El T-MEC, ¿primer acuerdo contra China?

* Bienvenidos a una nueva geoestratégica internacional bastante perversa que genera enorme incertidumbre: Enrique Dussel * China no aspira a convertirse en una democracia parlamentaria

Genaro Rodríguez Navarrete
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Enrique Dussel Peters (París, 1965), director del Centro de Estudios China-México (Cechimex), ha publicado, en coordinación con Simón Levy-Dabbah, el libro Hacia una agenda estratégica entre México-China (Agendasia, Comexi y Cechimex, México, 2018).

La nueva obra incluye notables aportes de Liljana Arsovska, sinóloga, y Luis Rubio, economista; así como de los embajadores Eugenio Anguiano Roch y Jorge Eduardo Navarrete. Es un diagnóstico que explora, desde diferentes perspectivas, el potencial que podrían representar las relaciones entre México y la República Popular China.

En entrevista exclusiva, Dussel Peters, doctor en Economía por la Universidad de Notre Dame (Indiana, Estados Unidos), evalúa que México ha descuidado sus relaciones con el gigante asiático –percepción que aplica para toda América Latina–, por lo que es apremiante reactivar la agenda bilateral sobre proyectos específicos, incluso en el contexto del nuevo tratado comercial de América del Norte –denominado con el acrónimo T-MEC–, y ante las crecientes disputas arancelarias entre Estados Unidos y China.

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¿Qué consecuencias tendrá para las relaciones entre México-China, la firma del nuevo tratado comercial de Norteamérica?

México y China tienen una larga relación diplomática, económica, histórica, cultural, que va más allá de la firma de éste tratado trilateral. En 1972, México y China firmaron su reconocimiento diplomático. Desde entonces, los dos países han tenido una relación con altibajos.

Creo que en este entorno, México tiene todo por delante. Depende enteramente del nuevo gobierno la profundidad, la extensión y la intensidad, con la que quiera manejar la relación bilateral. Desde hace décadas, China está proponiendo una más profunda e intensa relación bilateral. Y esto no se ha dado. Me temo que se debe a la falta de capacidad y de interés de los gobiernos de México. No le hemos dado el tiempo que la relación requiere. Las diferentes secretarías de Estado deberán concretar una agenda muy puntual. Depende mucho de México, del próximo gobierno, del Poder Legislativo, del sector académico, de los medios de comunicación, si esta relación se intensifica o sí continúa como hasta ahora, que formalmente es buena, en términos reales, pero que ha dejado mucho que desear.

China ha planteado docenas de iniciativas: una franja, una ruta marítima de la seda, instituciones orientadas explícitamente hacia América Latina –de la cual México es parte–, pero simplemente vemos que no hemos respondido. Nos hemos quedado en el “mañana te hablo”, “mañana te pago” y así pasan los sexenios y las décadas.

¿México ha desatendido las iniciativas de China?

Sí. Y no se trata necesariamente de aceptar o estar de acuerdo en todas las propuestas. Las iniciativas están para revisarse seriamente y decir “sí o no”. Pero si la relación depende de un: “mañana lo considero y te hablo”; entonces es una relación del mañana. En el hoy se queda corta. Hay docenas de propuestas a las cuales México no ha respondido.

¿El próximo gobierno de México ha dado señales de pretender fortalecer las relaciones con China?

Recuérdese que tras el triunfo alcanzado en las pasadas elecciones, uno de los primeros encuentros públicos de Andrés Manuel López Obrador fue con el embajador de China en México, Qiu Xhiaoqui. Significa que hay algún interés común entre ambas partes. A nosotros nos consta, como Cechimex, que Marcelo Ebrard, propuesto como próximo canciller, es un convencido de la importancia de China. Cuando fue jefe de Gobierno capitalino, le dedicó un esfuerzo importante al tema. Incluso visitó el país asiático varias veces. Se firmó un hermanamiento entre Ciudad de México (Distrito Federal) y Pekín (Beijing). Lo que ninguna metrópoli lo ha hecho en América Latina. Todo pinta a que se le hará justicia a la presencia internacional de China en México, con medidas concretas. Pero eso habrá que verlo. Sí la agenda y el tiempo se los permite. O si el día a día y los bomberazos se comen la agenda estratégica.

¿Será un vínculo que caminará sobre los rieles de proyectos concretos?

Lo que se propone en esta agenda estratégica que hemos publicado en el Cechimex, es que hay temas en el corto, mediano y largo plazos. En el corto plazo hay asuntos como de que México sea miembro del Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura, que es una institución relevante para China. También se sugiere que México discuta en el marco de la Organización Mundial del Comercio (OMC) que China sea reconocida como una economía de mercado. Hay otros puntos como el proyecto de infraestructura de Chicoasén II, que se canceló y el nuevo gobierno deberá decidir si se revive o definitivamente se descarta. Es decir hay una lista de pendientes por atender. Ojalá y que no se espere al 2, sino desde el 1 de diciembre se decida.

En el mediano plazo, se propone crear un Grupo de Trabajo México-China que no esté asentado en una sola secretaría. La relación con China debe verse de corte transversal. Tiene temas de transporte, agricultura, comercio, estadísticas, intercambio académico, etcétera. Si depende de la Secretaría de Economía, los de Agricultura dirán: “¿Y yo qué?” Y la Secretaría de Hacienda no va a entender. Se requiere de un esfuerzo horizontal, ágil y muy ejecutivo. Un grupo de personas independientes, con capacidad de reflexión que respondan y alimenten las respectivas necesidades del Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Si eso no se logra, seguiremos igual.

