Un terrorismo binacional

Sergio Gómez Montero / Isegoría
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Una inquietud sin causa me ilumina los ojos
y a través de mis párpados pasa un absurdo “film”…
O. Girondo: “Insomnio”.

Ojalá y pudiéramos cantársela derecha a los gabachos, porque tanto ellos como nosotros, la neta, tenemos mucho de lo cual arrepentirnos respecto al narcotráfico. Ellos, claro, porque su modelo de vida, desde mucho tiempo atrás, los condujo inexorablemente a las adicciones primero y luego a la violencia de una manera natural, de tal forma que en ambos renglones son hoy campeones mundiales: es el pueblo que más consume drogas (en la época de la prohibición y en las postguerras, alcohol, primero; hoy, descendieron a un consumo de drogas ilimitado, que ha favorecido el comercio de éstas a nivel mundial de una manera creciente), al tiempo que es el pueblo que maneja con mayor liberalidad las armas de fuego y por eso ellos son quienes más comercian ilegalmente todo tipo de armamento. De allí que el presidente gringo no se midió cuando en su maléfico tuit quiso acusar formalmente de “terroristas” a los grupos de narcotraficantes en México, para así justificar una intervención militar de las fuerzas armadas estadunidenses en nuestro país.

Vamos, ¿no?, de risa loca. ¿Terroristas los grupos narcos de México? Por favor, que no hagan reír.

Es decir, lo que hay de serio en todos los episodios vinculados a los tristes episodios de violencia que recientemente se han registrado en el país tiene que ver, más bien, sí con el terrorismo; pero con un terrorismo encubierto que busca desestabilizar a nuestro país para que él no siga avanzando por el camino de cambios que poco a poco trata de ponerle fin a un neoliberalismo que sumió a México en la corrupción más cínica y alevosa y en la disparidad de ingresos más dolorosa que registre nuestra historia. El que esa lucha cese a como dé lugar, es en lo que está empeñado hoy el gobierno de Donald Trump, poniendo en práctica lo más sucio y oscuro de la política contemporánea.

La política es hoy poder; entenderla de otra manera es ingenuo. Y el poder hoy, como desde principios del siglo XX (la primera postguerra), es la lucha despiadada que desde aquel entonces se entabló entre los poderes imperiales que defendían a sangre y fuego al capitalismo, encabezados, por razones geopolíticas, por Estados Unidos, en contra, también en aquel entonces, por la Rusia bolchevique, que luego de la guerra defendió con todo los intereses de la clase obrera. La lucha por el poder, pues, desde aquel entonces quedó así definido y la política, por ende, es así como debe de entenderse desde entonces, desde un punto de vista marxista.

No se pueden pues entender, de raíz, de otra manera hoy las relaciones entre México y Estados Unidos. Menos aún en el momento actual, en que el primer país, cautamente busca salir del círculo vicioso en que estaba metido y que lo tenía destruido, como ya se dijo, por la corrupción y la pobreza. Y está bien, avanzar con cautela y precaución en esta etapa, pero siempre teniendo presente que se está luchando con un enemigo muy fuerte e hipócrita. Esa es la verdad.

Bienvenido, mister, pero con sus límites.

 

 

¿Gobernar con quién?

Sergio Gómez Montero / Isegoría
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Doblemente ofendidos de lo que escombras.
Por la sangre en el viento, no entre las venas,
Donde nazcas, violencia, maldita seas
D. Escobar Galindo: “Duelo ceremonial por la violencia”.

De que el camino, los próximos doce meses, va a ser difícil, lo será, para gobernantes y gobernados. Para los segundos, porque estamos viendo avanzar el tiempo y no vemos claro respecto a las esperanzas que nos habíamos fundado con el régimen de AMLO (un poco, sí, la caja de Pandora no trajo todo lo que esperábamos). Pero en donde sí, definitivamente, las cosas se ven complicadas es en lo que se refiere al gobierno, pues las dificultades son de diversa naturaleza y algunos sí son problemas realmente serios, a los cuales, si no se les echa montón (si muchos mexicanos no intervenimos apoyando a López Obrador), pueden convertirse en verdaderos fardos que, como pueblo, nos pueden aplastar.

Internos y externos, pues, los problemas son muchos y de muy diversa naturaleza, pues, por ejemplo, ¿por qué las resistencias de Canadá y Estados Unidos ahora en cuestiones laborales, cuando, en apariencia, eso eran ya cuestiones saldadas, y que, si se analizan bien, no hay ninguna razón para que todavía subsistan? El que eso mete miedo a los mercados sin duda, pues éstos, por el hecho de ver cruzar por sus cielos una mosca, comienzan a presagiar la debacle y uno no sabe si lo hacen sólo para asustar o si son reales los truenos y relámpagos que se anuncian. Y lo peor es que los gobiernos (a excepción de los que tienen muy consolidadas sus economías: China, Rusia, los países escandinavos), todos los países bajo la férula del capitalismo, comienzan a temblar, pues hoy la economía capitalista guarda un difícil equilibrio a nivel mundial. Y por eso, si a eso se añaden los temblores que mete el volver a negociar en el Senado del país lo referente al outsourcing aumentan las inquietudes, pues ello incrementa las presiones que ya de por sí tienen las actividades económicas del país. Las perspectivas que se vislumbran para el año que entra así, no se presentan claras para quienes gobiernan; mucho menos si como, en el caso de Baja California, un aliado de López Obrador como Jaime Bonilla, comete cada día que pasa errores que en nada favorecen la imagen de quien gobierna al país, lo que vuelve de nuevo a marcar la falta de oficio político de quien dirige centralmente al país y de todos aquellos que le prestan asesoría. ¿A quién, pues, le va a tocar la responsabilidad entonces de conducir al país por los senderos que debe caminar?

