Se aleja la sombra de la invasión

Miguel Ángel Ferrer / Economía y política
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No se vislumbran en el horizonte aprestos reales de una invasión militar de Venezuela por cuenta de Estados Unidos. Pero nadie y menos que nadie los venezolanos pueden desestimar esa eventualidad. Este es realmente el propósito de las amenazas estadunidenses de la opción militar. Se trata de mantener en zozobra permanente al pueblo, al gobierno y al Ejército chavista.

Y exactamente lo mismo busca la fantasiosa auto proclamación del pelele yanqui Juan Guaidó como “presidente encargado de Venezuela”. Se trata de crear inquietud, de mover las aguas, de generar tensión. Y una cosa semejante pretende el ficticio y propagandístico envío yanqui de ayuda humanitaria. 

El fin último de todas estas maniobras es mantener y acrecentar el acoso sobre el pueblo venezolano. Un acoso que desde el inicio de la revolución chavista se expresó en el amago económico, financiero, comercial y psicológico Una ininterrumpida amenaza que busca crear las condiciones para lograr que el pueblo se harte de la situación de ficticia escasez y decida abandonar el proceso revolucionario y ponerse incluso contra él.

Esto mismo busca la falaz oferta de amnistía y perdón para aquellos militares que decidan pasarse al lado de la oligarquía y del gobierno de EU. Porque la fractura de las fuerzas armadas es, por dos vías, la garantía del derrocamiento del gobierno de Nicolás Maduro.

La primera de esas vías es lograr que el Ejército en bloque o con aplastante mayoría tome en sus manos el derrocamiento de Maduro. Un golpe de Estado a la chilena. La otra vía es dividir a las fuerzas armadas en un bando chavista y un bando opositor. Esto, sin duda, llevaría a la guerra civil. Un golpe a la española.

Pero que luego de 20 años de feroz acoso económico y psicológico no se hayan producido ni la insurrección popular ni la defección del Ejército ni la división de éste en dos bandos, no significa que EU determine abandonar esa metodología.  Más bien quiere decir lo contrario: hay que intensificarla y reforzarla. Y esto es precisamente lo que estamos viviendo. Y a ese reforzamiento ayuda la amenaza de invasión, amenaza siempre presente pero ahora mismo más activa, publicitada y descarada que nunca.

Que ese amago sea más publicitado que nunca no significa que sea más probable que nunca. Incluso puede ser menos probable que nunca. La enorme fuerza nacional e internacional que posee el gobierno de Maduro hace para EU más aconsejable continuar con la vieja metodología aplicada en Chile en 1970-1973 y contra Cuba desde 1959 que embarcarse en la aventura de un nuevo Vietnam.

 

 

Resistencia o rendición en Venezuela

Miguel Ángel Ferrer / Economía y política
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Frente al feroz acoso de Washington y de sus vasallos europeos y latinoamericanos, Nicolás Maduro sólo tiene dos caminos: rendirse y correr la suerte de Muammar Kadafi, o resistir y preservar la revolución chavista. Y visto el asunto como país, las alternativas son las mismas: resistir victoriosamente o desaparecer como nación soberana.

Ejemplos recientes de resistencia victoriosa a las amenazas del imperialismo hay muchos: Irán, Cuba, Vietnam, Siria, Corea del Norte, Bolivia, Nicaragua, Rusia, China y México (con la excepción del periodo neoliberal). Y más lejos en el tiempo ahí están los casos de la Unión Soviética frente a la agresión de la Alemania nazi, sin olvidar la victoria de la Rusia zarista sobre la invasión napoleónica y el triunfo mexicano ante la intervención francesa en 1862-1867.

La resistencia, por supuesto, conlleva costos y sufrimientos. Y máxime si se debe afrontar una invasión armada. Pero sin duda son infinitamente mayores los costos y sufrimientos que implica retornar a una situación colonial. Por eso los pueblos luchan por sacudirse el yugo extranjero.

