Intento de golpe de Estado en México

Heinz Dieterich
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1. El control de la calle. Los investigadores John Curiel y Jack R. Williams de la universidad más célebre del mundo, el Massachusetts Institute of Technology (MIT), acaban de demostrar fehacientemente que el golpe final de la “sublevación lumpen-plutocrática” (“revolución de color”) contra Evo Morales –el ultimátum militar– se operó vía un montaje mediático: el supuesto “fraude electoral”. La ejecución de esa maniobra estuvo a cargo del secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), el uruguayo Luis Almagro, un consumado títere de la CIA y del Departamento de Estado.

El análisis científico de Curiel y Williams reveló una vez más el “genoma” de los golpes de Estado de la “revolución de color”. Después de una larga fase de preparación subversiva, que genera las precondiciones para la insurrección final, una operación mediática coordinada nacional e internacionalmente genera el momentum (fuerza) necesario para hacer colapsar al gobierno atacado. En esta dinámica del golpe final son secundarios los tópicos usados. Pueden variar desde el asesinato de una niña hasta fake news de corrupción, ineptitud o traición.

La condición imprescindible para el éxito del golpe, sin embargo, es tener el control de los aparatos de guerra psicológica de las elites dominantes, que en el newspeak burgués se llaman “medios de comunicación”. De ahí, que todo gobierno de transformación que no controla o domina el sistema de guerra psicológica nacional, sucumbirá tarde o temprano ante la “sublevación lumpen-plutocrática” (G. Galindo) de color. Desde Kirchner a Lula a Correa a Evo, la socialdemocracia criolla nunca ha entendido esa precondición para mantenerse en el poder. Lamentablemente, en México, la Cuarta Transformación tampoco lo entiende. No tiene estrategia de comunicación ni equipos humanos ni narrativa, capaces de derrotar al ascendente poder de los desestabilizadores. Esto explica, porque la derecha azteca y sus cómplices internacionales tratarán de dar el salto cualitativo desde el control estratégico de los aparatos de guerra psicológica (medios) hacia el control estratégico de la calle. La fecha para este, su primer intento de golpe de Estado, es el “Paro Nacional” del 9 de marzo.

2. Neoliberalismo, verdad y feminicidio. Cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador comentó el brutal asesinato de la niña Fátima en Tláhuac, atribuyendo la causa de este abominable crimen al neoliberalismo, desató una ola de críticas feroces. Hubo una “descomposición de valores” que tuvo que ver con el “modelo neoliberal”, respondió en su conferencia de prensa mañanera a una pregunta respectiva. Su respuesta fue corta, pero, en esencia, científicamente correcta. Si el presidente habló con la verdad, la pregunta es: ¿Por qué la verdad generó una reacción mediática-política que en términos de psicología clínica califica como “histérica”?

3. ¿Está perdiendo la 4T el control? La respuesta a esta pregunta es obvia: Las fuerzas adversas a la Cuarta Transformación han conquistado la iniciativa estratégica mediática. Esto significa, que controlan la opinión pública del país a tal grado, que un presidente honesto no puede hablar con la verdad sin desencadenar un sismo político. Aprovechando su avance estratégico en el control mediático de las cabezas, la derecha procura ahora extender ese control con la conquista estratégica de la calle. La estratagema para tal fin es el paro nacional del 9 de marzo. La confusión y desorientación estratégica-táctica de la Cuarta Transformación que no sabe cómo reaccionar ante la nueva cualidad del asalto al poder de la derecha –de lo mediático a la calle– se manifiesta en su fragmentada y contradictoria respuesta. Ni sus fuerzas sociales, ni partidistas, ni gubernamentales parecen entender la fase de la contrarrevolución de color en que se encuentra la 4T y la dinámica de su evolución. Sobre una población psicológicamente preparada y controlada digitalmente, se puede usar cualquier evento cotidiano o aleatorio para construir falsas cadenas de causa-efecto, e inflarlas exponencialmente vía televisión y redes sociales, para acabar con un gobierno democráticamente constituido. Lo preocupante de la situación azteca es que el gobierno no tiene modelo comunicativo, ni sistema, ni equipos adecuados para el control epidemiológico de esos patógenos ideológicos que amenazan su existencia. El tema de la salud (abasto de medicamentos), del coronavirus, de la economía, serán pronto réplicas del tema de los feminicidios.

4. Guerra psicológica y medios de “comunicación”. Constatamos en análisis anteriores que el 35% de los votos en democracias liberales se deben a la política real del gobierno, mientras que el 65% depende de la percepción que los ciudadanos tengan de esta política. En buen romance: el 65% de los votos depende de la calidad de la propaganda de los adversarios: es decir, de los medios pagados por el gobierno y la oposición. En este punto central, no debe repetirse el gran error mediático de China en su conflicto ideológico con Occidente de creer, que los medios de “comunicación” tengan algo que ver con interacción comunicativa y democracia; y que, en consecuencia, sea posible una convivencia pacífica y civilizada del tipo ganar-ganar (win-win situation). Los “medios de comunicación” –fuera de la mitología de la democracia liberal burguesa– son empresas capitalistas en pos de ganancia, cuya mercancía es la guerra psicológica en beneficio de las élites de poder, para las cuales operan como agentes de outsourcing in brainwashing. Más allá del marketing y del mantra de auto-idolatría de esos “medios”, hay que entenderlos como un subsistema de dominación de la sociedad global, cuya esencia es la economía política y la guerra psicológica contra toda transformación potencial en favor de los pobres.