¿Qué novedades advierte en el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC)?

El nuevo tratado no tiene cambios relevantes. El principal resultado es que “hay un nuevo acuerdo”. Hace un año y medio, todo pintaba que era imposible ante las durísimas acusaciones del presidente Donald Trump; ni siquiera de la administración, mucho menos de Estados Unidos. Ese es el principal resultado.

Un segundo tema relevante es que Trump continuará con medidas arbitrarias. Es decir, con o sin acuerdo, el presidente estadunidense continuará imponiendo aranceles unilaterales al acero y el aluminio mexicano, de China y Corea del Norte, por igual.

El tercer punto a destacar es que Trump y su administración lograron incluir un artículo 32, donde hay una posdata dirigida a la República Popular China. Allí se indica que cada uno de los miembros deberá abstenerse de entablar relaciones con economías que no son de mercado. Desde esta perspectiva, el nuevo acuerdo o como se llame, se convertirá en el primer tratado internacional anti chino, del cual somos miembros, orgullosamente o no.

¿Qué implicaciones tendrá para América Latina?

En el corto plazo, ninguno particularmente relevante. La lección para Centroamérica y otros países que tienen o no acuerdos con Estados Unidos, es una postura cada vez más arbitraria y unilateral por parte de la administración Trump, lo cual implica que habrá constantes tensiones y dificultades. Pueden ser hoy con Venezuela, mañana con Cuba, Arabia Saudita y cualquier otro país, por lo que fuera. Bienvenidos a una nueva geoestratégica internacional bastante perversa que genera una enorme incertidumbre incluyendo a México. En los próximos días el presidente Trump podría decir: “Bueno, ya firmamos el tratado y ahora acordemos cómo y en qué parcialidades vas a pagar el muro”. Lo que con el acuerdo, de ninguna forma está cancelado.

Por otro lado, en América Latina tenemos a élites y empresas muy cortoplacistas que invierten hoy 100 y mañana quieren tener 250 de ganancia. Mientras que en China lo que prevalece es una visión de largo plazo. Si hoy inviertes 100, en 50 años tendrás 150 y puede ser que incluso en el corto plazo tengas perdidas. Eso no ha permeado en buena parte de América Latina. No estamos preparados. No conocemos a China. No estamos invirtiendo en estudiantes, en las próximas generaciones. Y si no lo hacemos hoy, en el futuro estaremos limitados.

Pero ojo, hay diferencias. Países como Ecuador y Bolivia están haciendo esfuerzos distintos en términos de sus vínculos con China; en proyectos industriales, de inversión e infraestructura.

¿Cómo pensar en otros términos cuando la región crecerá, al cierre de 2018, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), en cifras cercanas al 1.3?

Y eso reconociendo que hay economías como la de Venezuela, Argentina y Brasil que les está yendo bastante mal. Lo que se traduce en una enorme heterogeneidad y polarización. Donde México es el rey en el país de los ciegos, con tasas de crecimiento del 2 por ciento anual. Siendo que desde la perspectiva China resulta muy mediocre porque ellos han crecido en rangos del 6.5, de 7 y hasta 10 por ciento.

¿Diversas proyecciones señalan que la diferencia la marcará la inversión en tecnología?

Lo venimos trabajando muy intensamente en el Cechimex desde hace 15 años. De cómo empresas chinas, en cadenas de valor específicas, que pueden ser autopartes, telecomunicaciones, trenes rápidos y otras, han logrado un ascenso significativo en innovación. Recuérdese que hace 15 años en México y América Latina discutíamos cómo competir con China. Hoy en día es el Zacatepec contra Barcelona. Nos ganarían por 10 a 0 porque Leo Messi estaba enfermo y nos fue bien; pero nos podrían superar en 25 a 0. Hoy en día ya no competimos.

¿Se dice que China ya no copia o imita la tecnología de occidente, sino que tiene la capacidad de generar su propia tecnología?

Hay de todo. En algunos sectores y cadenas de valor China impone sus condiciones. Pero hay otros, como semiconductores, donde empresas estadunidenses y japonesas representa el top tecnológico mundial.

¿Qué importancia ha tenido el Partido Comunista en el despegue del gigante asiático?

Hemos trabajado mucho la omnipresencia del sector público en China que es la suma del gobierno central, ciudades, provincias y municipios, que compiten entre sí. Todo bajo el liderazgo del Partido Comunista. Hoy en día ese es el modelo de desarrollo económico y político de China. Es muy fácil criticar y plantear que eso es autoritario. China no aspira a una democracia parlamentaria en el corto o mediano plazo. Sorprendentemente, existe todo un proceso democrático dentro del partido. Mi lectura es que se trata de una estructura vertical, con participación a todos los niveles dentro del partido. Y hay toda una discusión sobre la meritocracia. Es un debate inconcluso.

¿Qué tanto leen a Marx en el bicentenario de su natalicio?

Se le ha dado mucha difusión. El marxismo en China siempre ha tenido una connotación maoísta y hoy en día desde la lectura e interpretación del presidente Xi Jinping y del Partido Comunista. Mi impresión sobre la lectura directa del propio Marx es que es bastante limitada.

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El libro Hacia una agenda estratégica entre México-China, coordinado por Enrique Dussel Peters y Simón Levy-Dabbah, se encuentra disponible en:

http://dusselpeters.com/CECHIMEX/20180912HaciaunaagendaestrategicaentreMexicoyChina.pdf

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