La respuesta está cargada de intríngulis, de bocacalles sin sentido, pues si antes esa tarea recaía fundamentalmente en lo que era la Secretaría de Gobernación, ésta fue perdiendo poco a poco esa función, para recaer en el grupo de asesores que rodeaban al presidente, quienes consultaban los oráculos y leían las líneas en el cielo y daban así sus tips al gobernante. Hoy también esas prácticas el gobernante las ha dejado atrás, y como no tiene partido político que tampoco lo aconseje, su gobierno aparte de unipersonal se ha tornado errático, equivocado y confuso a la hora de tomar decisiones, sin que se sepa hasta hoy cómo es que saldrá adelante, particularmente el año entrante en que el panorama no pinta precisamente lleno de buenos augurios.

Lejos está uno de desear tragedias ni mucho menos. Pero, en un afán de objetividad, lo único que queremos decir es que, previo a que llegue el 2020, uno quisiera que el panorama fuese menos abigarrado a como está hoy y, sobre todo, que políticamente las acciones a emprender fueran más claras, definidas y precisas para así poder avanzar sin titubeos ni equivocaciones. El periodismo de opinión, vale dejarlo otra vez claro, no tiene interés ninguno en incorporarse a un puesto de gobierno. Su tarea, su única tarea (en este caso en particular) es sólo ejercer un ejercicio de conocimiento de la realidad basado en la búsqueda de la verdad. Si a alguien le sirve, bien. Si no, que con su pan se lo coma.

Ojalá pues y cambien las señales en el cielo para el año que entra.

 

 

Amenazas y lecturas subyacentes

Sergio Gómez Montero / Isegoría
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El orden de sus túmulos,
sus inducciones plásticas, sus respuestas corales
C. Vallejo: “Poesía”.

¿Será acaso que el periodismo de opinión ve la realidad, diría Aldous Huxley, de color amarillo, a diferencia del gobierno, para quien el color que predomina en la realidad es, en apariencia, un rosa tranquilo? Porque considerar que en un año han sido sólo cinco los momentos críticos por los que se ha pasado a la hora de gobernar, la verdad que es un cálculo conservador, véasele por donde se le vea, porque esa cifra para nada corresponde, creo, con la que, sólo desde el ámbito de estas notas, se puede considerar. ¿Se trata acaso de que leemos de manera distinta la realidad?

Por poner un ejemplo: ¿Qué subyace atrás de las declaraciones del presidente Donald Trump de considerar como terroristas a los grupos de narcotraficantes mexicanos? ¿Sólo una táctica electoral para asegurar su reelección o, como también puede leerse, una amenaza real y tangible para buscar intervenir militarmente en nuestro país o lo que desde hace rato en esta columna se ha insinuado: presionar al régimen para que modifique sustancialmente su estrategia de gobierno, con las viejas tácticas a las que tan afecta es, desde muchos años atrás, su Agencia Central de Inteligencia? Porque hágase un recuento de las cinco acciones enunciadas por AMLO como las más críticas después de un año de gobierno, y si no todas, sí tres de esas cinco han tenido que ver con el gobierno de Estados Unidos, lo cual sí significa la existencia de una presión continua de ese gobierno en contra del gobierno mexicano, por más que nuestro presidente, diplomáticamente, niegue la existencia de esa presión. ¿Podrá esa política diplomática seguirse soportando?

Históricamente, para nuestro país ha sido un verdadero calvario, desde el siglo XVIII, soportar la vecindad con el país mencionado. En el XIX pagamos las consecuencias de ello con Antonio López de Santa Anna, que sólo los liberales lograron, con dificultades, paliar, pero que, con Porfirio Díaz, pagamos a precio de ferrocarriles, y de allí en adelante el precio a pagar haya sido diverso. Sin que hasta la fecha aún hayamos logrado quitarnos ese peso de encima. Triste y dolorosa, pues, ha sido nuestra vecindad con el país del norte, sin que hasta hoy tengamos la certeza de que el pago que hemos hecho al respecto se vaya a detener en un plazo prudente. ¿Alguien podrá adivinar algo al respecto?

Es cierto, con el régimen actual las relaciones hasta hoy entre nuestros dos países han sido de aparente respeto. Pero de que nuestro país ha tenido que pagar desde ser un país tercero en disputa en cuestiones migratorias, hasta sede de supuestos grupos terroristas sin serlo, lo ha pagado sin poder meter las manos, lo cual evidentemente conduce a preguntarse: ¿Qué tipo de gobierno habría que poner en práctica para lograrlo, para lograr el respeto de un vecino con el que no nos interesa disputar sino dialogar?

En fin, ojalá y en lo que será el segundo año de gobierno de AMLO pudiera existir una respuesta válida y respetuosa al respecto. ¿La habrá; usted qué cree?

 

 

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