5. AMLO, la verdad y el neoliberalismo. Es fácil demostrar científicamente que la respuesta de AMLO fue en apego a la verdad. De hecho, ya en 1893, Emile Durkheim, uno de los fundadores de la sociología científica dio a conocer esa verdad, mediante su concepto de anomia. El desarrollo del potencial natural del niño, desde la neuroplasticidad hasta la evolución física y la configuración de habilidades sociales, dependen de dos tipos de interacción fundamentales: la socialización en la familia y en el sistema escolar. El adolescente y el adulto son el resultado de un proceso de producción, que determina su praxis social. La calidad de este resultado se deriva de la calidad de la familia y de la escuela que, a su vez, dependen de la economía. Echando abajo el trabajo e ingreso estable de una familia, se destruye: porque con el padre y la madre en la economía informal y en la miseria, se pierden las condiciones mínimas de socialización que son básicas para la salud mental y los equilibrios psicológicos de los futuros ciudadanos.

De la misma forma, si se destruye a la educación pública, gratuita y de calidad, convirtiéndola en empresa capitalista para la ganancia, se acaba con la segunda institución formativa del niño. Al juntarse ambos efectos, nos encontramos ante una sociedad estructuralmente destruida y carente de capacidad para integrar y regular los individuos. El corolario inevitable de este fenómeno es la multiplicación de comportamientos antisociales y criminales, como observamos en Estados Unidos y el Tercer Mundo. Anomia es lo que observamos en México, producida por la violenta imposición del neoliberalismo desde 1982. Esta es la esencia de la afirmación de AMLO, que es científicamente correcta.

6. Error inicial del gobierno. No hay duda de que el gobierno federal no entendió la dimensión del problema de las protestas femeninas desde el inicio y que tampoco supo reaccionar adecuadamente en sus comentarios mediáticos y medidas prácticas para distensionarlo. De hecho, el desconcierto de las fuerzas morenistas ante la multifacética convocatoria para el paro nacional del 9 de marzo demuestra que la falta de visión estratégica y audaces medidas prácticas para encarar la histórica opresión de las mujeres, sigue paralizando sus cabezas. Al mismo tiempo, sin embargo, hay que reconocer, que por primera vez en muchas décadas existen las libertades democráticas civiles en la praxis, para manifestarse públicamente sobre esos problemas ancestrales. Es decir, frente al error inicial de reaccionar con estrategias comunicativas obsoletas e ineficientes ante el drama histórico de la represión de la mujer, tiene que reconocerse inequívocamente la virtud del presidente y su gobierno federal, de practicar con ética y civismo las libertades democráticas en la Cuarta Transformación.

7. Actuar de inmediato. Sin embargo, esta virtud de actuar con ética y civismo no puede sustituir un programa inmediato, creíble y contundente, para mejorar la situación real de la mujer. De hecho, si hay voluntad política real, puede concretarse tal programa antes de que termine 2020. Igualar los salarios de las mujeres a los de los hombres; acabar con la bárbara praxis de los supermercados de obligar a las cajeras a estar paradas ocho horas (¡!), que es un vil abuso de la fuerza laboral y, desde el punto de vista de las ciencias económicas una auténtica estupidez contraproductiva. Y crear con los gobernadores cientos de casas de protección para mujeres y niños que sufren violencia doméstica, protegidas por una policía armada especial, estas serían algunas de las medidas que pueden concretarse rápidamente y que demostrarían a las mujeres mexicanas de manera inmediata, donde están sus verdaderos aliados en la lucha por su liberación.

Una liberación sin brujas, ni dogmas, ni demagogos. Una liberación de transformadores auténticos, comprometidos con la justicia y felicidad de todos los mexicanos, sin distinción de género.

Se denomina golpe de Estado blando, golpe suave, golpe encubierto o golpe no tradicional al uso de un conjunto de técnicas no frontales y principalmente no violentas de carácter conspirativo, con el fin de desestabilizar a un gobierno y causar su caída, sin que parezca que ha sido consecuencia de la acción de otro poder. La expresión ha sido atribuida al politólogo estadunidense Gene Sharp quien, según Thierry Meyssan, «recibió el encargo de la CIA para conducir la aplicación práctica de su investigación teórica en China», en 1989, y trabajó para Israel para «crear programas de entrenamiento para jóvenes activistas con el objetivo de organizar golpes». En algunas ocasiones, el golpe de Estado blando se relaciona con el llamado lawfare (guerra jurídica o guerra judicial), cuando la desestabilización o derrocamiento del gobierno se realiza mediante mecanismos aparentemente legales. Carlos Ciappina señala que el golpe de Estado blando se utiliza como alternativa al golpe de Estado militar, muy utilizado hasta la década de 1990, pero sustituido por otras técnicas desde esa década debido a que «ha perdido prestigio».

 

 

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