Como el caso de España que durante 800 años luchó contra el dominio árabe, lo que seguramente no ha olvidado don Pedro Sánchez, presidente del gobierno español. Y como, en el caso contrario, la triste situación de Puerto Rico, que a pesar de sus ansias de independencia sigue siendo una colonia yanqui, luego de haber sido dominio hispano durante más de 300 años.

Venezuela, en consecuencia, no tiene más camino que resistir el acoso imperial. Porque la rendición no está en la agenda del pueblo bolivariano. Pero Estados Unidos piensa que le será posible vencer esa resistencia. Y por eso incrementa el acoso político, económico y diplomático, así como las amenazas y los aprestos de invasión militar.

Pero, además, el chavismo y Maduro saben que rendirse ante el imperio sólo conduciría, 45 años después, a la reedición de la conducta pinochetista de venganza y cobro de cuentas a los patriotas, con sus miles de asesinados, encarcelados, perseguidos, torturados, desterrados y represaliados. Una reedición, igualmente, de la venganza franquista contra los republicanos derrotados por las tropas fascistas y las armas de la Alemania nazi.

Nadie en las filas del chavismo puede sensatamente pensar que la derecha va a perdonar el agravio de la insumisión popular de los últimos 20 años. Y menos pueden creer que a pesar de las falsas promesas y ofertas de amnistía, la oligarquía va a perdonar, olvidar y dejar sin castigo a los soldados que se pasaron al lado del pueblo.

 

 

USA amenaza a Venezuela para doblegarla

Miguel Ángel Ferrer / Economía y política
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Nadie en su sano juicio puede descartar la posibilidad de una invasión militar de Estados Unidos contra Venezuela. Una muy larga historia de agresiones armadas estadunidenses da sustento a este modo de pensar. Tan sólo desde la segunda mitad del siglo pasado se pueden consignar las invasiones de Corea del Norte, Cuba, República Dominicana, Vietnam, Laos, Camboya, Granada, Panamá, Irak, Afganistán, Libia y Siria.

Sin embargo hay muchos indicios de que, a pesar de la verborrea de Donald Trump, EU no se propone, al menos en el futuro cercano, invadir Venezuela. La idea yanqui es, más bien, amenazar al pueblo venezolano y a sus líderes menos firmes para asustarlos con el fantasma de la invasión militar y la inmensa cauda de dolor y sangre que esta agresión provocaría.

Se trata de una clásica maniobra de desestabilización para minar el enorme apoyo popular que poseen tanto el presidente Nicolás Maduro como la ideología y el movimiento chavista. Minar ese mayoritario apoyo del pueblo es la condición básica para el éxito de un nuevo golpe de Estado que pueda derrocar a Maduro.

La estrategia del amago de invasión no es novedosa. Viene desde los tiempos de Bush hijo. Y con Obama se tornó más clara cuando éste declaró que Venezuela constituía “una amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad nacional de EU”.

Como es del dominio público, ahora mismo está en curso un intento golpista mediante la fantasiosa autoproclamación como presidente de Venezuela de un cipayo de Estados Unidos, al que Washington, Canadá y un puñado de gobiernos de derecha latinoamericanos se ha apresurado a reconocer.

Pero a este golpe de Estado en curso le falta el ingrediente fundamental que es la participación de las fuerzas armadas, las que indudable y categóricamente respaldan a Maduro.

Y aquí entra en escena un segundo propósito de las amenazas yanquis de invasión armada: quebrar la unidad de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana en torno al chavismo. Y así, con un apoyo popular mermado  y con la FANB dividida, estar en condiciones de ejecutar exitosamente el golpe.

Para EU el costo de un golpe militar sería muy bajo. Y, por lo contrario, el costo de una intervención militar resultaría demasiado alto. Y convendría recordar que con dos años cumplidos de su mandato, todavía Trump no ha desatado una guerra en ninguna parte. ¿Por qué desatarla en su patio trasero?

En la lógica trumpiana es preferible continuar con el amago en espera de que cuajen los esfuerzos para arrebatarle a Maduro sus dos pilares defensivos: el apoyo popular y el respaldo de la FANB.

 

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