Contra AMLO, guerra psicológica fallida

Miguel Ángel Ferrer / Economía y política
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Hasta ahora no han rendido frutos los enormes esfuerzos de la derecha mexicana en pos de mermar el respaldo popular a las ideas y a las políticas del presidente López Obrador. Los conservadores han utilizado todos los recursos a su disposición para descalificar y hasta satanizar el incansable trabajo y los indiscutibles logros del primer mandatario.

En ese catálogo de recursos están incluidas mentiras, exageraciones, intrigas, insultos, ocultamientos, tergiversaciones, encuestas amañadas. Y todo esto de manera masiva, con el concurso de buena parte de los medios de comunicación tradicionales y de las redes sociales reaccionarias.

Se trata de una estrategia que quiere ser integral y omnipresente para convencer a la ciudadanía de que son equivocadas las decisiones políticas y económicas de López Obrador. Lo mismo si el tema es la cancelación del aeropuerto de Texcoco que la construcción de la refinería de Dos Bocas. E igualmente si se trata de la creación de la Guardia Nacional o de la abrogación de la mal llamada reforma educativa de Enrique Peña Nieto.

Podría decirse que estamos en presencia de una especie de guerra psicológica que busca dominar la mente de los ciudadanos y, al mismo tiempo, paralizar las obras del gobierno.

Pero esa guerra psicológica ha fallado en ambos frentes de batalla. No ha conseguido apoderarse de la mente de los mexicanos ni ha logrado atemorizar al presidente. Y es indudable que una gran parte del mérito en la derrota de esa guerra psicológica se encuentra en la estrategia de comunicación social de López Obrador condensada en las diarias conferencias de prensa conocidas popularmente como las mañaneras que son vistas y oídas por millones de personas, tanto en vivo como en las innumerables repeticiones por días y días a través de las redes sociales más populares y apreciadas.

Frente al faccioso pesimismo descalificador y satanizador de locutores, comentaristas, analistas, lectores de noticias, encuestadores y yutuberos de derecha, la gente, el público, el pueblo tienen ante sí el optimismo razonado y razonable del capitán del navío que con sencillez, calidez y serenidad convoca a todos, todos los días, a sumarse al esfuerzo transformador, al esfuerzo productivo, al esfuerzo anticorrupción.

Por ello puede afirmarse que las mañaneras constituyen una auténtica revolución en la comunicación social. La segunda gran conquista del obradorismo luego de la derrota electoral del neoliberalismo el 1 de julio de 2018.

 

Migraciones: Una puerta se cierra y otra se abre

Miguel Ángel Ferrer / Economía y política
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Hace ya muchos años que la migración de mexicanos hacia Estados Unidos encuentra crecientes dificultades: mayores costos, más represión, más y mayores peligros. Ello ha conducido a una caída en el número de migrantes mexicanos. Pero las migraciones hacia EU no cesan.

Ahora esas migraciones tienen un origen geográfico distinto y diverso: hondureños, salvadoreños y cubanos entre los más visibles. Pero hay también migrantes de origen africano, asiático, brasileño, venezolano, colombiano, español, peruano.

Pero ante las nuevas y draconianas restricciones para el internamiento en  suelo estadunidense, esta creciente migración se ve obligada, contra su voluntad, a permanecer en México.

Este fenómeno, aunado al menor éxodo de mexicanos, está generando un radical cambio en la calidad migratoria de México: de país de expulsión está pasando a convertirse en tierra de destino.

El nuevo fenómeno migratorio apenas está en formación, pero no hay señales en el horizonte de que pueda detenerse o revertirse, sino más bien de lo contrario: su aceleración y crecimiento sostenidos.

Como siempre ocurre, esta nueva migración está compuesta de personas jóvenes. De individuos en  plena capacidad productiva. Y también de niños, solos o acompañados, que igualmente participan en actividades económicas.

La mutación migratoria mexicana acontece en momentos en que el país azteca experimenta un sostenido proceso en envejecimiento demográfico.  De modo que están llegando nuevos brazos para sustituir a los envejecidos.

Una reedición, digamos, de la historia demográfica vivida por Europa con la migración africana, árabe o subsahariana.

Todo esto llevará a México a replantearse su política migratoria. Acogida en vez de expulsiones, abrigo en lugar de abandono, legalización en vez de criminalización. Asimilación en lugar de xenofobia. Solidaridad y no hostilidad.

El cierre de la puerta estadunidense ha dado lugar a la apertura de la puerta mexicana. Todavía, es verdad, a regañadientes y sin mucha claridad. Pero no hay alternativa. Habrá que hacer de la necesidad virtud. Y lo mismo tendrán que hacer los migrantes en busca del sueño americano: acogerse a la nueva realidad, la que, por cierto, no es tan mala. Sobre todo comparada con la muy dura y doliente vida que les esperaría al norte del río Bravo.

Digamos que la aventura migratoria centroamericana (y otras) puede tener un final inesperado pero feliz. Españoles, chilenos, uruguayos, guatemaltecos y árabes, entre otros, pueden dar fe de ello.

 

Le buscan pero no le encuentran a López Obrador

Miguel Ángel Ferrer / Economía y política
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Por más que los adversarios y críticos de López Obrador busquen con lupa alguna medida o acto del presidente que pudiera ser considerado lesivo para el pueblo, hasta el momento no han podido encontrarlo. Y por eso mismo se estrellan contra la pared los esfuerzos de la derecha pripanista para desacreditar al jefe del Poder Ejecutivo.

A falta de esos actos antipopulares, esa derecha pripanista se ha valido de todos los recursos de la guerra sucia para atacar al presidente: calumnias, difamaciones, falsas noticias, tergiversaciones y toda clase de trampas discursivas.

El campo de batalla de esta guerra sucia ha sido, obviamente, la arena mediática. La tradicional (prensa, radio y televisión) y la digital (internet y redes sociales). Pero a pesar de los grandes recursos financieros invertidos ni la una ni la otra han conseguido menguar el prestigio y el apoyo popular del presidente.

Y es obvio. Una realidad virtual no puede competir contra una realidad real y objetiva que resulta constatable para la inmensa mayoría de la población: la ausencia de medidas, políticas o actos gubernamentales que incidan negativamente en la situación económica del pueblo trabajador.

¡Cómo conseguir echarle encima a la gente cuando ésta no encuentra una razón para reclamar o para soliviantarse contra el obradorismo! Más bien ocurre lo contrario: en su gran mayoría, digamos ocho de cada diez, la gente respalda y hasta aplaude las decisiones del presidente. Y luego de seis meses de furibunda campaña mediática es evidente el fracaso de los afanes descalificadores y satanizadores contra López Obrador.

Es claro, por supuesto, que el presidente, su equipo de trabajo y Morena pueden cometer errores que resulten lesivos para algún o algunos sectores de la población. Pero, como ya ha ocurrido, una vez denunciado o detectado el yerro, éste se corrige de inmediato y lógicamente las críticas y los ataques se quedan sin materia, sin sustancia.

La oligarquía, desde luego, confía en que el simple ejercicio del gobierno desgaste el prestigio y la aprobación popular del presidente. Pero se trata de una confianza sin bases objetivas. Éstas sólo podrían ser actos de gobierno lesivos para el pueblo. Y nada de esto es previsible en el gobierno de López Obrador. Ni ahora mismo ni en lo porvenir.

Cabe más bien esperar lo contrario: mejoras en los salarios y en las pensiones y mejoras en los servicios de salud y educativos. Y con ello, consecuentemente, una elevación en el respaldo popular al presidente.

 

 

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