La vitivinícola no escapa del cambio climático

Yanet Llanes Alemán / Prensa Latina
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Pareciera que el dios del vino, Dionisio, según la mitología clásica, enfureció, pues la industria mundial de ese sector ha sido perjudicada por los efectos del cambio climático, incluso en Grecia, la llamada cuna de la vinicultura.

En Europa, donde se encuentran los mayores productores del orbe (Italia, Francia y España), las condiciones meteorológicas fueron menos favorables en países como Portugal, Grecia y Bulgaria, que registraron producciones escasas en 2018.

Los primeros datos sobre la cosecha de 2019 muestran una reducción en la mayor parte de las naciones del hemisferio sur (principalmente en Argentina, Brasil y Chile), según la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV). En Australia, las altas temperaturas en verano impactarían la cosecha y Sudáfrica estaría todavía muy afectada por la sequía, estimó la entidad.

Enólogos del archipiélago griego Santorini dijeron a Euronew que la calidad de la uva y la producción de viñedos también sufrieron el incremento térmico, y aseguraron que en lo que va de año la cosecha disminuyó un 30 por ciento respecto a 2018 y 50 por ciento en comparación con el año anterior. Estos temen que el aumento de las temperaturas también esté cambiando las características de las uvas, su acidez, y como resultado obtengan un vino más afrutado y dulce en el futuro.

“Las verdaderas viñas ciertamente seguirán existiendo incluso en las áreas más difíciles, pero la cantidad de uvas disminuirá y la calidad cambiará. Todo lo que podemos hacer, ya que no podemos ir en contra del cambio climático, es cambiar gradualmente algunas de las técnicas que empleamos”, dijo al rotativo europeo Stella Papadimitriou, de la bodega Hadjidakis.

En ese sentido, se refirió a proyectos de riego y protección contra las quemaduras solares para las uvas en el archipiélago, que posee algunos de los viñedos más antiguos del mundo en cultivo continuo. Según la OIV, Grecia alcanzó 2.2 millones de hectolitros de vino el año pasado, cuando la producción mundial contabilizó 292.3 millones de hectolitros (más de la mitad entre Italia, Francia y España), tras una baja histórica en 2017.

Panorama y desafíos

Según la Organización Meteorológica Mundial, en los próximos cinco años, la temperatura media aumentará por lo menos de 1.2 a 1.3 grados centígrados por encima de los niveles anteriores a la Revolución Industrial. Los comentarios se hicieron después de que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) publicara que el período 2015-2019 será el lustro más cálido de la historia, tras un aumento de 0.2 grados centígrados en la etapa 2011-2015. También un estudio de la Escuela Politécnica de Zúrich reveló que las condiciones climáticas de tres de cada cuatro ciudades del mundo notarán un sorprendente cambio para 2050, y en una de cada cinco, serán “dramáticos y nuevos”.

La temperatura de Madrid igualará a la actual en Marraquech, al sur de Marruecos; y Londres, por su parte, contará con un clima como el de hoy en Barcelona.

En tanto, la Agencia Europea del Medio Ambiente señaló que el cambio climático puede provocar una pérdida de producción o incluso el abandono de ciertos cultivos. El trigo, remolacha y maíz podrían reducirse en 50 por ciento para 2050 en el sur del denominado viejo continente.

Por su parte, las organizaciones no gubernamentales ambientalistas piden un cambio en la política agrícola común para ayudar a la diversificación de cultivos.
Ante este panorama, el director general de la OIV, Pau Roca, abogó por la elaboración de medidas políticas para reducir la emisión de gases de efecto invernadero, en la conferencia Climate Change Leadership celebrada en Portugal.
Productores de vino, climatólogos e investigadores de todo el mundo, cuyos trabajos son pioneros en el ámbito de la economía sostenible, se reunieron en busca de soluciones que contribuyan a paliar los efectos del cambio climático.

En ese sentido abordaron la puesta en marcha de recursos de energías renovables, la reutilización del agua de lluvia, la reducción del consumo de agua en el riego, del uso de combustibles fósiles y la adopción de embalajes y botellas más ligeros.

No obstante, Roca transmitió una actitud optimista: “Debemos ver el cambio climático como una oportunidad, porque generará un nuevo modelo de economía que no esté basado en el crecimiento sino en la sostenibilidad. En su opinión, la industria vitivinícola tiene una gran capacidad de adaptación, mejor que otros sectores, y ha demostrado su desempeño y resiliencia.

“Cada persona puede hacer más. Muchas empresas y académicos tienen iniciativas líderes, pero de manera fragmentada. Lo importante ahora es comenzar a trabajar juntos sobre la base de la cooperación”, expresó Adrian Bridge, organizador de Climate Change Leadership.

El secretario general de la ONU, António Guterres, aseguró que si el mundo no actúa cuanto antes para abordar la acción climática, el futuro será desastroso, aunque todavía hay esperanzas de cambio. “Nuestra tierra en calentamiento está emitiendo un grito escalofriante: Detente. Si no cambiamos urgentemente nuestras formas de vida, ponemos en peligro la vida misma”, expresó en su discurso inaugural de la Cumbre de Acción Climática.

De acuerdo con Guterres, la hoja de ruta para enfrentar este problema ya existe: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y el Acuerdo de París. Según resaltó, es obligación de todos hacer lo posible para detener la crisis climática y asegurar el futuro de las nuevas generaciones.

 

 

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