La terca memoria y el que la hace tiene que pagar

Teresa Gil / Libros de ayer y hoy
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La detención, fuera del ámbito mexicano de Genaro García Luna, que lleva inevitablemente a Felipe Calderón, es solo una de las piezas importantes que aplaca en parte la rabia interna, aunque no haya ocurrido aquí. Se mencionan investigaciones sobre Manlio Fabio Beltrones y Vicente Fox. Y faltan muchos. La terca memoria se rebulle en la vida de los mexicanos y no es tan fácil desterrar lo que pasó en muchos años. Los buenos auspicios de reconciliación como los que promueve José Mujica se quedan en eso, en buenas intenciones, porque las cicatrices están frescas y muchas puede que no curen. Ha muerto demasiada gente, se ha empobrecido a millones y varias generaciones perdieron su oportunidad en la vida. Eso no tiene marcha atrás. Si como decía Oscar Wilde el humano no puede huir de su pasado, los recuerdos se empeñan en generar una conducta, cuando las acciones que lastimaron no han sido justificadas. Quienes pasaron sobre la buena  fe de los ciudadanos de manera burda y fraudulenta, como lo hizo Felipe Calderón Hinojosa para incrustarse en la presidencia –hecho visto y comprobado por millones–, quien además generó un sistema de violencia que encrespó la inseguridad, todavía fuera de contexto oficial, se da el lujo de una incitación permanente, además de visitar países para exacerbar golpes.  Ahora se le relaciona con hechos notoriamente de presunción delictiva; quiere decir que el hombre que considerábamos falaz, es peor.

La terca memoria, de Scherer y el recorrido terrible por un sistema

El 7 de enero se cumplirán cinco años de la muerte de Julio Scherer García, el destacado periodista autor de La terca memoria, entre muchos de sus libros. Es un recorrido por sucesos y personajes que se asilaron en la  memoria de este reportero como él se menciona en algunas páginas, en una obsesión que gira siempre en torno a su salida del diario Excélsior urdida por el entonces presidente Luis Echeverría Álvarez. Como un Dantés moderno, Scherer García se empeñó durante cuatro décadas en un recordatorio permanente de lo que tanto le afectó. Fue  una especie de venganza que signó la vida de los principales actores involucrados y generó para los espectadores, un periodismo que en muchos sentidos había sido inédito en México. Reunidos todos los personajes, políticos, intelectuales, amigos, colegas y compañeros de su revista Proceso, los involucra en un camino que por su insistencia debió ser muy doloroso. Y a partir de la catarsis que le produce su rencor,  se desarrolla una de las críticas al sistema y sus satélites, más desoladoras y terribles, por lo que él pudo ver en su interior. Un  sistema de autócratas, corruptos, desalmados, mentirosos, siniestros, ladrones, con sus herencias malditas en hijos y familiares. Y por otro lado, un grupo crítico, señalador, aunque dentro de ese sistema en el que se comparten amistades, viajes –uno con Carlos Salinas de Gortari al que llama con toda naturalidad presidente que finalmente lo era en el sentido formal–, comidas elegantes, discusiones y fiestas, el narrador se sitúa a distancia, con cierta pureza –el bueno soy yo–, que está trasminada en todo el libro.

Libro interesante. Me gustó Marlon Brando tapándole la boca a Fox

La terca memoria (Grijalbo 2007, casi 250 páginas) abunda en nombres con sus respectivos retazos de historia. Scherer a todos los pone en su lugar con datos en la mano. Hay muchos documentos reproducidos, intervenciones externas, descripciones muy bien llevadas de los escenarios, aunque a veces el estilo –que es bueno– se note rebuscado. Lo que dice de Hank González y de su hijo Jorge Hank Rhon, confirma la frase que el profesor le robó a un autor del siglo XIX: un político pobre es un pobre político. Desfilan las fortunas –Juan Sánchez Navarro, Manuel Espinosa Iglesias–, los chismes –Mario Vargas Llosa golpeando a Gabo–, la presunta corrupción de los intelectuales –Héctor Aguilar Camín  expuesto por El Universal–. Casi al final –llevado de la mano del tiempo por lo general, en el recorrido– describe la abusiva llegada de Vicente Fox, sin disculparse, a una reunión en el norte, en los primeros tiempos de su presidencia. Arribó tres horas y media después, para más tarde tomar la palabra y girar en nimiedades. Marlon Brando presente, sentado cómodamente en una silla con la pierna estirada, lo rebatió señalando su impertinente retraso y a continuación siguió con la palabra para extenderse sobre lo que es México, su historia, sus personajes, su grandeza, en un alarde de conocimiento sobre nuestro país que dejó apabullados no solo a Fox. Fue la mejor manera de taparle la boca, misma que ahora permanece muy cerrada, por cierto, cuando la justicia se para enfrente de García Luna, uno de los preferidos del tipo al que le organizó el fraude por la presidencia: Felipe Calderón Hinojosa ¿Qué escribiría al respecto don Julio?

