Ni es proclive a la violencia ni tiene necesidad de ella

Miguel Ángel Ferrer / Economía y política
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La expresión popular “tener muchos fierros en la lumbre” significa tener muchos asuntos urgentes que atender al mismo tiempo. La frase es perfectamente aplicable al presidente López Obrador. Son muchos y muy urgentes los problemas que reclaman su atención. Y para resolverlos se requiere habilidad y serenidad.

Con estas cualidades se han resuelto muchos y difíciles problemas. Fue, por ejemplo, el caso del huachicoleo. Se trataba de un problema mayúsculo que se resolvió perentoriamente. Y lo mismo pasó con el muy breve asunto del desabasto de gasolina.

Luego vino el problema de las caravanas de migrantes y la negativa de Estados Unidos de abrirles el paso a territorio yanqui. Parecía una cuestión insoluble. Pero es obvio que la modalidad de las caravanas va perdiendo gas, aunque la derecha y sus medios de comunicación afines se empeñen en inflarlo artificialmente.

Y también es obvio que habilidad y serenidad han hecho innecesario acudir al empleo de la fuerza y la violencia, la que en lugar de resolver los problemas sólo los  extiende y agudiza. Estos rasgos del gobierno de López Obrador explican el permanente apoyo de la población, respaldo que se mantiene en 70 de cada 100.

Habilidad, serenidad y la permanente negativa a hacer uso de la fuerza son los recursos que López Obrador está utilizando para, ahora mismo, enfrentar el problema de los paros de actividades en la Universidad Nacional.

Será la propia comunidad universitaria la que habrá de resolver el problema. Y al gobierno sólo quedará la difícil tarea de no caer en las provocaciones de los interesados en que prenda la violencia, entre los que se cuentan una buena parte de la mismísima alta burocracia universitaria y personajes del antiguo régimen desplazados por la Cuarta Transformación.

Vándalos, provocadores y medios de comunicación de derecha hacen su mejor esfuerzo por generar una respuesta violenta de López Obrador. Pero ante la falta de ésta el problema de los paros empezará a perder fuerza. La clave de la solución se encuentra en no echarle gasolina al fuego.

Es obvio que quienes claman por el uso de la violencia gubernamental no conocen a López Obrador. No entienden que ni le gusta ni tiene necesidad de ella. Y que para gobernar le basta con el mayoritario apoyo del pueblo.

¿Qué ganaría López Obrador con el uso de la fuerza? Sólo desprestigiarse, agravar los problemas y asemejarse a sus adversarios pripanistas de tan ingrata memoria. 

 

 

La agenda de Javier Sicilia y sus mil acompañantes

Miguel Ángel Ferrer / Economía y política
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Indudablemente Javier Sicilia es una figura mediática y un personaje polémico. Su extendida presencia en los medios de comunicación da fe de su talante polémico. Para unos es un adalid de la paz, la democracia y la justicia. Para otros es una persona falsa, protagónica y engreída. En los medios algunos lo apoyan y ensalzan y otros lo censuran y descalifican. Hay opiniones para todos los gustos y preferencias partidarias.

Pero más allá de las opiniones de cada cual, es evidente la falta de sintonía  política e ideológica entre Sicilia y la sociedad que dice o busca representar. Y las pruebas son públicas y están a la vista. Su último llamado a la sociedad para demandar paz, justicia y democracia apenas rebasó las mil personas.

Y eso que tal llamado contó con un descomunal respaldo de los medios de comunicación hegemónicos de indiscutible filiación de derecha. Era casi imposible contar con una mejor caja de resonancia. Se trató de una convocatoria destinada a ser vista y oída por millones y millones de personas. Y en contrapartida el resultado no pudo ser más magro, más escuálido, más raquítico.

¿Cómo explicar este hecho objetivo, material, palmario? ¿Será que la gente, la sociedad, el pueblo no quiere paz, democracia y justicia? ¿O será que los destinatarios del llamado de Sicilia comprendieron que bajo el disfraz de esas bellas palabras se escondía un llamado a la movilización de protesta, censura y descalificación del gobierno de López Obrador y de este mismo?

¿Será igualmente que la gente sabe o intuyó o sospechó que ese llamado a marchar estaba siendo tripulado por panistas, priistas y otros representantes del viejo régimen hoy desplazado del poder? ¿O será, asimismo, que la raza no ve con buenos ojos a ciertos aliados, amigos, correligionarios o simples compañeros de viaje de Javier Sicilia, entre los que destacan los patriarcas del impresentable clan LeBarón?

¿O será, también, que la gente, el pueblo, la raza no gusta de participar en actos políticos cuyos líderes llaman a la intervención policiaca, política y hasta militar de Estados Unidos en los asuntos de México, cual es el caso precisamente del clan LeBarón?

Las explicaciones para el rotundo fracaso de la marcha convocada por Sicilia pueden ser las anteriores o muchas otras. Pero lo palpable es que la agenda política de Sicilia y los LeBarón no se compagina con la agenda de la  sociedad mexicana, mayoritariamente obradorista. ¿Lo entenderá Sicilia? Quién sabe.

