlo. He ahí la verdadera busca de ofrecer contrapeso al real poder del capital. Mientras tanto mima y busca empatía con el gran empresariado, en aras de mantener calmado su gran poder. Muchos criticamos, por ejemplo, la presencia de Alfonso Romo en la Jefatura de la Oficina Presidencial o el acercamiento a los magnates, pero lo hacemos sin estar en los zapatos de quien debe conducir a buen término el proyecto transformador; es necesario entenderlo y darle tiempo para empoderarse realmente. Por ejemplo, la indispensable reforma fiscal no tendría, en estos momentos, más efecto que el de patear un avispero de manera inútil.

            Por parte de AMLO los pasos parecieran lentos pero son seguros. Avanza exitosamente en la lucha contra la corrupción pero apegado a derecho y sin vendettas. Queremos que caigan cabezas y corra la sangre de tanto malandrín corrupto, pero no a lo tonto improvisando procesos insuficientemente sustentados cuyo resultado es su pronta exoneración. Recuerde, amable lector, que son corruptos pero no pendejos; lo determinante no es el simple deseo de castigar, el Estado de derecho es un arma de enorme valor en manos del presidente, no lo quiere desgastar.

            Hay otros avances significativos, particularmente en las iniciativas de legislación laboral que garanticen la democracia sindical y elimine los elementos de control patronal sobre los contratos de protección y la tercerización. Las huelgas de maquiladoras en la frontera norte son una avanzada en la recuperación del trabajo digno. La acción de Napoleón Gómez Urrutia, tanto en el impulso a la legislación como en la organización democrática de los trabajadores (contra las dirigencias sindicales corruptas), con alcance internacional para, por lo menos, conectar las luchas en USA y Canadá,  van  dando muestra de que el contrapeso al gran capital va tomando cuerpo. Y lo hace al unísono con el llamado del presidente para conciliar el afán reivindicativo de los trabajadores con la salud económica de las empresas, incluso siendo contribuyentes eficaces a este último asunto. Gómez Urrutia juega un rol de singular importancia y está obligado a tener éxito, lo que lo hace merecedor del apoyo decidido de las fuerzas populares que se manifestaron el 1 de julio, no para corporativizar el sindicalismo a Morena sino con plena independencia creativa.

            Por último, saludo con beneplácito la convocatoria a la conformación de la Internacional Progresista, concretada por Bernie Sanders y Yanis Verofaukis, el exministro de finanzas de Grecia que enfrentó a la troika de la Unión Europea. A la convocatoria ya se han sumado movimientos emancipadores de todo el mundo, para contrarrestar a la Internacional Nacionalista de la extrema derecha. Sanders, ya lanzado a la candidatura del Partido Demócrata, aparece como el único que puede derribar al blondo troglodita de la Casa Blanca, el mundo se lo agradecerá; su éxito sería en beneficio del contrapeso buscado en México. Enhorabuena.

 

 

Con todo respeto, ciudadano presidente

Gerardo Fernández Casanova
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Comencé a seguir la pista de Andrés Manuel López Obrador desde sus vigorosos intentos para ser gobernador de Tabasco, la tierra de mis padres, y padecer sus fracasos ante la cerrazón y el fraude electoral. En el segundo intento le ganó a Roberto Madrazo y comprobó el escandaloso exceso de los gastos de campaña, al grado de convencer al presidente Ernesto Zedillo y a Esteban Moctezuma, a la sazón secretario de Gobernación; incluso al propio Roberto Madrazo, quien ya había aceptado el veredicto y que la oligarquía tabasqueña obligó a rebelarse contra el poder central y aferrarse a la mal habida gubernatura. Lo seguí como dirigente del PRD y respaldé su heroica lucha contra el Fobaproa, el más inicuo de los atracos a la población que le hizo cargar con la enorme deuda de unos pocos banqueros corruptos e ineficientes; dirigencia que llevó a Cuauhtémoc Cárdenas a la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México en 1997 y una cauda de diputados al Congreso.

            Admiré su campaña y sus postulados para suceder a Cárdenas en el mismo puesto; pero principalmente me mereció enorme respeto su ejercicio en tal cargo; participé activamente en la lucha contra el desafuero y secundé su postulación a la candidatura presidencial del año 2006 y en el reclamo por el fraude electoral, así como en la expresión de dignidad que significó el Gobierno Legítimo. Igualmente en el 2012 y final y afortunadamente en el 2018 que culminó con el arrasador triunfo electoral del 1 de julio, aunque critiqué algunos de sus nombramientos al gabinete y particularmente el llamado Proyecto 18; luego pude comprender su significado político. No entendí y critiqué la alianza con el Partido Encuentro Social y maldije el costo que hemos tenido que pagar los morelenses, con la candidatura de Cuauhtémoc Blanco. Eso todavía no lo puedo digerir.

            Desde el mismo 2 de julio en que comenzó a tomar las riendas del futuro gobierno, toda su actuación me ha admirado y con la cabeza fría lo he acompañado por su sabiduría y capacidad política; más todavía a partir del 1 de diciembre en pleno ejercicio de su forma peculiar y democrática de gobernar. De todo lo anterior dan cuenta más de 600 artículos de opinión publicados.

            Con todo este antecedente, hoy me siento autorizado para decirle: Con todo respeto señor presidente, en el caso de la termoeléctrica de Huexca está usted cometiendo un grave conjunto de errores. Admiro su honestidad y talante democrático al venir y escuchar de viva voz el reclamo de quienes se oponen a ese maldito proyecto heredado, en quienes usted encontró una recia y honesta oposición de los pueblos afectados y su irreductibilidad. El primer error fue la descalificación de los luchadores que llevan años padeciendo la represión de Felipe Calderón y Enrique Peña, secundados por sus inefables esbirros Graco Ramírez y Rafael Moreno Valle: los llamó radicales de izquierda que se confunden con los conservadores también radicales; el segundo error fue convocar a un ejercicio de participación ciudadana pésimamente diseñado que incluyó a todo el estado sin que éste sea mayormente afectado y, peor aún, con la tramposa oferta de aplicar la más baja tarifa eléctrica, lo que en elecciones públicas se podría tipificar como compra de voluntades; debo decirle que me ofendió la oferta.

            Esto lo advertí desde hace 15 días y lo hice público, así como mi decisión de votar por el en conciencia de lo que para la CFE y el proyecto de su recuperación para el interés nacional significa. Independientemente de la ineficacia de sus operadores en el caso, la responsabilidad es plenamente suya y ahora tendrá que remontar el error con mayor encono social y va a ser muy difícil convencer, no sólo a los pobladores afectados sino al Poder Judicial que ampara a los quejosos. Luego tendrá que resolver la consulta a los pueblos indígenas afectados. La consulta sólo exacerbó los ánimos en contra.

            Juárez cometió muchos errores, que lo digan Guillermo Prieto y Vicente Riva Palacio; Madero exageró en la materia de errar. Pero son héroes a imitar. Le ruego aplique su franciscana humildad para retomar el camino de la política y la negociación honesta e inteligente, con operadores apropiados.

            Todo con el debido respeto.

 

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