Los científicos y el gobierno actual:

Polarización y medias verdades

 

Yolanda Cristina Massieu Trigo

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En días recientes se ha avivado un debate respecto al papel de los científicos, la ciencia y la tecnología en el nuevo gobierno. Hubo desafortunados comentarios del subsecretario respectivo de la SEP sobre los académicos como una élite privilegiada, recortes a varios de los centros de investigación Conacyt y restricciones a la asistencia a congresos internacionales, lo que suscitó una inédita movilización de científicos de muchas instituciones públicas de educación superior y un comunicado en plataforma electrónica que recibió más de 13,000 firmas en pocos días, entregado en Palacio Nacional y al Poder Legislativo. Esto enmarca una discusión que será plural e interesante sobre una nueva Ley de Ciencia, Tecnología e Innovación, próxima a discutirse.

Desafortunadamente, el debate no ha carecido de medias verdades e intransigencias. En un artículo del doctor Antonio Lazcano en una revista estadunidense manifiesta su indignación por el recorte a centros Conacyt y la denostación a los científicos. Hasta ahí hay razón y consenso, pero el investigador concluye con un ataque directo a la directora del Conacyt, por su posición crítica respecto a los cultivos transgénicos, la cual ve como “una amenaza a los avances de la agricultura sustentable que México necesita”. Como estudiosa del tema desde hace casi 30 años, puedo decir que esto es una falsedad, aunque la opinión de la comunidad científica al respecto está dividida y permeada por los intereses económicos de las compañías transnacionales que venden estas nuevas plantas. La posición de un científico o científica respecto a un tema polémico no debe ser razón para descalificar.

Los doctores Sergio Aguayo y John Ackerman también han expresado su opinión, el primero con una posición crítica respecto al menosprecio del actual gobierno hacia los académicos, la ciencia y la tecnología, y el segundo negando este hecho. Este último enarbola tanto argumentos falsos como verdaderos: niega el recorte a los centros Conacyt, cuando hay evidencias de que se despidieron profesores-investigadores porque ser supuestamente funcionarios públicos, debido a sus contratos como personal de confianza. Ackerman constata algo cierto: han aumentado los fondos para investigación básica, se otorgaron los recursos para proyectos aprobados en 2018, se ha evitado que recursos públicos del Conacyt se entreguen sin evaluación a las grandes compañías privadas (como sucedió durante sexenios anteriores) y se han posicionado prioridades de investigación tan importantes como violencia, leucemia, cambio climático y soberanía alimentaria. Celebro especialmente este último aspecto (ligado a la polémica de los cultivos transgénicos), pues la posibilidad de que nuestro país produzca sus propios alimentos fue abandonada por los gobiernos desde hace décadas, así como la necesidad de otro paradigma agrícola que se base en la producción campesina y la sustentabilidad.

Abonan a la polarización las acusaciones de la directora del Conacyt y el mismo doctor Ackerman contra el Foro Consultivo Científico Tecnológico, una asociación civil que es espacio de interlocución de la comunidad de investigadores ante la política del Conacyt. Se le acusa de recibir financiamiento del Consejo, invadir sus funciones y usar la base de datos del Sistema Nacional de Investigadores. Se requiere revisar la relación Foro-Conacyt y rediscutir las funciones del primero, pero no ha recibido un presupuesto excesivo (200 millones de pesos en el sexenio anterior) y la mayoría de los académicos de México sabemos que los recursos se han usado para promover discusión y eventos sobre la política científico-tecnológica nacional, acusarlo de maniobras oscuras es un exceso.

Es necesario que la importante definición de la política científico-tecnológica del país se base en la pluralidad, la honestidad, la tolerancia y el compromiso con la solución de los acuciantes problemas de la sociedad mexicana, y que se abandonen la polarización y las falsas verdades.

 

 

 

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