 

  

Las caravanas y los tres pies del gato

Miguel Ángel Ferrer / Economía y política
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Hay quienes dicen que sería absurdo atribuir el fenómeno de las novedosas caravanas de migrantes hondureños a un plan concertado por el imperialismo, las oligarquías regionales y las mafias de tratantes de personas. Pero como en política la mala fe es de oficio, no se puede descartar así como así esa posibilidad.

Sin embargo, tampoco se puede negar que la violencia, la criminalidad, la miseria, el abandono y la carencia de oportunidades para lograr una vida digna son factores objetivos que empujan a la gente a emprender la muy incierta y peligrosa aventura de la migración indocumentada, por tierra y atravesando México, hacia Estados Unidos. Quizá, y con alta probabilidad de que este sea el caso, se trate de una combinación de ambos factores.

Pero más allá del origen espontáneo, inducido o mixto de esas caravanas, lo central es que el destino de ellas es precisamente Estados Unidos. Y esto llama la atención porque una vez alcanzado el territorio mexicano se terminan los factores objetivos que se aducen para explicar las caravanas: en México se ofrece a los migrantes refugio, asilo, seguridad, educación, salud, empleo y oportunidades de una vida digna y estable.

¿Por qué, entonces, la insistencia en internarse y establecerse en Estados Unidos, donde no habrán de encontrar las posibilidades y oportunidades que México les ofrece y les ha ofrecido reiteradamente? Es más: en EU están garantizados el mal trato, la discriminación racial, la persecución policiaca, la amenaza constante de deportación, con la consecuente y dolorosa separación de las familias, y la condena a vivir permanentemente en un gueto.

Es en este punto donde toma mayor fuerza la hipótesis de una acción concertada. Los líderes e integrantes de las caravanas actúan como si debieran cumplir una obligación, un contrato, un compromiso ineludible. ¿Por qué proceder contra la lógica, la razón y las palmarias evidencias que aconsejan aceptar el ofrecimiento mexicano? ¿Pura necedad? ¿Puro apego a la idea preconcebida, irracional y obviamente sembrada en la mente de esos migrantes de alcanzar el sueño americano?

En el lenguaje mexicano frente a una situación inexplicable, como esta de las caravanas, suelen utilizarse las expresiones coloquiales “mar de fondo”, “aquí hay gato encerrado” y “buscarle tres pies al gato sabiendo que tiene cuatro”.

 

 

Realidad y tratamiento mediático del Covid-19

Miguel Ángel Ferrer / Economía y política
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Según los más recientes y cuidadosos conteos, el número total de infectados por el germen coronavirus alcanzó la cifra de 64,627, en tanto que la cantidad de fallecimientos es de 1,483. Con estos guarismos se puede calcular la tasa de letalidad del padecimiento, es decir el total de muertos con respecto al total de los infectados, la que no alcanza el 2.3 por ciento. O, dicho de otro modo, hay 2.3 fallecimientos por cada cien enfermos.

Se trata de una tasa de letalidad muy baja y que indudablemente tenderá a disminuir con el paso de los días y las semanas. Y con la caída de la tasa de letalidad también caerá el número de infectados, todo ello en razón de que la epidemia está siendo combatida con los muy eficaces recursos científicos de los que dispone la sociedad humana en China y en todo el planeta. Entre esos recursos está en primer término el cerco sanitario, la celebérrima cuarentena.

Con estos datos en la mano se puede afirmar que no hay lugar para la angustia, a pesar del sobredimensionamiento mediático prevaleciente. Recuérdese que la gran epidemia de gripe española de 1918-1919 produjo 100 millones de fallecimientos. Y recuérdese igualmente que la epidemia de gripe que azotó a Estados Unidos en el reciente año 2018 produjo más de 10,000 muertes, sin que la prensa yanqui y los medios de comunicación planetarios hubieran dispensado una cobertura ni de lejos semejante a la otorgada a la epidemia china.

¿Tendrá que ver esta diferenciación mediática con el hecho muy conocido de la guerra comercial desatada por Estados Unidos contra China? Porque si bien es muy pequeño el daño que en la salud del pueblo chino ha producido el nuevo germen, bautizado Covid-19, en cambio ha sido muy severo el daño causado a la economía china por el distorsionado e interesado tratamiento mediático occidental de la nueva enfermedad.

Indudablemente China y el planeta tienen la capacidad para frenar y eliminar la epidemia. Y el gigante asiático sin duda se recuperará prontamente del pequeño descalabro económico. Por ahora lo importante es entender que el Covid19 no constituye realmente una amenaza. Y menos una amenaza universal invencible.

Finalmente el Covid-19 habrá servido para reafirmar la confianza mundial en el poder de la ciencia. Y para alertar nuevamente a la sociedad planetaria sobre el malévolo poder de los medios sujetos a las ocultas directrices de Washington y otros países imperialistas.

 

 

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