“La victoria de Alberto Fernández y de
Cristina será mi regalo de cumpleaños”: Lula


Emir Sader / Agencia Latinoamericana de Información
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Así que entramos –Duhalde (1) y yo– en el lugar donde Lula está, después de abrazos y besos, él inmediatamente pregunto’: –“¿Ya han visto un preso tan contento? Porque todos esos canallas están siendo desenmascarados”.

Es como si lo hubiéramos visto el día anterior y no más de un año antes. La misma fisionomía, la misma sonrisa, las mismas ganas de conversar. Llegamos al edificio de la Policía Federal y, después de la identificación y los controles, nos llamó el superintendente de la PF, lo que hace a veces, cuando tiene interés de conocer quien va a visitar a Lula.

Antes que él empezara cualquier discurso protocolar, yo tomé la palabra y le dije: “Estamos muy contentos de ver a Lula, pero muy constreñidos de que él  esté preso, a pesar de ser inocente, condenado sin ninguna prueba. Si no fuera por ello, Lula ahora sería presidente de Brasil. Él  va a salir y volverá a ser presidente del país”.  Se terminó así rápidamente ese encuentro y subimos al tercer piso, donde está Lula.

Nos han mostrado el área donde él toma sol una vez al día, antes de ser conducirnos donde se encuentra. Hay un baño a la derecha, después viene el espacio en donde él está. Tiene una ventana de vidrio al fondo, que proyecta luz, pero que no se abre. A mano derecha está la cama de Lula, con una televisión grande al frente. Al lado de la cama, la calefacción. Enseguida una mesita de café con biscochos (El de inmediato nos ofreció café y empezó a prepararlo).

En un lado hay una estera, en que él corre 9 kilómetros todos los días. En el otro, está el closet, con un estante de libros. En el centro, una mesita, en la que nos sentamos para conversar  una  hora y media (en general es una hora, pero nos permitieron hablar media hora más).

De partida Duhalde y Lula han pasado a recordar las vivencias que han tenido juntos. Duhalde dijo que Lula es el único amigo que él tiene fuera de Argentina. Recordaron el encuentro en Buenos Aires en el 2002, el primer viaje de Lula al exterior, así que fue elegido fue el primer presidente con el que se encontró. Lula se acordaba de los candidatos de entonces a la presidencia de Argentina, y que Duhalde le dijo que el próximo presidente iba a ser Néstor Kirchner, a pesar de ser gobernador de una provincia poco conocida y ser poco conocido en Buenos Aires. Lula también guarda esa conversación, la cuenta muchas veces, porque fue la primera vez que supo del que vendría a ser su gran amigo y colega de presidencia de los dos países hermanos.

Lo vimos a Lula igualito, combativo como siempre, hablando, preguntando y escuchando mucho. Se habló sobre neoliberalismo, sobre la corrupción del Poder Judicial, sobre el proceso de integración desmontado por gobiernos de derecha, sobre Venezuela, sobre Bolivia, siempre con acuerdo total entre los dos expresidentes. Lula agradeció mucho la visita de Duhalde, que le transmitió un abrazo de Moyano. Lula reiteró el reconocimiento por la visita de Alberto Fernández, a sabiendas de que esa visita sería explorada por la derecha en contra de él.

Lula recordó cómo, en el momento de la crisis de 2008, él fue a una reunión del G20, a proponer que si dejaban de invertir en sus países por la crisis, los gobiernos canalizarán las inversiones hacia África, que se desenrollaría y compraría productos de esos mismos países. Pero eso no fue oído y esos países siguen en crisis, mientras que aquí hemos superado la crisis con medidas anticíclicas.

Cuando se habló sobre la edad de cada uno, la salud, Lula se acordó de las elecciones de octubre de este año y dijo que “La victoria de Alberto Fernández y de Cristina será  mi regalo de cumpleaños”, ya que su fecha es el 27 de octubre, cuando cumple 74 años.

Finalmente tuvimos que interrumpir la conversación y nos despedimos para salir. Antes, pude tratar otros tantos temas de trabajo pendientes con Lula. El  entregó su texto de apertura para el libro “Y ahora, Brasil”,  que yo estoy coordinando. Lula se centró en el tema que lo preocupa centralmente ahora: la soberanía nacional y la soberanía popular.

Lula lee y escribe mucho. Tiene visita de un religioso los lunes, de familiares los jueves por la mañana, de dos visitantes los jueves por la tarde –como fue nuestro caso– y de los abogados todo el tiempo, menos el fin de semana. Tiene televisión abierta, pero no cable.

Las ganas, como comentamos con Duhalde, era la de tomar a Lula con las manos y llevarlo hacia fuera. Le dijimos eso: “Ven, Lula, tu lugar no es ahí, cercado por esos chacales. Tu lugar es afuera, donde el pueblo te espera. Ese pueblo que te elegiría presidente en primera vuelta. Ese pueblo que te va a elegir de nuevo presidente de Brasil”.

Muy extraño tener que entrar allá para estar con Lula. La última vez que había estado con él, después de haber convivido ininterrumpidamente a lo largo de las cuatro Caravanas por 16 provincias de Brasil, fue cuando él se despidió de cada uno de nosotros, en el Sindicato de los Metalúrgicos del ABC paulista, para ser llevado a ese edificio de la Policía Federal. Nos comunicamos por escrito y por imagen que le mando y que él contesta, pero nada como conversar con él, abrazarlo, estar con Lula.

Le hemos dicho que esperamos que el próximo encuentro sea afuera de allí, sea en libertad, sea en las calles, de Brasil y de Argentina.

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1) NDLR: se refiere al expresidente interino argentino Eduardo Duhalde (2-01-2002/25-05-2003)

https://www.alainet.org/es/articulo/201136

 

 

 

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