Recesión: ¿Herencia de Peña Nieto a López Obrador?

Juan Manuel Rodríguez
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Reconocido por la moderación en sus análisis y el equilibrio en sus opiniones periodísticas de El Financiero, el prestigiado economista Benito Solís Mendoza, en esta ocasión sobre la economía en el panorama de transición actual, comentó: ͞Ahora la nueva administración federal tendrá que enfrentar y compensar diversas presiones que perjudicarían el crecimiento económico y que mal manejadas pueden provocar una recesión͟”. 

El que Solís Mendoza, con la mesura que lo caracteriza, hable del peligro de recesión, ya es preocupante. Y tiene mucha razón en su apreciación sobre lo delicado del escenario económico-financiero que registra México. Analistas y expertos, quienes pronosticaban un modesto crecimiento económico de 0.3% en el segundo trimestre del año, fueron sorprendidos al observar que no crecimos sino, al contrario, hubo una contracción económica de menos 0.1%, leve pero que, de repetirse, consolidaría la posibilidad de que estamos entrando, desde este régimen sin esperar al que está por llegar, a la temida recesión. Los más optimistas esperan que el crecimiento se recupere en el segundo semestre del año.

Así, el último año de gestión de EPN terminará aproximadamente en crecimiento del PIB de 2.3% cuando mucho, considerado el más bajo desde el régimen de Miguel de la Madrid. El 2.3% de este año, es la mitad del promedio en que terminaron el último año en promedio (4.7%) de los recientes cuatro sexenios. El más bajo fue el de Miguel de la Madrid con 1.2%. 

Al mismo tiempo, la propia industria, que durante el sexenio ha carecido de una profunda y real política de desarrollo, cuyas cifras son de estancamiento o retroceso en sus diversas ramas, pero siempre rescatada en las estadísticas por la producción manufacturera, gran parte maquila de empresas trasnacionales con inversión extranjera y dedicadas, con bajos costos laborales, a la exportación de las manufacturas al mercado más grande del mundo que nos limita al norte. 

Este mes de julio las manufacturas no retrocedieron, pero tampoco crecieron, y se estancaron. 11 de los 21 subsectores manufactureros se contrajeron y tres crecieron por debajo del 1%; la mayor contracción, menos -16.98%, fue en maquinaria y equipo, su peor caída desde la crisis de 1995. 

Coincidente con estas premoniciones de recesión, Andrés Manuel acaba de ratificar en Tepic, en su primera etapa de la gira de agradecimiento por todo el país, el respeto a la autonomía del Banco de México (Banxico) para que haya equilibrios macroeconómicos y no haya inflación y, si se dan estos fenómenos, no sería por la nueva administración, “sino por circunstancias externas o por mal manejo de la política financiera que haga el Banco de México, no del gobierno de la república” (seguramente se refería a la ”política monetaria”, que es responsabilidad de Banxico, y no a la política financiera” que es responsabilidad de Carlos Urzúa, el próximo secretario de Hacienda. AMLO añadió que cumplirá sus promesas de campaña, hasta donde el presupuesto lo permita.

Respecto a la ͞bancarrota con que recibirá al país, vocablo que tanto alarmó a los analistas, aclaró AMLO ante reporteros que se refería a la bancarrota del neoliberalismo de los últimos más de 30 años que ha generado tanta pobreza a la mayoría de los mexicanos. 

Pasado el sexto y último Informe de Peña Nieto y sus multiplicados spots que hablan de las buenas realizaciones que también cuentan, es sano sopesar nuestros rezagos que están latentes e influirán en la futura administración, como lo es la deuda pública interna y externa, entre otras variables. 

La deuda es quizá el fardo más pesado para la economía nacional, pues con 9.9 billones (millones de millones) de pesos, pega severamente a las finanzas nacionales por sus servicios, el enorme pago de los intereses, incrementados sustancialmente por la fortaleza del dólar y la devaluación del peso. 

Después de las reformas estructurales, la creación de empleos es quizá el tema que más se ha destacado en el último informe presidencial, pues se está por llegar a la cifra de 4 millones de nuevos empleos y quizá termine el sexenio con un bajo índice de desocupación de alrededor de 3.5% de la población económicamente activa. Sin embargo, de todos los mexicanos ocupados, más de la mitad están dentro de las diversas formas de informalidad, desde los que tienen su negocio en el hogar y no están registrados, hasta los que trabajando en empresas formales o en el gobierno, no cuentan con prestaciones ni con seguridad social. 

El mercado interno, que junto con los servicios han sido factores para mantener el mediocre crecimiento económico de alrededor de 2%, no ha sido lo suficientemente fuerte o consolidado, precisamente por el bajo ingreso de los trabajadores, quienes en más de dos terceras partes tienen percepciones precarias que no pasan de los dos salarios mínimos, lo que debilita el consumo doméstico y no favorece a nuestra industria nacional. Esto también es afectado por la política oficial de mantener la precarización salarial para atraer las inversiones extranjeras, que tan buen resultado le ha dado, pero que en cambio, no ha encontrado la misma respuesta en la inversión pública, que ha sido registrada como una de las más bajas de los últimos sexenios.

El 1 de enero de 2017, la inflación se disparó por la medida conocida popularmente como el ”gasolinazo” que, además de impactar a todos los sectores de la economía, le dio a Andrés Manuel López Obrador el mayor incremento de la votación el 1 de julio. El aumento a los combustibles disparó de 2.80% el índice inflacionario de fines de 2016 a casi el 7% a mediados de 2017, que ha ido bajando hasta casi 4%, pero que en las últimas quincenas aumentó con enorme golpe a los bolsillos de los consumidores, especialmente de los más pobres que son los que más pagan este injusto “impuesto”.

Informes oficiales aseguran que el Impuesto Especial a Producción y Servicios (IEPS) a las gasolinas y combustibles, dejará este año unos 300 mil millones de pesos al erario y, para quienes piden bajar ese impuesto que es de entre 30 y 40% del precio de gasolina, señalan que Hacienda subsidia la gasolina porque, si no lo hiciera, ese combustible costaría al consumidor alrededor de 25 pesos el litro. Con la propuesta de bajar impuestos en la frontera norte y doblar el salario, para retener a posibles migrantes y no viajen a EU, pronto sabremos cuál será la política de precios con la mejora de las refinerías y construcción de una nueva, lo que influirá en los combustibles cuyo precio es tan afectados por las devaluaciones. 

Las encuestas revelan una percepción ciudadana muy negativa, según GEA-ISA de marzo de este año, donde sólo 13% considera que la situación económica de la familiar ha mejorado en este gobierno, pero 41% estima que ha empeorado.  Así, el 77%, casi ocho de cada 10, considera que el país va por un rumbo equivocado en materia económica. 

Lo cierto es que la economía nacional, que dicen podría llegar a la recesión si no es bien manejada por el próximo gobierno, los datos revelan que ya está aquí el umbral de esa recesión manifestada en diversas variables económicas en su actual evolución.

 

 

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