 

 

Los golpes de Mario Vargas Llosa
son más duros que el que le dio a Gabo

Teresa Gil / Libros de ayer y hoy
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El golpe que le dio Mario Vargas Llosa a Gabriel García Márquez el 12 de febrero de 1976 y que pudo ser mortal, no es el más fuerte que ha dado. Periódicamente sale con la fuerza que le han creado su intelecto y los premios que ha ganado, para señalar con su dedo flamígero, a los gobiernos que según su concepción de ultraderecha, son peligrosos o van directo a la dictadura. Son prolegómenos de golpes que llevan destinatario. Él debe de saber mucho de dictadura porque la ejerce a partir de esa supremacía intelectual ganada formalmente en organismos de gran peso, pero que paradójicamente lo convierte en pobre ariete de los que están a la expectativa. A los priistas les señaló la suya como la dictadura perfecta y de hecho con esa frase los elogió, porque de ella se desprendía que eran dictatoriales quedito,  bien enfocados, con la calma de los sepulcros en el país y el número de pobres aumentando a raudales. Lo que resulta más preocupante es el análisis que ha hecho varias veces sobre Venezuela al señalar que lo que él llama dictadura en Maduro, “durará poco” ¿Por qué lo dice?, ¿Qué es lo que sabe? ¿Qué informes ha dado y tiene de sus mandantes?

¿Quién patrocina a Vargas  Llosa y para qué?, pregunta Federico Arreola

En su columna del 30 de noviembre, el director de la red SDP Noticias, Federico Arreola, pregunta sorprendido quién paga los desplazamientos por el mundo del peruano-español Vargas Llosa. Llama mucho la atención el activismo del Premio Nobel 2010, si se conocen las prendas que lo cubren ideológicamente. Por todos lados se da el lujo de juzgar a los gobiernos que no coinciden con él en su  ideología, –con Evo se metía no sólo en su gobierno, sino en su condición de indígena: La lucha de Hitler, renovada–, y ahora llama populista a un gobierno que según él va a la dictadura, en México. Eso no impide que visite al país como Pedro por su casa, que acepte los honores que le rinden –ahora en la FIL 2019 y hace unos meses en otro acto en Jalisco–, y se lleve cinco millones de pesos por el primer premio Carlos Fuentes entregado por la UNAM. Ajonjolí de todos los moles en contra de la izquierda, se desplaza constantemente por el mundo en su afán ¿encubierto? de galán muy maduro, ahora liado a una “gran amoureuse” como la filipina-española Isabel Preysler, quien ya expresa en las fotos cierto aburrimiento. Mientras baila y hace modales de adolescente involucionado en los países a donde va, da el espectáculo y  aprovecha cualquier descuido para poner el sello a sus gobiernos. No es nuevo, Estados Unidos utiliza a personajes famosos y carismáticos para sus fines lentos de descalificación. Se sostiene que es el papel que desempeñó por muchos años el famoso actor –entre otros– William Holden, quien murió misteriosamente en 1981.

¿Golpeó a Gabo por celos o por cuestiones ideológicas?

El periodismo llamado serio exhibe su verdadera catadura de prensa rosa-amarillista cuando hay un tema de chisme universal. El golpe que le dio Vargas Llosa a Gabo, se ha publicado y discutido per sécula y se le ha dado todo tipo de interpretaciones. El entonces sólo peruano le dio tremendo golpe al colombiano –Premio Nobel 1982–, en el vestíbulo de Bellas Artes, cuando éste llegó, eufórico, a saludarlo. Gabo cayó aparatosamente con la cara llena de sangre, pero pudo haber sido un golpe mortal, si se pega fuerte en la cabeza. Hay que tomar en cuenta que quien lo golpeó fue boxeador en su juventud y actuaba con la ventaja de su técnica y la sorpresa. Hay normas universales que prohíben a una persona entrenada en el boxeo, pelear con una sin entrenamiento y mucho menos golpearla. Puede ser un  delito con agravantes. El asunto, que podría cambiar el título del famoso libro de Gabo, Crónica de una muerte anunciada (Bruguera 1981) por el de Crónica de un golpe no anunciado, quedó en un pacto de caballeros para no decir nada al respecto. Un chisme pueril entre dos grandes escritores, por los presuntos celos de Vargas Llosa, pero que para analistas más profundos no fue sino el odio expresado contra García Márquez por su posiciones progresistas y su apoyo permanente a Cuba.

 

 

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